Las escrituras dicen claramente que es posible que un verdadero
seguidor de Jesús vea y entienda la gloria de Dios. Ciertamente, nuestro Señor
revela su gloria a todo aquel que la pide y busca diligentemente. Más aún, yo
creo que la revelación de la gloria de Dios equipará a Su pueblo en los días
venideros. Pablo declara que esa revelación es "...para edificarlos y
darles herencia entre todos los santificados." (Hch. 20:32).
Contrario a la creencia de algunos cristianos, la gloria de Dios no es
una manifestación física. No es un sentir extático que cae sobre ti. Tampoco es
una aura sobrenatural o luz angelical. ¡Sencillamente, la gloria de Dios es una
revelación de su naturaleza y atributos!
El Señor mismo define Su gloria de esta manera en las escrituras. Por
lo tanto, cuando oramos, "Señor, muéstrame tu gloria," en realidad
estamos orando lo siguiente, "Padre, revélame quién eres." Y si el
Señor nos da una revelación de su gloria , es una revelación de cómo El quiere
ser conocido por nosotros.
La experiencia de Moisés con la gloria de Dios demuestra esta verdad.
El Señor envió a Moisés a libertar a Israel sin haberle dado una plena
revelación de quién era el Dios de Israel. El Señor sólo le dijo, "Ve, y
diles que YO SOY te envió." Pero El no dio explicación de quien era
"YO SOY."
Yo creo que por eso Moisés clamó, "...Te ruego que me muestres tu
gloria." (Ex. 33:18). Moisés tenía hambre y sed insaciable por conocer
quién era el YO SOY—por conocer su naturaleza y carácter.
Y el Señor contestó la oración de Moisés. Primero, El le dijo a Moisés
que se escondiera en la grieta de una roca. Sin embargo, mientras Moisés
esperaba que apareciera la gloria de Dios, el no vio truenos, ni relámpagos, ni
temblor de tierra. Más bien, la gloria de Dios se manifestó en una revelación
sencilla:
"Y pasando Yavé por delante de él, proclamó: Yavé, Yavé, fuerte,
misericordioso, y piadoso; tardo para la ira, y grande en benignidad y verdad;
Que guarda la misericordia en millares, que perdona la iniquidad, la rebelión,
y el pecado,..." (Ex. 34;6-7).
Ahora bien, Dios sólo revela su poder y
gloria con un propósito. Así que, ¿cuál fue su propósito? Con toda certeza no
fue para darle a Moisés un momento de éxtasis. Y no era para darle un legado,
algo que contarle a sus hijos y nietos.
¡No—Dios permitió que Moisés viera Su gloria
para que el fuera cambiado por ella! Y lo mismo se aplica a nosotros hoy. ¡Dios
nos revela Su gloria para que, al verla, seamos cambiados en Su propia imagen!
Hoy, Jesucristo es la imagen de quién Dios
es. Cuando nuestro Señor se hizo carne, fue una revelación plena de la
misericordia, gracia, bondad y deseo de perdonar del Padre celestial. Dios
envolvió toda su naturaleza y carácter en Jesús. ¡Y cualquier revelación de Su
gloria es para cambiarnos a una expresión de Cristo!
El apóstol Pablo entendió muy bien el
propósito y efecto de ver la gloria de Dios. El la apreciaba como poderosa para
cambiar al espectador—para revolucionar la vida de todo seguidor de Cristo.
"Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo
la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma
semejanza, como por el Espíritu del Señor."(2 Co. 3:18).
Pablo nos dice, "Una vez que recibas
esta revelación de la gloria de Dios—el Espíritu Santo abrirá tus ojos para que
aprecies más de estos aspectos de naturaleza y carácter. ¡Tendrás una
revelación de Dios en aumento, en la forma en que Él quiere ser conocido por
ti!"
Entonces Pablo dice en un tono mucho más
fuerte: "Que el Dios del Señor nuestro Jesucristo, el Padre de gloria, os
dé espíritu de sabiduría y de revelación para su conocimiento; Alumbrando los
ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál sea la esperanza de su
vocación, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los
santos," (Ef.1:17-18).
Amado, Dios nos quiere decir, "Moisés entendió mi gloria, y ahora
quiero que tu la entiendas. Quiero abrir tus ojos por mi Espíritu para
mostrarte quién soy. No soy tan sólo un Dios de ira y juicio. ¡Mi naturaleza es
amor!"
