sábado, 11 de julio de 2015

 
 
SEMINARIO DE VIDA EN EL ESPÍRITU - No. 1

 

 

El Amor de Dios

 

INTRODUCCION

 

Con frecuencia los hombres tienen ideas equivocadas acerca de Dios. Unos piensan que Dios no se preocupa del mundo que creó, pues parece vivir alejado de nuestras realidades. Otros se imaginan que Dios es un juez severo, que lleva estricta cuenta de nuestras culpas para castigarnos aquí en la tierra o cuando muramos.

 

Otros piensan que Dios existe y es bueno, pero que sólo debemos acudir a El cuando tenemos problemas insolubles, y que ya resueltos, podemos olvidarlo por completo. Hay otros que niegan la existencia de Dios; se llaman ateos.

 

ENSEÑANZA

 

Dios es Amor

 

Si leemos la Biblia, encontramos enseñanzas muy bellas acerca de Dios. De modo especial subrayamos la frase que escribió San Juan, en la primera de sus cartas, y que repite dos veces: "Dios es amor" (1Jn.4,8 y l6).

 

Esa palabra resume todo el misterio de Dios y su relación con nosotros. Dios es un misterio de amor: es un Padre amoroso, es un Hijo que por amor vino al mundo, es un Espíritu que comunica su amor a todas las criaturas.

 

Ese Dios nos ama. Por amor nos creó. El libro de la Sabiduría dice que si Dios hubiese aborrecido algo, no lo hubiera creado (Sab 11,24).

 

Dios es Padre

 

Para hacernos comprender el amor de Dios, la Biblia le da nombres familiares a nuestra experiencia, como: Padre, Madre, Esposo, Amigo, Pastor...

 

El nombre de Padre aparece en el Antiguo Testamento, pero fue Jesús quien más lo usó y quien enseñó a sus discípulos a decir la palabra "Abbá", que significa "papá", cuando fuesen a orar. Ser discípulo de Jesús es atreverse a dar a Dios el nombre de Padre, y a tutearlo confiadamente.También el amor de Dios se compara con el de una madre que es incapaz de olvidarse de los hijos que llevó en las entrañas.

 

Se puede comparar también ese amor divino, al amor de un esposo que está totalmente enamorado de su esposa, o al de un amigo que se sacrifica por su amigo, o al de un pastor que busca sus ovejas y no descansa hasta encontrarlas.

 

Un amor tierno y misericordioso

 

Si deseamos expresar cómo es el amor de Dios, no encontramos palabras para lograrlo a cabalidad; su amor supera nuestro vocabularioPodemos decir, como en el libro del Exodo, que "Dios es misericordioso y clemente, tardo a la cólera, rico en amor y fidelidad" (Ex. 34, 6). O, como San Pablo, podemos exclamar que ese amor supera todas las dimensiones, y que nada nos puede separar de él.Ese amor que Dios nos tiene es gratuito, pues Dios nos ama antes de que nosotros le amemos a El. Como dice San Juan, "Dios nos amó primero" (1 Jn. 4,10) y nos hizo sus hijos.El deber elemental de un hijo es amar al Padre que le da la vida, oír sus palabras y hablarle expresándole sus necesidades y diciéndole su amor, su alabanza y su gratitud. Es lo que deseamos proponer a quienes estudien esta enseñanza: que lean la Biblia y que oren con devoción de hijos a su Padre y Creador.

 

LA REVELACION DE DIOS

 

Para profundizar el tema del amor de Dios, sugerimos meditar los siguientes textos bíblicos.

 

Isaías 43,1-4 a: Dice Yahvé, tu creador, Jacob, tu plasmador, lsrael. No temas, que yo te he rescatado, te he llamado por tu nombre. Tú eres mío. Si pasas por las aguas, yo estoy contigo; si por los ríos, no te anegarán. Si andas por el fuego, no te quemarás ni la llama prenderá en ti. Porque yo soy Yahvé tu Dios, el santo de Israel, tu salvador... Eres precioso a mis ojos, eres estimado y yo te amo.

 

Isaías 49, 14-16: Dice Sión: Yahvé me ha abandonado, el Señor se ha olvidado de mí. ¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues, aunque esas llegasen a olvidar, yo no te olvido. Míralo, en las palmas de mis manos te tengo tatuada, tus muros están ante mi perpetuamente.

 

Además consulta:

 

Isaías 54, 6-1 0

 

Ezequiel 34,11-16

 

Oseas 11, 1-4Juan 3, 16-17

 

Romanos 8, 35, 38-39

 

1 Juan 4, 8-10

 

CANTOS

 

En el cancionero "Gozaos en el Señor" hay muchos cantos sobre el amor de Dios. Sugerimos los siguientes: "Adelante con valor", "Dios es amor", "El amor del Señor es maravilloso", "Señor yo te amo", "Qué grande es mi Dios".

 

PARA PROFUNDIZAR

 

Hazte estas preguntas, que guíen tu reflexión:

 

¿Quién es Dios para ti?

 

¿Qué piensa la gente acerca de Dios?

 

¿Cómo has experimentado el amor de Dios en tu vida?

 

¿Oras con frecuencia?

 

¿Qué palabras empleas cuando le hablas a tu Padre Celestial?

 

¿Lees la Biblia y la meditas?

 

APLICACIONES PRACTICAS

 

Ora diariamente.

Aprende a rezar el Padre Nuestro.

Asiste a un Grupo de Oración

Compra la Biblia y léela asiduamente

Descubre en el Evangelio de San Juan qué dice Jesús acerca del Padre Celestial.

 

 

SEMINARIO DE VIDA EN EL ESPÍRITU - No.2

 

 

La Salvación en Jesucristo

 

OBJETIVO

 

Aceptar a Jesucristo como el único Salvador y el único Señor de nuestra vida.

 

INTRODUCCION

 

A veces los poetas nos hablan de un mundo feliz y sueñan con una ciudad utópica, sin pobreza ni dolor. Eso mismo dicen los políticos. Pero basta leer los periódicos para ver cómo en medio del trigo brota la cizaña y cómo por todos los rincones del paisaje aparece desolador el mal. Es una epidemia mortal, que parece abatirse implacablemente sobre todos los hombres. El mal es un misterio que no podemos explicar plenamente y su causa se halla en el pecado. Pablo en su carta a los Romanos sugiere que el pecado debilita al hombre y lo inclina a faltar. Es el hombre libre quien peca, a pesar de que a veces comprende que obra mal.

 

Dios envió a su Hijo Unico para que fuéramos salvos por El. Pero... ¿de qué salva Jesús?: ¡de todo mal! La Salvación que El aporta cubre lo espiritual y lo corporal, lo trascendente y lo inmanente, lo individual y lo social. No como dos alternativas sino como aspectos de una totalidad.

 

ENSEÑANZA

 

Los israelitas sabían que Dios amaba a los hombres, pero no sospechaban cuán grande era ese amor. Lo conocieron cuando se reveló en Jesús, pues, como escribió el evangelista san Juan: "Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo Único, para que los hombres no perecieran, sino que fueran salvados por Él" (Jn. 3, 16; 1 Jn. 4, 9).

 

Jesús fue la manifestación más espléndida de la misericordia de Dios hacia la humanidad (Luc. 1, 78-80; Tit. 3, 16).

 

Hace 2000 años nació Jesús en Belén. Treinta años más tarde, impulsado por el Espíritu Santo, empezó a predicar la Palabra revelada. Enseñó que Dios es el Padre de todos los hombres y que quiere reunir a todos sus hijos en un solo pueblo, como a integrantes de la misma familia. Dio a conocer la salvación de todos los males, materiales o espirituales, y la necesidad que todos tenemos de convertirnos.

