El papa en una favela de Brasil: "La realidad puede cambiar, el hombre puede cambiar"
"Nunca se desanimen, no pierdan la confianza, no dejen que la esperanza se apague. La realidad puede cambiar, el hombre puede cambiar. Sean los primeros en tratar de hacer el bien, de no habituarse al mal, sino a vencerlo", dijo el Papa en Varginha, una de las comunidades más violentas del país.
El sumo pontífice hizo un llamado a los de más recursos, a los poderes públicos y "a todos los hombres de buena voluntad comprometidos en la justicia social" para que, según sus propias palabras, no se cansen de trabajar por un mundo más justo y más solidario.
"Nadie puede permanecer indiferente ante las desigualdades que aún existen en el mundo. Que cada uno, según sus posibilidades y responsabilidades, ofrezca su contribución para poner fin a tantas injusticias sociales. No es la cultura del egoísmo, del individualismo, que muchas veces regula nuestra sociedad, la que construye y lleva a un mundo más habitable, sino la cultura de la solidaridad; no ver en el otro un competidor o un número, sino un hermano", explicó.
Asimismo, el Papa dijo que la medida de la grandeza de una sociedad está determinada por la forma en que trata a quien está más necesitado, a quien no tiene más que su pobreza.
En otro aparte de su discurso, Francisco dijo que "es necesario dar pan a quien tiene hambre; es un acto de justicia. Pero hay también un hambre más profunda, el hambre de una felicidad que sólo Dios puede saciar".
Por la mañana, Francisco bendijo las banderas de los Juegos Olímpicos que Rio organizará en 2016 en una ceremonia en el Palacio de la Ciudad a la que asistieron el exastro del futbol Zico y el exbasquetbolista Oscar Schmidt, que padece cáncer. Francisco es apasionado del futbol y fanático del equipo argentino de San Lorenzo.
Al hablar ante los 40.000 jóvenes argentino que asisten a la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro, Francisco confesó en tono de broma que a menudo se siente “enjaulado”.
El pontífice hizo este comentario al reunirse con jóvenes argentinos reunidos en la catedral de Río, muchos de los cuales llevaban varias horas esperándolo dentro del templo.
“Siento que estéis aquí enjaulados. Os tengo que confesar que yo también muchas veces me siento enjaulado y ¡qué feo es sentirse enjaulado!”, dijo Francisco, lo cual provocó risas y aplausos de los jóvenes.
También recibió las llaves de la ciudad, bendijo a la multitud y les pidió riendo en castellano, "y recen por mí".
El papa Juan Pablo II ya había visitado en 1980 la favela de Vidigal, al borde del Atlántico, donde afirmó entonces que en todo el mundo "la Iglesia desea ser la Iglesia de los pobres" en momentos en que curas brasileños eran acusados de comunistas por defender a los más desposeídos.
Emocionado, Juan Pablo II se sacó su anillo de oro y se lo regaló a los habitantes de Vidigal, que lo guardaron como reliquia junto a la parroquia local.
Pero el anillo fue robado años después.Francisco, llamado también el "papa de los pobres", denunció, cuando era arzobispo de Buenos Aires, la "exclusión" de "grandes masas de la población" debido al neoliberalismo y a la globalización.
Este miércoles, ante unos 200,000 fieles reunidos en el mayor santuario católico de Brasil en Aparecida, bajo la lluvia que lo persigue desde que llegó a Brasil, el Papa alertó en su primera gran misa en el país que muchos jóvenes son atraídos por "ídolos que se ponen en el lugar de Dios y parecen dar esperanza: el dinero, el éxito, el poder, el placer".
Por la noche también visitó un centro de rehabilitación de drogadictos en un hospital franciscano al pie de favelas, y este viernes se reunirá con un grupo de presos.
En el hospital San Francisco de Asís, el papa de 76 años, advirtió contra la "liberalización del consumo de drogas", una idea que suma adeptos en Latinoamérica tras el fracaso de la guerra contra las drogas y sus decenas de miles de muertos. Francisco pidió en vez "afrontar los problemas que están a la base de su uso".
Francisco busca revitalizar la Iglesia que atraviesa una crisis, sacudida por escándalos de corrupción y de pedofilia, así como por una sangría de fieles frente al ascenso de los evangélicos y del laicismo. Varginha, por ejemplo, tiene una sola iglesia católica y cuatro neopentecostales.
"Un millón de fieles" en Copacabana
Según el Vaticano, un millón de fieles se dieron este jueves la bienvenida al papa Francisco a la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), en una festiva ceremonia en la playa de Copacabana de Río de Janeiro.Ahí, el pontífice pidió a los muchachos que pongan a Cristo en sus vidas, y que estén en guardia ante la tentación de creer que el dinero y el poder es lo que da la felicidad.
"No es así. Tener, el dinero, el poder puede ofrecer un momento de embriaguez, la ilusión de ser felices, pero, al final, nos dominan y nos llevan a querer tener cada vez más, a no estar nunca satisfechos.
¡"Pon a Cristo en tu vida, pon tu confianza en él y no quedarás defraudado!".
A las 17:00 horas (tiempo local), cuando el pontífice inició su recorrido de papamóvil desde el Fuerte de Copacabana hasta el palco en que saludaría a los jóvenes, los organizadores anunciaron que ya había un millón de personas en la playa más famosa de Brasil.
Ya en el gigantesco palco montado en medio de la playa, el pontífice se sorprendió de ver la inmensa multitud que desafiaba un inusual frío en Río de Janeiro para poder verlo.
"Ustedes están mostrando que la fe es más fuerte que el frío y la lluvia. Felicitaciones. Ustedes son unos verdaderos guerreros", dijo el papa Francisco antes de recibir una ovación que se escuchó a lo largo de los cuatro kilómetros de la playa.
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