domingo, 26 de julio de 2015

En presencia de los ángeles tañeré en tu honor, me postraré en dirección a tu santo Templo

             ADORAR CON LOS ÁNGELES

 

“En presencia de los ángeles tañeré en tu honor, me postraré en dirección a tu santo Templo” Sal 138,1

 
 
 
 


Estamos acostumbrados a pensar que somos la cima de la creación, y es cierto, pero de la creación física. El hombre participa de la creación física y al mismo tiempo de la creación espiritual, pues tiene una naturaleza espiritual que le capacita para relacionarse con Dios.
 
Dentro de la creación espiritual no estamos solos, Dios también creó a los ángeles, que son espíritus puros. En la Biblia se nos dice que los ángeles llevan la Palabra de Dios a los hombres, son ejecutores de la voluntad de Dios y encargados de cumplir sus órdenes, ayudan a los hombres de Dios ofreciéndoles protección, ánimo y auxilio, sirven a Jesucristo en el desierto o en Getsemaní, están empeñados en combates espirituales contra los Príncipes del Mal…, pero, si hay una misión que destaque en ellos, es la de adorar a Dios.
 
Los ángeles, sobre todo y antes que otra cosa, son adoradores de Dios. El Padre, “al introducir a su Primogénito en el mundo dice: ‘Y adórenle todos los ángeles de Dios’”  (Hb 1,6).

En la visión de Juan muchas veces es la iniciativa de los ángeles la que da comienzo a la adoración.
 
Así sucede, por ejemplo, en esta grandiosa escena que narra tan expresivamente: “En la visión oí la voz de una multitud de ángeles alrededor del trono, de los Vivientes y de los Ancianos. Su número era miríadas de miríadas y millares de millares, y decían con fuerte voz: ‘Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza’.
 
Y toda criatura, del cielo, de la tierra, de debajo de la tierra y del mar, y todo lo que hay en ellos, oí que respondían: ‘Al que está sentado en el trono y al Cordero, alabanza, honor, gloria y poder por los siglos de los siglos’. Y los cuatro Vivientes decían: ‘Amén’, y los Ancianos se postraron para adorar” (Ap 5,11-14).

Tan impresionado está Juan por la presencia y el aspecto de los ángeles, que siente deseos de adorarlos, y entonces es corregido: “Yo, Juan, fui el que vi y oí esto. Y cuando lo oí y vi, caí a los pies del ángel que me había mostrado todo esto para adorarle. Pero él me dijo: ‘No, cuidado; yo soy un siervo como tú y tus hermanos los profetas y los que guardan las palabras de este libro. A Dios tienes que adorar’” (Ap 22,8-9).

¿Pensamos que estas revelaciones no tienen nada que ver con nosotros?
 
El adorador participa.  aunque sea de modo parcial e imperfecto todavía, de la única y perfecta adoración.
 
Si al adorar a Dios nos acercamos al Trono de gracia, ¿qué tiene de sorprendente que lo hagamos junto con miríadas de ángeles, con los bienaventurados y con los que en la tierra dan culto al Señor en sus corazones?
 
A los adoradores de la Nueva Alianza es aplicable aquella palabra que dice:“Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celestial, y a miríadas de ángeles, reunión solemne, y a la asamblea de los primogénitos inscritos en los cielos, y a Dios, juez universal, y a los espíritus de los justos llegados ya a su perfección, y a Jesús, mediador de una nueva alianza, y a la aspersión purificadora de una sangre que habla más fuerte que la de Abel” (Hb 12,22-24).

Palabra profética

     Visión durante la adoración: Todos los adoradores se unen a un cortejo triunfal que está proclamando la gloria de Dios.

      Los ángeles están al frente de ese cortejo y van proclamando la Gloria de Dios por todo lugar en los cielos y en la tierra.

      Por todas partes y a la vez los ángeles la proclaman con gran poder. 

     Al mismo tiempo los enemigos se esconden porque no puede resistir la fuerza de esta proclamación y por el tormento que significa para ellos saber que nunca podrán participar de ese culto.

 
 

                                                *   *   *

1 comentario:

  1. Visión durante la adoración: Todos los adoradores se unen a un cortejo triunfal que está proclamando la gloria de Dios.

    Los ángeles están al frente de ese cortejo y van proclamando la Gloria de Dios por todo lugar en los cielos y en la tierra.

    Por todas partes y a la vez los ángeles la proclaman con gran poder.

    Al mismo tiempo los enemigos se esconden porque no puede resistir la fuerza de esta proclamación y por el tormento que significa para ellos saber que nunca podrán participar de ese culto.

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