 

Jesús no se contentó con anunciar ese mensaje, sino que vivió de acuerdo con su doctrina: no hizo mal a nadie, pasó haciendo el bien, sanó a los enfermos y ayudó a los necesitados, perdonó a los pecadores y consoló a los tristes.

 

El amor de Jesús a su Padre y su misericordia por los humildes lo condujeron a enfrentamientos con las autoridades políticas y religiosas de su pueblo. Éstas lo hicieron prisionero y lo condenaron a morir en una cruz. Él aceptó libremente la muerte como testimonio del amor que tenía por los hombres, a quienes quería salvar, y por la verdad que había predicado.

 

Al morir, Jesús se solidarizó con toda la humanidad y así nos liberó de las ataduras del pecado. Al tercer día de haber muerto, Jesús resucitó y nos dio la posibilidad de recibir una vida nueva, en el perdón y en el amor.

 

Ser cristiano significa creer que Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado para salvarnos, es aceptar que Jesús vive para siempre y que es el Señor de cuanto existe. Ser cristiano es reconocer a Jesús como el único Salvador, el único Maestro y el único Pastor. es aceptarlo como el Señor de nuestra vida, es obedecer sus mandatos, es amarlo y entregarle nuestra vida.

 

LA REVELACION DE DIOS

 

Para profundizar el tema de "la Salvación en Jesucristo", sugerimos meditar los siguientes textos bíblicos:

 

Nacimiento/expectativa de un Mesías Salvador: Mt. 1, 21: "Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará  su pueblo de sus pecados." Además: Lc.1, 47.69.71; Lc. 2, 11.30

Jesús es don de Dios para nuestra salvación: Jn. 3, 16-17: "Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él".

Salva de enfermedad y peligro: Lc. 5, 24: "Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados, - dijo al paralítico -: "A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa." Además: Mt. 8, 25; 14, 30; Mc. 5, 28: Lc.7,48-50; Jn. 8, 11: 

Se proclama salvador de lo perdido: Jn. 10, 9; 12, 47: "Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. " ... "Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo.". Además: Luc. 19, 10; Y con su amor perdona nuestras fallas: Jn. 1, 29; Hech. 4, 12; 5, 31.

Muere en la cruz por amor: Rom.5,8: "mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros". Además: Mt. 27, 24; Mc. 15, 31: Luc. 23, 35; Nos salva del pecado: Rom. 5, 9-10: "¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por él salvos de la cólera! Si cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida! Además: Rom.7, 14-25.

CANTOS

 

En el cancionero "Gozaos en el Señor" hay muchos cantos sobre Jesucristo y su acción salvadora. Sugerimos los siguientes:

 

Cristo rompe las cadenas

Cristo tomó mi carga

Cuando Cristo vino

En Jesús puse toda mi esperanza

Hay poder

Hay vida en Jesús

Jesucristo es el mismo

Jesucristo me dejó inquieto

Jesús es mi pastor

Jesús está pasando por aquí

Jesús me da su libertad

La sangre de Cristo lava

Lávame con tu sangre

Los que esperan en Jesús

Pon tu mano

Quién es ese

Quiero cantar

Ríndete a Cristo

Si Cristo no cambia mi vida

Solamente en Cristo

PARA PROFUNDIZAR

 

Hazte esas preguntas, que guíen tu reflexión: ¿Quién es Jesús para ti? ¿Qué piensa la gente acerca de Jesús? ¿Cómo has experimentado la salvación en tu vida? ¿Cómo se presenta el mal en el mundo? ¿Qué soluciones proponen los hombres? ¿Qué es el pecado? ¿Cómo afecta el pecado a la sociedad? ¿Cómo luchas tú contra el pecado?

 

APLICACIONES PRACTICAS

 

Ora al Señor Jesús y pídele que lo puedas conocer y amar

Lee los evangelios, al menos el de Marcos

Comparte con otra persona acerca de Jesús

Acepta a Jesús como tu único Salvador

SEMINARIO DE VIDA EN EL ESPÍRITU - No. 3

 

 

La Conversión a Jesucristo

 

OBJETIVO

 

Procurar que la aceptación del Señor Jesús nos lleve a la transformación total de nuestra vida.

 

ENSEÑANZA

 

Convertirse

 

En los evangelios aparece con frecuencia la palabra "conversión". Juan Bautista invitaba a sus oyentes a que se convirtieran. Él decía: "Convertíos, porque está cerca el reino de Dios" (Mt. 3, 2). Ese fue también el mensaje inicial de Jesucristo (Mt. 4, 17). Pedro en Jerusalén decía: "Arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados" (Hech. 3, 19) y Pablo en Listra proclamaba: "Hemos venido a anunciaros que dejéis los dioses falsos y os convirtáis al Dios vivo" (Hech. 14, 15).

 

¿Qué significa "convertirse"? Esa palabra equivale a girar y volverse hacia un lugar indicado. En el sentido espiritual quiere decir dar la espalda al pecado y volverse a Jesucristo, abandonar las tinieblas y acoger la luz. Es pasar del pecado al amor, de la lejanía a la cercanía.

 

En los ritos bautismales de los primeros siglos, se acostumbraba pedir a los catecúmenos que estuviesen mirando hacia el oeste. Como por esta dirección se oculta el sol, el ocaso se convertía en símbolo de la oscuridad y del pecado. Quien iba a ser bautizado renunciaba al mal, al demonio y a sus seducciones. Entonces se le pedía que se convirtiera a Jesucristo. Él daba media vuelta y quedaba mirando hacia oriente, lugar por donde alumbra el sol. Ese era su cambio: abandonaba el mal y optaba por Jesús.

 

La conversión compromete integralmente al hombre, en su mente, en su voluntad y en sus obras. Quien se convierte a Jesús debe estar convencido intelectualmente de que el Señor es la verdad, y que no hay ninguna doctrina que logre invalidar el mensaje de salvación. Igualmente debe amar a Jesús con todo su corazón, pues sabe que éste es el tesoro escondido en el campo y la perla preciosa en cuya comparación lo demás es basura (cfr. Mt. 13, 44-46; Fil. 3, 8). También esa conversión debe reflejarse en nuestros actos, pues las obras realizadas demuestran la coherencia entre fe y vida.

 

Conocerse

 

Para poder convertirse hay que conocerse. Darse cuenta del estado en que se vive y querer salir de él. Para lograr el conocimiento de nuestra situación espiritual, se requiere la gracia de Dios, que nos permite conocer nuestros pecados y cumplir la invitación de san Pablo: "Levántate, tú que duermes, y te iluminará Jesucristo" (Ef. 5, 14).

 

Cuando se encuentra con Jesús, Pedro descubre que es un pecador (Luc. 5, 8); cuando comprenden que obraron mal llevando a Jesús ante la muerte, los israelitas sienten dolor en su corazón (Hech. 2, 37-38); cuando Zaqueo acoge en su casa al Señor, decide repartir la mitad de sus bienes a los pobres y resarcir con abundancia a quienes hubiese defraudado (Luc. 19, 8); cuando se cruzan las miradas de Jesús y de Pedro, éste, que acaba de negar a su Maestro, capta la gravedad de su pecado y llora amargamente.

 

Iluminados por Jesucristo, también nosotros debemos reconocer nuestra situación espiritual: los pecados que nos afean y sonrojan, nuestra superficialidad o vacío interior, nuestra distracción de lo espiritual por preocuparnos de cosas secundarias y materiales; nuestro orgullo, que se satisface en aspectos equivocados; nuestra idolatría, que nos inclina ante las criaturas elevadas a la categoría de ídolos.