"Que habite Cristo por la fe en vuestros corazones; para que,
arraigados y fundados en amor, Podáis bien comprender con todos los santos cuál
sea la anchura y la longitud y la profundidad y la altura, Y conocer el amor de
Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la
plenitud de Dios. (3:17-19).
Pablo nos dice, "Permite que esta revelación de la gloria de Dios
sea tan real para ti que seas arraigado y cimentado en Él. Sigue buscándole, estudiándole,
clamándole, y apropiándolo en tu vida—¡hasta que la visión de la gloria de
Cristo resplandezca en ti! Mientras permanezcas en la palabra, buscando la
revelación de Su gloria, serás cambiado. ¡Y seguirás cambiando de gloria a
gloria!"
"A él sea gloria en la iglesia por Cristo Jesús..." (verso
21).
1. ¡El Primer y Predominante
Efecto de la Gloria
es un Cambio en Nuestra
Relación con el Señor!
Cuando Moisés vio ésta revelación de la gloria de Dios—que Él es bueno,
amante, lleno de gracia y perdonador—rápidamente cayó de rodillas y adoró.
"Entonces Moisés, apresurándose, bajó la cabeza hacia el suelo y se
encorvó;" (Ex. 34:8). [En inglés dice "...y adoró].
La revelación de la naturaleza de Dios abrumó a este hombre. El vio
cuán misericordioso, y paciente Dios es con sus hijos—incluso con un pueblo
terco e idólatra que le había ofendido. ¡Moisés está tan movido por esta
revelación que salió de la grieta de la roca, se tiró a tierra y adoró!
Es importante notar que esta es la primera vez que se menciona a Moisés
adorando. Antes de esta revelación de la gloria de Dios, lo encontramos orando
e intercediendo, gimiendo y rogándole a Dios por Israel, hablando con Él cara a
cara. Le oímos cantando alabanzas de victoria al Señor al otro lado del Mar
Rojo. Le oímos clamando al Señor cerca las aguas amargas de Mara. Y escuchamos
su clamor desesperado a Dios mientras estaba en Rephidim, cuando el pueblo
estaba preparado para apedrearlo por no proveer agua. Pero esta es la primera
vez que leemos las palabras "Moisés adoró."
Yo creo que este verso dice mucho a la iglesia hoy. Dice que un
cristiano puede orar diligentemente sin adorar. Ciertamente, es posible ser una
persona que ora mucho y un intercesor y no ser un adorador de Dios. Puedes
pedir por tus hijos inconversos, orar por la necesidades de la iglesia, ser
santo y humilde—¡y nunca adorarle verdaderamente!
Ahora bien, no quiero añadir a la multitud de definiciones de lo que
significa adorar. Se han publicado muchos libros sobre varias técnicas de
adoración. Pero, en resumen, diré esto: ¡la adoración no puede ser
aprendida! Es un brote espontáneo—un acto del corazón lleno por la revelación
de la gloria de Dios y su increíble amor por nosotros.
La adoración es una expresión de gratitud. Reconoce como debimos ser
destruidos por nuestros pecados, mereciendo la ira de Dios por nuestras fallas
y culpas—pero al contrario, Dios se acercó a nosotros con una gran revelación, "¡Aún
te amo!"
En ese instante, Moisés no estaba intercediendo por los pecados de
Israel. Ni le estaba pidiendo dirección al Señor. El no estaba pidiéndole a
Dios un milagro de liberación, poder, ni sabiduría. ¡El estaba maravillado por
la revelación de la gloria de Dios!
Moisés podía adorar aunque el no tenía muchas esperanzas para Israel.
El sabía que el pueblo estaba expuesto a descarriarse—que ellos escondían
ídolos traídos de Egipto. Aunque Moisés había convencido a Dios que los
perdonara después de su idolatría al becerro dorado, ahora él pensaría,
"¿Cómo podré mantener a este pueblo unido? ¿Por cuánto tiempo soportará
Dios su lujuria y murmuración? ¿Hasta cuándo permanecerá Su paciencia?"
Parecería como si la petición de Moisés a favor de Israel fuera más
compasiva que el sentir de Dios por Su pueblo. Pero la realidad es que Dios no
tenía intención de destruir a Su pueblo. Ya Él tenía Sus promesas en mente para
ellos.