 

El hombre convertido se declara pecador y quiere, con la ayuda de Jesús, salir de ese estado y entrar en un mundo de verdad y de amor.

 

Adherirse a Jesús

 

En la Biblia y en la historia de la Iglesia encontramos muchos ejemplos de convertidos. Recordemos a san Pablo (Gál 1, 11-24), o al ladrón que mereció acompañar a Jesús en el paraíso (Luc. 22. 39-43). A Aurelio Agustín, quien llegaría a ser obispo de Hipona a pesar de haber sido un disoluto. Su obra más conocida, Las Confesiones, proclama la bondad de Dios que supera la maldad humana. También nosotros podemos vivir ese proceso, si no anclándonos en nuestro mal, fijamos los ojos en Jesús, lo tomamos de la mano y caminamos con él sin querer nunca alejarnos de su lado.

 

LA REVELACION DE DIOS

 

Podríamos citar muchos pasajes bíblicos relacionados con la conversión. Recomendamos leer los siguientes:

 

Conversión de Zaqueo (Lucas 19, 1-10): "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido."

 

La mujer adúltera (Juan 8, 1-11): Jesús le dijo: "Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?" Ella respondió: "Nadie, Señor." Jesús le dijo: "Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más."

 

Muertos al Pecado, Vivos en Cristo (Romanos 6, 2-14): No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal de modo que obedezcáis a sus apetencias. ... sino más bien ofreceos vosotros mismos a Dios como muertos retornados a la vida.

 

Vivir según el Espíritu (Gálatas 5, 16-25): Pues los que son de Cristo Jesús, han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias. Si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu.

 

De la muerte a la vida (Efesios 2, 1-10): Pero Dios, rico en misericordia, por el grande amor con que nos amó, estando muertos a causa de nuestros delitos, nos vivificó juntamente con Cristo ... y con él nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús.

 

El reino de la luz (Efesios 5, 1-20): Porque en otro tiempo fuisteis tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor. Vivid como hijos de la luz.

 

CANTOS

 

En el cancionero "Gozaos en el Señor" encontrarás estos cantos:

 

He decidido seguir a Cristo

 

Hazme volver

 

Hoy perdóname

 

Lávame con tu sangre

 

Señor, quién puede entrar

 

PARA PROFUNDIZAR

 

Estas preguntas pueden ayudar tu reflexión:

 

¿Crees haberte convertido plenamente a Jesús, o aún no lo has hecho?

 

¿En qué aspectos de tu vida necesitas conversión?

 

¿Cómo entiendes y cómo vives el sacramento de la Penitencia o Reconciliación?

 

¿Crees posible no caer más en el pecado, después de haberte convertido?

 

¿Qué sentido tiene la invitación a convertirse, propagada durante el Jubileo del Año Santo?

 

APLICACIONES PRACTICAS

 

Vive al menos en este Año Jubilar el sacramento de la Reconciliación, y para ello

 

· Haz un examen de conciencia

· Arrepiéntete ante el Señor y pídele perdón

· Proponte no volver a pecar

· Acude a un sacerdote y confiesa tus pecados

· Cumple la penitencia que el confesor te imponga

· Agradece el perdón recibido y da gracias por él.

 

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SEMINARIO DE VIDA EN EL ESPÍRITU - No. 4

 

 

La Vida Nueva

 

OBJETIVO

 

Conocer la obra de Dios en el hombre que lo acepta libre y amorosamente.

 

ENSEÑANZA

 

Renacer De Lo Alto

 

Una noche Jesús recibió la visita de un fariseo importante, llamado Nicodemo, a quien le explicó que si alguien quería ver el Reino de Dios, debería "nacer de nuevo". El fariseo, tomando literalmente las palabras del Señor, inquirió si para ello se necesitaba retornar al seno materno, a lo que respondió Jesús que se trataba de un nacer del agua y del Espíritu (Jn. 3, 1-8).

 

La expresión usada por Jesucristo se puede traducir al castellano de dos modos: nacer de nuevo o nacer de lo alto. Nicodemo la entendió del primer modo; Jesús le daba énfasis al segundo sentido. Ambos sentidos se complementan: para ver el Reino de Dios es preciso abrirse a un mundo nuevo y esto no se logra sino por gracia del Espíritu Santo.

 

Hay otras expresiones bíblicas que aluden a la misma experiencia espiritual:

 

Despojarse de un vestido viejo, harapiento, y revestirse de una vestidura nueva

Cambiar el corazón duro y cerrado a Dios por un corazón abierto al amor

Resucitar y, de huesos secos, ver cómo surge un pueblo vivo

Rejuvenecerse, de modo que las cosas viejas queden atrás (2 Cor. 5, 17)

Renovarse de día en día

Esas expresiones aluden a un cambio radical en la existencia. Los hombres y mujeres nuevos, que están en Cristo Jesús, renuncian al pecado y a la lejanía de Dios y entran en una relación con el Creador.

 

Familiares de Dios

 

La Vida Nueva que Dios nos ofrece implica cambios radicales:

 

El hombre renace por obra del Espíritu Santo. Éste hace su morada en el espíritu humano, lo transforma, lo ilumina y lo guía en su caminar hacia Dios

El Espíritu Santo revela a Jesús como nuestro Salvador, nuestro hermano y nuestro Señor, y permite que creamos en Él, que hablemos de Él, que lo amemos y que nos transformemos en Él.

Si Jesús es nuestro hermano, nosotros somos hijos del Padre Celestial. El Espíritu nos hace descubrir a Dios como Padre (Rom. 8, 15; Gál. 4, 6-7) y nos permite conocer su misterio de amor (1 Cor. 2, 8-11)

Siendo todos los humanos hijos de Dios, somos hermanos los unos de los otros. Allí está la base del amor que debemos tener por el prójimo

Todas las cosas se ven iluminadas por la luz del Espíritu. El hombre renovado descubre en la creación la huella de Dios, acepta nuevos criterios para su actuar, rechaza el pecado y las obras de la carne y obedece la ley del amor y de la libertad

El Espíritu Santo enriquece a los hombres con dones espirituales, o carismas, y los llama a que sirvan a los demás y de manera especial a sus hermanos en la fe

El hombre que ha nacido de nuevo por obra del Espíritu Santo, se llena de gozo y siente la necesidad de compartir con los demás su alegría. Ansía que su prójimo participe de la misma gracia que él ha experimentado y, en consecuencia, comunica a los otros las maravillas que Dios ha obrado en él. Siente urgencia en hablar de Jesucristo y da testimonio de cuanto le ha acaecido. El hombre se convierte libremente en colaborador de Dios.

 

LA REVELACION DE DIOS

 

Recomendamos leer los siguientes pasajes bíblicos, que ayudarán a interiorizar el tema expuesto:

 

Nacer del Agua y del Espíritu (Juan 3, 1-8) : Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, magistrado judío. Fue éste donde Jesús de noche y le dijo: "Rabbí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede realizar las señales que tú realizas si Dios no está con él.". Jesús le respondió: "En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de lo alto no puede ver el Reino de Dios.". Dícele Nicodemo: "¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?". Respondió Jesús: "En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu. No te asombres de que te haya dicho: Tenéis que nacer de lo alto. El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu."

 

Los Huesos y el Espíritu (Ezequiel 37, 1-14): La mano de Yahveh fue sobre mí y, por su espíritu, Yahveh me sacó y me puso en medio de la vega, la cual estaba llena de huesos. Me hizo pasar por entre ellos en todas las direcciones. Los huesos eran muy numerosos por el suelo de la vega, y estaban completamente secos. Me dijo: "Hijo de hombre, ¿podrán vivir estos huesos?" Yo dije: "Señor Yahveh, tú lo sabes.".Entonces me dijo: "Profetiza sobre estos huesos. Les dirás: Huesos secos, escuchad la palabra de Yahveh. Así dice el Señor Yahveh a estos huesos: He aquí que yo voy a hacer entrar el espíritu en vosotros, y viviréis. Os cubriré de nervios, haré crecer sobre vosotros la carne, os cubriré de piel, os infundiré espíritu y viviréis; y sabréis que yo soy Yahveh.".Yo profeticé como se me había ordenado, y mientras yo profetizaba se produjo un ruido. Hubo un estremecimiento, y los huesos se juntaron unos con otros. Miré y vi que estaban recubiertos de nervios, la carne salía y la piel se extendía por encima, pero no había espíritu en ellos.

 

El me dijo: "Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre. Dirás al espíritu: Así dice el Señor Yahveh: Ven, espíritu, de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos para que vivan.". Yo profeticé como se me había ordenado, y el espíritu entró en ellos; revivieron y se incorporaron sobre sus pies: era un enorme, inmenso ejército. Entonces me dijo: "Hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel. Ellos andan diciendo: Se han secado nuestros huesos, se ha desvanecido nuestra esperanza, todo ha acabado para nosotros. Por eso, profetiza. Les dirás: Así dice el Señor Yahveh: He aquí que yo abro vuestras tumbas; os haré salir de vuestras tumbas, pueblo mío, y os llevaré de nuevo al suelo de Israel. Sabréis que yo soy Yahveh cuando abra vuestras tumbas y os haga salir de vuestras tumbas, pueblo mío. Infundiré mi espíritu en vosotros y viviréis; os estableceré en vuestro suelo, y sabréis que yo, Yahveh, lo digo y lo hago, oráculo de Yahveh."

 

Un Corazón Nuevo (Ezequiel 11, 19-21): "yo les daré un solo corazón y pondré en ellos un espíritu nuevo: quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne, para que caminen según mis preceptos, observen mis normas y las pongan en práctica, y así sean mi pueblo y yo sea su Dios. En cuanto a aquellos cuyo corazón va en pos de sus monstruos y abominaciones, yo haré recaer su conducta sobre su cabeza, oráculo del Señor Yahveh."

(18,31) Descargaos de todos los crímenes que habéis cometido contra mí, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué habéis de morir, casa de Israel?

(36, 25) Os rociaré con agua pura y quedaréis purificados; de todas vuestras impurezas y de todas vuestras basuras os purificaré. Y os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Infundiré mi espíritu en vosotros y haré que os conduzcáis según mis preceptos y observéis y practiquéis mis normas.

 

Nueva Vida en Cristo (Colosenses 3, 1-17): Así pues, si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos con él. Por tanto, mortificad vuestros miembros terrenos: fornicación, impureza, pasiones, malos deseos y la codicia, que es una idolatría, todo lo cual atrae la cólera de Dios sobre los rebeldes, y que también vosotros practicasteis en otro tiempo, cuando vivíais entre ellas. Mas ahora, desechad también vosotros todo esto: cólera, ira, maldad, maledicencia y palabras groseras, lejos de vuestra boca.

 

No os mintáis unos a otros. Despojaos del hombre viejo con sus obras, y revestíos del hombre nuevo, que se va renovando hasta alcanzar un conocimiento pefecto, según la imagen de su Creador, donde no hay griego y judío; circuncisión e incircuncisión; bárbaro, escita, esclavo, libre, sino que Cristo es todo y en todos. Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente, si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor os perdonó, perdonaos también vosotros. Y por encima de todo esto, revestíos del amor, que es el vínculo de la perfección.

 

Y que la paz de Cristo presida vuestros corazones, pues a ella habéis sido llamados formando un solo Cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite en vosotros con toda su riqueza; instruíos y amonestaos con toda sabiduría, cantad agradecidos, himnos y cánticos inspirados, y todo cuanto hagáis, de palabra y de boca, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por su medio a Dios Padre.

 

Conducta Ejemplar (Tito 3, 3-7 ): Pues también nosotros fuimos en algún tiempo insensatos, desobedientes, descarriados, esclavos de toda suerte de pasiones y placeres, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles y aborreciéndonos unos a otros. Mas cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor a los hombres, él nos salvó, no por obras de justicia que hubiésemos hecho nosotros, sino según su misericordia, por medio del baño de regeneración y de renovación del Espíritu Santo, que derramó sobre nosotros con largueza por medio de Jesucristo nuestro Salvador, para que, justificados por su gracia, fuésemos constituidos herederos, en esperanza, de vida eterna.

 

La vocación de Pablo (Gálatas 1, 13-24): Pues ya estáis enterados de mi conducta anterior en el Judaísmo, cuán encarnizadamente perseguía a la Iglesia de Dios y la devastaba, y cómo sobrepasaba en el Judaísmo a muchos de mis compatriotas contemporáneos, superándoles en el celo por las tradiciones de mis padres. Mas, cuando Aquel que me separó desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia, tuvo a bien revelar en mí a su Hijo, para que le anunciase entre los gentiles, al punto, sin pedir consejo ni a la carne ni a la sangre, sin subir a Jerusalén donde los apóstoles anteriores a mí, me fui a Arabia, de donde nuevamente volví a Damasco. Luego, de allí a tres años, subí a Jerusalén para conocer a Cefas y permanecí quince días en su compañía. Y no vi a ningún otro apóstol, y sí a Santiago, el hermano del Señor. Y en lo que os escribo, Dios me es testigo de que no miento. Luego me fui a las regiones de Siria y Cilicia; pero personalmente no me conocían las Iglesias de Judea que están en Cristo. Solamente habían oído decir: "El que antes nos perseguía ahora anuncia la buena nueva de la fe que entonces quería destruir". Y glorificaban a Dios a causa de mí.

 

CANTOS

 

En el cancionero "Gozaos en el Señor" encontrarás muchas canciones sobre la Vida Nueva. Insinuamos las siguientes:

 

Cuando Cristo vino

 

Dame un nuevo corazón

 

Dios es mi Padre

 

Espíritu Santo, ven, ven

 

Hay un río de vida

 

La fuente de arriba

 

Mi Dios está vivo

 

Si Cristo no cambia mi vida

 

Tengo una vida nueva

 

PARA PROFUNDIZAR

 

Como reflexión, toma los textos bíblicos anteriores y ayúdate con estas preguntas:

 

¿En qué aspectos de tu vida has deseado cambiar y qué has hecho para lograrlo?

 

¿Recuerdas a alguien que haya experimentado un cambio serio en su existencia?

 

¿Conoces cómo cambiaron Saulo, Agustín de Hipona y muchos más que han llenado las páginas de la historia?

 

¿Valdrá la pena transformar tu vida actual con la gracia de Dios?

 

APLICACIONES PRACTICAS

 

Haz una lista de aquellos aspectos de tu vida que necesitan una transformación.

 

Órale al Señor pidiéndole que te ayude a cambiar, a despojarte de tus pecados y defectos y a ser una persona nueva.

 

Invoca a Dios como a tu Padre, a Jesucristo como a tu Hermano y al Espíritu Santo como a quien te transforma y santifica.

 

Comparte con tus amigos la experiencia que estás viviendo al realizar este Seminario de Vida en el Espíritu.

 

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SEMINARIO DE VIDA EN EL ESPÍRITU - No.5

 

 

El Espíritu Santo

 

OBJETIVO

 

Reavivar el conocimiento del Espíritu Santo y el amor a Él.

 

ENSEÑANZA

 

Quién es el Espíritu Santo

 

Quizá el mejor camino para conocer al Espíritu Santo sea recurrir a los símbolos que usa la Biblia, cuando describe su actuar en el hombre y en la Iglesia. Los principales símbolos son el viento, el fuego, el agua, el aceite, la paloma y el don.

 

El fuego: el Espíritu descendió en lenguas de fuego sobre los apóstoles, en Pentecostés. El fuego purifica, ilumina y calienta. Eso hace el Espíritu en el hombre: lo limpia del pecado, le revela los misterios de Dios y enciende en los corazones el amor.

 

El viento: la palabra "espíritu" significa viento, aliento. Tal fue el huracán que sopló en Pentecostés, o el aliento de vida que exhaló Jesús sobre sus discípulos. Al llenarse del Espíritu Santo, los creyentes pueden respirar la vida del Señor, tener sus sentimientos, amar y pensar como Jesús.

 

El agua: Jesús invitó a beber del agua viva a cuantos estuviesen sedientos. Todos podemos beber de un mismo Espíritu y ser bautizados en Él. Como si fuésemos peces, requerimos movernos en sus ondas para vivir.

 

El aceite: de acuerdo a las costumbres de los hebreos, a los sacerdotes, profetas y reyes se les ungía con óleo. Cristo y los cristianos quedamos ungidos por el Espíritu Santo, y embalsamados como si lo fuéramos por un perfume. Ese es el aceite que alimenta la lámpara de nuestra vida y hace que brille con buenas obras.

 

La paloma: este símbolo puede referirse a diversos acontecimientos bíblicos como la creación o el diluvio o a pasajes de los salmos o del Cantar de los Cantares. También puede ser un símbolo del pueblo de Israel, de la Iglesia, manifestada por el Espíritu Santo.

 

El don: el Espíritu Santo, prometido por el Padre y por Jesús, fue derramado sobre la Iglesia tras la ascensión del Señor a los cielos. Ese regalo de Dios es el mejor presente que podemos pedir y recibir.

 

Qué hace el Espíritu Santo

 

El Espíritu Santo nos relaciona con Dios Padre, cuyos misterios nos revela y de quien nos hace hijos. El Espíritu nos ayuda a orar, dándonos motivo para nuestra alabanza y supliendo nuestras imperfectas plegarias. Él nos da a conocer la voz de Dios y nos manifiesta sus designios, al hablar por medio de los profetas.

 

El Espíritu Santo nos permite creer en Jesucristo, nos recuerda cuanto enseñó Jesús, y así nos lleva a la verdad completa. El nos da fuerza para dar testimonio de Jesús y nos transforma en imágenes vivas del Señor.

 

El Espíritu Santo nos reúne a los creyentes y forma la Iglesia, la une, la santifica, la hace católica y apostólica. Él da vida por medio de los sacramentos, derrama sus dones y carismas y los usa para la construcción del Reino de Dios en la tierra.

 

Esos carismas son muy numerosos. Ahora se los estudia, se los busca y se procura que se afirmen para el servicio de toda la comunidad.

 

El Espíritu Santo nos hace crecer en el Amor. Donde hay un acto auténtico de amor, está obrando el Espíritu de Dios. Él es el amor que se derrama en nuestros corazones (Romanos 5, 5) El Espíritu de Dios es el que posibilita "la comunión de los santos", es el que, siendo Señor y Dador de Vida, resucitará a los muertos, y el que a todos nos concederá la vida eterna. Él, a quien se le llama también "la Gloria", es quien brilla en nosotros con resplandor que crece de día en día (cfr. 2 Corintios 3, 18).

 

Cómo pedir el Espíritu Santo

 

Cada cristiano debe suplicar el don del Espíritu Santo. La plegaria de cada uno debe reforzarse con la oración de todo el grupo. Todos deben rogar al Señor que avive el fuego en la Iglesia. Todos pueden decir: "Bautízame, Señor, con ese bautismo de Espíritu Santo y fuego, de que hablaba tu Precursor. Es decir, destruye en mí todo pecado y abrásame en el fuego de tu amor". Así oraba san Juan Eudes, y san Buenaventura decía: "Nadie será lleno de ese fuego, si no reza y pide y llama, con pertinaz y urgente anhelo de esperanza".

 

Por eso, comprométete ahora en orar a Dios para que te dé su Espíritu, haz esa plegaria con sencillez, insistencia y fervor, apóyate en la oración de los demás. Recuerda que cuando varios se unen y piden en el nombre de Jesús, Él concede lo que se le suplica.

 

LA REVELACIÓN DE DIOS

 

Insinuamos la lectura de los siguientes pasajes de la Biblia. Su enseñanza permitirá una mejor comprensión del ser y del actuar del Espíritu Divino:

 

Juan 7, 37-39. "El último día de la fiesta, el más solemne, Jesús puesto en pie, gritó: "Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba el que crea en mí", como dice la Escritura: De su seno correrán ríos de agua viva. Esto lo deciá refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él. Porque aún no había Espíritu, pues todavía Jesús no había sido glorificado."

 

Gálatas 5, 19-23 : "Ahora bien, las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes, sobre las cuales os prevengo, como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios. En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí; contra tales cosas no hay ley."

 

También recomendamos leer los siguientes textos:

 

Ezequiel 37, 1-14

Lucas 11, 5-13

Juan 14, 16-17.26; 15, 26-27; 16, 7-15

Hechos 2, 1-14

Romanos 8, 1-27

1 Corintios 12, 3-13

 

CANTOS

 

En el cancionero "Gozaos en el Señor" encontrarás muchas canciones para pedir el Espíritu.

Insinuamos las siguientes:

 

Bautízame, Señor, con tu Espíritu

 

Es el viento

 

Espíritu Santo, pasa por aquí

 

Espíritu Santo, ven, ven

 

Fuego, fuego, fuego

 

Inunda mi ser

 

Pentecostés

 

PARA PROFUNDIZAR

 

Organiza un grupo y conversa con sus integrantes, ayudándote de estas preguntas:

 

¿Qué sabes tú del Espíritu Santo?

 

¿Cómo has vivido la vigilia y la fiesta de Pentecostés?

 

¿Qué piensas de los carismas?

 

Intercambia ideas sobre la imposición de manos.

 

APLICACIONES PRÁCTICAS

 

Aleja de ti la duda y prepárate para renovar la presencia del Espíritu Santo en ti. Vive el sacramento de la Reconciliación. Acepta a Jesús como Salvador y como Señor de tu vida y pídele te dé su Espíritu. Pide que te impongan las manos mientras invitas al Espíritu de Dios a tu vida.

 

 

SEMINARIO DE VIDA EN EL ESPÍRITU - No.6

 

 

El Crecimiento Espiritual

 

OBJETIVO

 

Proponer caminos para llevar a plenitud la Vida en el Espíritu

 

ENSEÑANZA

 

Desde que nace hasta que muere, todo hombre está invitado a crecer. Físicamente alcanza su mayor estatura hacia los 18 años, psicológicamente puede alcanzar la madurez algunos años más tarde, intelectualmente sigue aprendiendo hasta muy avanzada edad, y espiritualmente puede progresar siempre hasta que llegue el momento definitivo del encuentro con Dios.

 

El que no alcanza la madurez en cualquier área de su personalidad, permanece en un grado de subdesarrollo e imperfección.

 

Si nos concretamos al aspecto espiritual, podemos decir que el crecimiento es un regalo de Dios, pero que el hombre puede colaborar con la acción divina, imitando a Jesús que crecía en estatura, sabiduría y gracia delante de Dios y de los hombres (Luc. 2, 52).

 

Para proponer acciones que pudiesen ayudarnos en nuestro crecimiento interior, podemos seguir pasos parecidos a los que vivimos en nuestro desarrollo:

 

1. Alimentarse: necesitamos nutrirnos espiritualmente

 

Leyendo la Palabra revelada, pues no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que brota de los labios de Dios (Luc. 4, 4)

 

Obedeciendo la ley divina: como Jesús, cuyo alimento era hacer la voluntad de su Padre (Jn. 4, 34)

 

Comulgando el pan eucarístico, pues quien lo come tiene vida eterna (Jn. 6, 35).

 

2. Orar: necesitamos hablar con nuestro Padre Celestial

 

Aprendiendo las plegarias básicas de memoria

 

Alabando, bendiciendo, agradeciendo, suplicando o intercediendo con palabras propias o en silencio o cantando, en particular o en grupos (Ef. 5, 19)

 

Participando en la oración litúrgica de la Iglesia

 

Haciendo de la vida una oración continua (Col. 4, 2).

 

3. Cuidar la salud espiritual: previniendo o superando todo vicio y todo pecado

 

Evitando caer en la tentación (Mt. 6, 13)

 

Arrepintiéndonos del pecado cometido (Mc 1, 15; Hech. 3, 19)

 

Recurriendo al sacramento de la Reconciliación, o a los sacramentales instituidos por la Iglesia si la culpa no fue mortal

 

Corrigiendo nuestros defectos y costumbres reñidos con el evangelio.

 

4. Relacionarse con los demás que son, como nosotros, hijos de Dios, hermanos de Jesús y Templos del Espíritu Santo:

 

Conociendo a los hermanos en la fe

 

Insertándose en la comunidad cristiana, en sus asambleas y actividades (Hech. 2, 42)

 

Orando por los demás y apoyándose en su oración (Ef. 6, 18)

 

Compartiendo con el prójimo lo que somos, lo que sabemos y lo que tenemos (Hech. 2, 45)

 

5. Estudiar nuestra fe, siguiendo el consejo de san Pedro: "Creced en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo" (2 Pe. 3, 18)

 

Superando el analfabetismo espiritual

 

Conociendo la Palabra de Dios de manera seria

 

Leyendo la doctrina de la Iglesia: el Magisterio de los Papas, Obispos y Concilios, los autores espirituales y los teólogos

 

Haciendo actos de fe, y pidiéndole a Jesús nos la aumente (Luc. 17, 5)

 

Dando razón de nuestra esperanza a quien nos lo pida (1 Pe. 3, 15)

 

6. Crecer en el amor

 

Cumpliendo el primer mandamiento, que es amar a Dios con toda la mente, con toda la voluntad y con todo el corazón (Mt. 22, 37)

 

Amando a nuestro prójimo como a nosotros mismos, siguiendo el ejemplo de Cristo, que nos amó hasta el extremo (Mt. 19, 19; Jn. 13, 1)

 

No reduciéndonos a expresar ese amor con palabras, sino con obras, pues éstas son amores y no las meras razones (1 Jn. 3, 18)

 

7. Ejercitarse

 

Imitando a los atletas que se esfuerzan por llegar hasta la meta y conseguir la corona (1 Cor. 9, 24; 2 Tim. 2, 5)

 

Colaborando con Dios en la construcción de su Reino (1 Cor. 3, 9)

 

Yendo por todo el mundo, haciendo discípulos y enseñándoles lo que mandó Jesús (Mt. 28, 19)

 

LA REVELACIÓN DE DIOS

Para profundizar la enseñanza expuesta en los párrafos anteriores, sugerimos la lectura de los siguientes pasajes bíblicos:

 

1 Cor 3, 1-3: Yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche y no alimento sólido, pues todavía no lo podíais soportar. Ni aun lo soportáis al presente; pues todavía sois carnales. Porque, mientras haya entre vosotros envidia y discordia ¿no es verdad que sois carnales y vivís a lo humano?

 

Heb. 5, 12-14: Pues debiendo ser ya maestros en razón del tiempo, volvéis a tener necesidad de ser instruidos en los primeros rudimentos de los oráculos divinos, y os habéis hecho tales que tenéis necesidad de leche en lugar de manjar sólido. Pues todo el que se nutre de leche desconoce la doctrina de la justicia, porque es niño. En cambio, el manjar sólido es de adultos; de aquellos que, por costumbre, tienen las facultades ejercitadas en el discernimiento del bien y del mal.

 

Jn. 6, 53-58: Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.» 

 

Luc. 11, 1-13: Y sucedió que, estando él orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: «Señor, ensénanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos.» El les dijo: «Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, y perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación.» Les dijo también: «Si uno de vosotros tiene un amigo y, acudiendo a él a medianoche, le dice: "Amigo, préstame tres panes, porque ha llegado de viaje a mi casa un amigo mío y no tengo qué ofrecerle", y aquél, desde dentro, le responde: "No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme a dártelos", os aseguro, que si no se levanta a dárselos por ser su amigo, al menos se levantará por su importunidad, y le dará cuanto necesite.» Yo os digo: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra; o, si pide un huevo, le da un escorpión? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!»

 

Mc. 7, 18-23: El les dijo: «¿Conque también vosotros estáis sin inteligencia? ¿No comprendéis que todo lo que de fuera entra en el hombre no puede contaminarle, pues no entra en su corazón, sino en el vientre y va a parar al excusado?» - así declaraba puros todos los alimentos -. Y decía: «Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre.»

 

Hech. 2, 42-47: Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones. El temor se apoderaba de todos, pues los apóstoles realizaban muchos prodigios y señales. Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el precio entre todos, según la necesidad de cada uno. Acudían al Templo todos los días con perseverancia y con un mismo espíritu, partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón. Alababan a Dios y gozaban de la simpatía de todo el pueblo. El Señor agregaba cada día a la comunidad a los que se habían de salvar.

 

Ef. 1, 15-23: Por eso, también yo, al tener noticia de vuestra fe en el Señor Jesús y de vuestra caridad para con todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros recordándoos en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os conceda espíritu de sabiduría y de revelación para conocerle perfectamente; iluminando los ojos de vuestro corazón para que conozcáis cuál es la esperanza a que habéis sido llamados por él; cuál la riqueza de la gloria otorgada por él en herencia a los santos, y cuál la soberana grandeza de su poder para con nosotros, los creyentes, conforme a la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándole de entre los muertos y sentándole a su diestra en los cielos, por encima de todo Principado, Potestad, Virtud, Dominación y de todo cuanto tiene nombre no sólo en este mundo sino también en el venidero. = Bajo sus pies sometió todas la cosas = y le constituyó Cabeza suprema de la Iglesia, que es su Cuerpo, la Plenitud del que lo llena todo en todo.

 

1 Jn. 2, 9-17: Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano, está aún en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien aborrece a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos. Os escribo a vosotros, hijos míos, porque se os han perdonado los pecados por su nombre. Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al Maligno. Os he escrito a vosotros, hijos míos, porque conocéis al Padre, Os he escrito, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os he escrito, jóvenes, porque sois fuertes y la Palabra de Dios permanece en vosotros y habéis vencido al Maligno. No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Puesto que todo lo que hay en el mundo - la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la jactancia de las riquezas - no viene del Padre, sino del mundo. El mundo y sus concupiscencias pasan; pero quien cumple la voluntad de Dios permanece para siempre.

 

1 Cor. 9, 24-27: ¿No sabéis que en las carreras del estadio todos corren, mas uno solo recibe el premio? ¡Corred de manera que lo consigáis! Los atletas se privan de todo; y eso ¡por una corona corruptible!; nosotros, en cambio, por una incorruptible. Así pues, yo corro, no como a la ventura; y ejerzo el pugilato, no como dando golpes en el vacío, sino que golpeo mi cuerpo y lo esclavizo; no sea que, habiendo proclamado a los demás, resulte yo mismo descalificado.

 

CANTOS

 

El cancionero "Gozaos en el Señor" nos ofrece muchos cánticos que nos pueden servir para bendecir a Dios y para profundizar en el conocimiento de su amor. Sugerimos los siguientes:

 

¡Alto, escúchame!

 

Amar es entregarse

 

Amémonos de corazón

 

Creced, creced

 

Cuántas veces, Señor, yo pequé

 

Escuchar tu Palabra

 

No podemos caminar

 

Yo quiero más y más

 

PARA PROFUNDIZAR

 

Organiza un grupo de reflexión e intercambia opiniones ayudado por estas preguntas:

 

¿Qué ha significado para ti el grupo de oración?

 

¿Participas con frecuencia en la eucaristía?

 

¿Lees a diario la Palabra de Dios?

 

¿Frecuentas el sacramento de la Reconciliación?

 

¿Recomiendas alguna lectura que te ha servido en tu progreso espiritual?

 

¿Qué servicio apostólico has desempeñado?

 

APLICACIONES PRÁCTICAS

 

Para crecer en la gracia y el conocimiento del Señor, procura:

 

Orar diariamente

 

Acercarte a los sacramentos de la Reconciliación y la Eucaristía

 

Leer la Biblia y los principales documentos de la Iglesia

 

Visitar un hospital o una cárcel

 

Dar una limosna a los pobres

 

Participar en un grupo apostólico.

 

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SEMINARIO DE VIDA EN EL ESPÍRITU - No.7

 

 

La Transformación en Cristo

 

OBJETIVO

 

Suplicar al Espíritu Santo la gracia de ser como otro Cristo

 

ENSEÑANZA

 

Los hombres fuimos creados a imagen y semejanza de Dios (Gén. 1, 27). Perdimos ese parecido por culpa de Adán, pero lo recuperamos por el amor de Cristo, que se hizo semejante en todo a nosotros, menos en el pecado (Heb. 2, 17) para que volviésemos a ser semejantes al Creador.

 

La meta de los cristianos es acoger al Señor y permitirle que more en nuestro corazón y nos transforme en Él, de modo que podamos exclamar: "Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí" (Gál. 2, 20). Realizar esa afirmación del Apóstol es una gracia para cualquier persona. "Ese es el ideal y la meta que traspasa e invade a la Renovación Católica, y el programa de vida de quienes se someten a la guía del Espíritu Santo", enseñó el Papa Juan Pablo II.

 

Jesús quiere morar en sus discípulos. Él habló de venir con el Padre y con el Espíritu Paráclito, para hacer su morada en nosotros, y puede realizarlo si nuestra mente piensa en Él, si nuestro corazón lo ama, si nuestra memoria lo evoca, si nuestros deseos lo anhelan, si nuestros actos se realizan de acuerdo con su voluntad.

 

El hombre que se compromete con ese ideal se va transformando en Jesucristo: piensa como pensó Jesús (1 Cor. 2, 16), ama como el Señor amó (Jn. 13, 34; 15, 12; 1 Jn. 2, 6; Ef. 5, 2), perdona, acoge y sirve como Él lo hizo (Col. 3, 13; Rom. 15, 7;  Mt. 20, 27-28). Esa identificación con Jesús llega a ser tan grande que, según san Pablo, "somos conformes a la imagen de su Hijo" (Rom. 8, 29) y se puede afirmar que "el cristiano es otro Cristo". Esto es un regalo del Espíritu Santo.

 

Identificarse con Jesús

 

Los cristianos hablan de imitar a Jesucristo y de comportarse en cada momento como lo haría Jesús. Esa manera de expresarse se encuentra en la Biblia y en los escritos espirituales.

 

Pero otro modo de hablar, más intenso y comprometido, que también se lee en la Biblia, es el que nos lleva a recordar que los bautizados formamos con Jesucristo un mismo cuerpo, del cual somos miembros, y que Él nos puede usar como instrumentos para realizar su obra: nuestras palabras le permiten seguir anunciando su evangelio, nuestros actos le posibilitan expresar su misericordia ante el sufrimiento de los hombres, nuestros sentimientos prolongan los suyos impregnados de amor y obediencia hacia su Padre, y nuestros dolores completan lo que faltó a su pasión.

 

También nuestra oración de alabanza y de súplica debe unirse a la de Jesús, y haciéndose expresión de la plegaria del Hijo de Dios, llegar hasta el corazón del Padre. Eso lo expresa la liturgia cuando, en la anáfora eucarística, exclama: "Por Cristo, con Él y en Él, se te dé, oh Padre, todo honor y toda gloria". En esa frase cada preposición tiene un sentido especial: "Por" alude a Cristo mediador, a través del cual llegamos a Dios. "Con" se refiere a Jesús nuestro hermano, solidario con nosotros en nuestras súplicas. "En" recuerda nuestra unión con Jesucristo, con quien formamos un solo cuerpo.

 

María, modelo de la transformación en Cristo

 

La mujer que realizó de modo perfecto la unión con Jesús y la transformación en Él fue María, su madre: ella lo llevó nueve meses en sus entrañas, lo acogió recién nacido, lo acompañó desde el pesebre hasta el Calvario, conservó en su corazón todo lo que a Él atañía y estuvo siempre llena de su amor.

 

Jesús y María parecían no tener sino un mismo espíritu y un mismo corazón. Con razón, y más que san Pablo, podía decir la Virgen: "No vivo yo, sino que es Cristo el que vive en mí", pues era Jesús el que vivía y reinaba en el corazón de María (Gál. 2, 20).

 

Eso lo experimentó María por bondad del Espíritu Santo, quien la llenó de gracia, la plasmó a imagen de Jesús y formó en las entrañas virginales de nuestra Señora el cuerpo de Jesús.

 

Es también el Espíritu Santo quien hace que Jesús viva en la Iglesia y en cada cristiano, de modo que cada uno de nosotros disminuya para que crezca Él, se posesione de nosotros y nos incorpore plenamente en su ser.

 

LA REVELACIÓN DE DIOS

 

Para profundizar la enseñanza expuesta, insinuamos la lectura meditada de los siguientes pasajes bíblicos:

 

Juan 15, 1-17.- "Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos. Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado. Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Lo que os mando es que os améis los unos a los otros."

Juan 17, 20-25 .- "No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí, para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí. Padre, los que tú me has dado, quiero que donde yo esté  estén también conmigo, para que contemplen mi gloria, la que me has dado, porque me has amado antes de la creación del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido y éstos han conocido que tú me has enviado.

Filipenses 2, 1-11.- "Así, pues, os conjuro en virtud de toda exhortación en Cristo, de toda persuasión de amor, de toda comunión en el Espíritu, de toda entrañable compasión, que colméis mi alegría, siendo todos del mismo sentir, con un mismo amor, un mismo espíritu, unos mismos sentimientos. Nada hagáis por rivalidad, ni por vanagloria, sino con humildad, considerando cada cual a los demás como superiores  a sí mismo, buscando cada cual no su propio interés sino el de los demás.Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo: El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús = toda rodilla se doble = en los cielos, en la tierra y en los abismos, = y toda lengua confiese = que Cristo Jesús es SEÑOR para gloria de Dios Padre.

Filipenses 2, 12-30.- "Así pues, queridos míos, de la misma manera que habéis obedecido siempre, no sólo cuando estaba presente sino mucho  más ahora que estoy ausente, trabajad con temor y temblor por vuestra salvación, pues Dios es quien obra en vosotros el querer y el obrar, como bien le parece. Hacedlo todo sin murmuraciones ni discusiones para que seáis irreprochables e inocentes, = hijos de Dios sin tacha en medio de una generación tortuosa y perversa, = en medio de la cual brilláis como antorchas en el mundo, presentándole la Palabra de vida para orgullo mío en el Día de Cristo, ya que no habré corrido ni me habré fatigado en vano. Y aun cuando mi sangre fuera derramada como libación sobre el sacrificio y la ofrenda de vuestra fe, me alegraría y congratularía con vosotros. De igual manera también vosotros alegraos y congratulaos conmigo. Espero en el Señor Jesús poder enviaros pronto a Timoteo, para quedar también yo animado con vuestras noticias. Pues a nadie tengo de tan iguales sentimientos que se preocupe sinceramente de vuestros intereses, ya que todos buscan sus propios intereses y no los de Cristo Jesús. Pero vosotros conocéis su probada virtud, pues como un hijo junto a su padre ha servido conmigo en favor del Evangelio. A él, pues, espero enviaros tan pronto como vea clara mi situación. Y aun confío en el Señor que yo mismo podré ir pronto. Entretanto, he juzgado necesario devolveros a Epafrodito, mi hermano, colaborador y compañero de armas, enviado por vosotros con el encargo de servirme en mi necesidad, porque os está añorando a todos vosotros y anda angustiado porque sabe que ha llegado a vosotros la noticia de su enfermedad. Es cierto que estuvo enfermo y a punto de morir. Pero Dios se compadeció de él; y no sólo de él, sino también de mí, para que no tuviese yo tristeza sobre tristeza. Así pues, me apresuro a enviarle para que viéndole de nuevo os llenéis de alegría y yo quede aliviado en mi tristeza. Recibidle, pues, en el Señor con toda alegría, y tened en estima a los hombres como él, ya que por la obra de Cristo ha estado a punto de morir, arriesgando su vida para supliros en el servicio que no  podíais prestarme vosotros mismos.

Filipenses 3, 7-17.- Pero lo que era para mí ganancia, lo he juzgado una pérdida a causa de Cristo. Y más aún: juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no con la justicia mía, la que viene de la Ley, sino la que viene por la fe de Cristo, la  justicia que viene de Dios, apoyada en la fe, y conocerle a él, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a él en su muerte, tratando de llegar a la resurrección de entre los muertos. No que lo tenga ya conseguido o que sea ya perfecto, sino que continúo mi carrera por si consigo alcanzarlo, habiendo  sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús. Yo, hermanos, no creo haberlo alcanzado todavía. Pero una cosa hago: olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo que  está por delante, corriendo hacia la meta, para alcanzar el premio a que Dios me llama desde lo alto en Cristo Jesús. Así pues, todos los perfectos tengamos estos sentimientos, y si en algo sentís de otra manera, también eso os lo declarará Dios. Por lo demás, desde el punto a donde hayamos llegado, sigamos adelante. Hermanos, sed imitadores míos, y fijaos en los que viven según el modelo que tenéis en nosotros.

Colosenses 3, 4-18.- Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos con él. Por tanto, mortificad vuestros miembros terrenos: fornicación, impureza, pasiones, malos deseos y la codicia, que es una idolatría, todo lo cual atrae la cólera de Dios sobre los rebeldes, y que también vosotros practicasteis en otro tiempo, cuando vivíais entre ellas. Mas ahora, desechad también vosotros todo esto: cólera, ira, maldad, maledicencia y palabras groseras, lejos de  vuestra boca. No os mintáis unos a otros. Despojaos del hombre viejo con sus obras, y revestíos del hombre nuevo, que se va renovando hasta alcanzar un conocimiento pefecto, según la imagen de su  Creador, donde no hay griego y judío; circuncisión e incircuncisión; bárbaro, escita, esclavo, libre, sino que Cristo es todo y en todos. Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente, si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor os perdonó, perdonaos también vosotros. Y por encima de todo esto, revestíos del amor, que es el vínculo de la perfección. Y que la paz de Cristo presida vuestros corazones, pues a ella habéis sido llamados formando un solo Cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite en vosotros con toda su riqueza; instruíos y amonestaos con toda sabiduría, cantad  agradecidos, himnos y cánticos inspirados, y todo cuanto hagáis, de palabra y de boca, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por su medio  a Dios Padre. Mujeres, sed sumisas a vuestros maridos, como conviene en el Señor.

1 Pedro 2, 4-10.- Acercándoos a él, piedra viva, desechada por los hombres, pero elegida, preciosa ante Dios, también vosotros, cual piedras vivas, entrad en la construcción de un edificio espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios por mediación de Jesucristo. Pues está en la Escritura: = He aquí que coloco en Sión una piedra angular, elegida, preciosa y el que crea en ella no será confundido. = Para vosotros, pues, creyentes, el honor; pero para los incrédulos, = la piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido, = = en piedra de tropiezo y roca de escándalo. = Tropiezan en ella porque no creen en la Palabra; para esto han sido destinados. Pero vosotros sois = linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, = para anunciar las alabanzas de Aquel que os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz vosotros que en un tiempo = no = erais = pueblo = y que ahora sois el Pueblo de Dios, de los que antes = no se tuvo compasión, = pero ahora = son compadecidos. =

 

CANTOS

 

Los cantos que luego se indican pueden servir para profundizar el tema expuesto en este seminario, y para alabar y bendecir a Dios por el honor que nos hace y que es inmenso:

 

Cristo está conmigo

Cristo vive en mí

Cuando Cristo vino a mi corazón

Deja la gloria de Dios brillar

Enamorado de Jesús, enamorado

Él está junto a mí

 El Señor siempre está conmigo

Este avivamiento

Jesús, Jesús amigo

Jesús, Jesús de Nazareth

Junto a ti, María

Madre de Jesús

 

 

PARA PROFUNDIZAR

 

Reflexiona en tu oración ayudado por las preguntas que aquí se plantean, o utilízalas para animar la conversación en el grupo de oración con el que sigues el Seminario aquí propuesto:

 

¿Qué lugar ocupa Cristo en tu vida? 

¿Conoces a alguien que refleje la presencia de Cristo, a través de sus palabras y del testimonio de vida?

¿Cómo definirías tu relación con Cristo: la de discípulo, seguidor, servidor o amigo con respecto de Él?

¿Qué significa para ti el ejemplo de María, como modelo en la relación con Jesús?

¿Puedes tú decir que Cristo vive en ti?

APLICACIONES PRÁCTICAS

 

Invoca al Espíritu Santo y pídele que forme a Jesús en tu vida.

Ábrele la puerta a Jesucristo y dile que deseas que viva por la fe en tu corazón.

Pide a la Virgen María que te enseñe a aceptar a Jesús por la fe y el amor.

Comparte con otros tu testimonio de cómo encontraste a Jesús y qué significa Él en tu vida.

Difunde libros, folletos, revistas, casetes de tema cristiano.

Organiza una vigilia de oración ante Jesús en la Eucaristía.

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