Esta era una "prueba de misericordia" para Moisés. El Señor
le estaba preguntando a Su siervo, "¿Cómo vas a representarme al pueblo?
¿Será como un Dios de venganza lleno de juicio? ¡No—yo soy misericordioso,
paciente, siempre preparado para perdonar a mi pueblo!"
¡Esta fue la revelación! Y esto dio paz al corazón de Moisés.
Ciertamente, mientras adoraba, comenzó apropiarse de la gloria que Dios le
revelaba: "¡La misericordia de Dios nos guiará! El es paciente y nos
perdonará. ¡Qué gloria es esta! ¡Qué consuelo, qué esperanza!"
Inmediatamente, Moisés comenzó a orar, "Y dijo: Si ahora, Señor,
he hallado gracia en tus ojos, vaya ahora el Señor en medio de nosotros; porque
este es pueblo de dura cerviz; y perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y
poséenos." (Ex. 34:9).
¡Este pasaje comprueba que la revelación de la misericordia de Dios es
parte integral de la adoración!
Dios Es Adorado Cuando Ve A
Su Pueblo
Usando Los Derechos Que Él
Les Ha
Dado A Través De Su Palabra.
La revelación de la gloria de Dios debe ser la fuente de toda
adoración. Regularmente debemos apropiarnos de su gloria, testificando,
"Señor, sé que eres santo y justo, y que no le guiñarás al pecado. Pero he
visto tu gloria. Y sé que no buscas mi destrucción.
"No me condenas en mi lucha. Al contrario, me muestras cuán amante
y paciente eres hacia mi. Sé que merezco el rechazo. He fallado tantas veces
que debo ser echado a un lado por completo. ¡Pero tu me revelas que eres
misericordioso, de tierno corazón!"
Por tiempos durante mi ministerio, me he abrumado por enemigos que se
levantan contra mi. En esos tiempos, sentí la disciplina del Señor como una
vara en mi espalda. Recuerdo un tiempo en particular, en que fui calumniado.
Otros ministros me preguntaron, "David, he oído cosas acerca de ti. ¿Son
ciertas? ¿Es todo esto del diablo, o Dios te está hablando?"
¡Hasta esa pregunta me ofendió! Después de un tiempo, el dolor
emocional me abrumó en sobremanera. Sentí cansancio físico por la batalla.
Llegó el momento cuando casi no podía predicar.
Una mañana mi esposa tuvo que levantarme de la silla en mi estudio. A
mitad de camino a la iglesia le dije que no podía continuar. No podía ver el
rostro de otra persona en nuestros servicios que pensara que yo era un
farsante. Finalmente clamé, "Señor, ¿qué he hecho para merecer esto?
¿Dónde está mi pecado?"
Entonces, un día, Dios me dirigió a esta oración de Jeremías:
"Castígame, oh Yavé, mas con juicio; no con tu furor, porque no me
aniquiles." (Jer. 10:24).
Estas palabras de Jeremías fueron mi oración diaria durante el tiempo
de prueba: "Señor, castígame y júzgame si es necesario. Pero por favor—¡no
lo hagas con ira! Si escucho una palabra más de ira, me destruirá. Me
convertiré en nada. Por favor no me reduzcas al polvo, Señor. ¡Estoy bastante
abatido!"
Cada vez que hacia esta oración, el Señor me contestaba, "David,
si decido corregirte, es porque te amo. Esta prueba no es mi juicio. Soy misericordioso,
amante, y paciente contigo. Ahora, ¡estate quieto y ve mi gloria!" Este
conocimiento de su gloria me llevó a un lugar de descanso completo. Dios me
reivindicó por todos lados.
Amado, una vez tengas esta revelación de la gloria de Dios, nunca
temerás que El te corrija con ira. El lleva su vara en manos tiernas y amantes.
El nos disciplinará, pero sólo con compasión. El nunca nos hará daño, ni nos
echará a un lado. ¿No derrite nuestro corazón en adoración hacia Él como el de
Moisés?
Más aún, ¡Dios revela su gloria en Cristo para que la apropiemos! Es
nuestro derecho, y el propósito es que lo demandemos. Cuando Pablo dice,
"No desecho la gracia de Dios..." (Ga. 2:21), el quiere decir,
"¡No anularé la oferta de misericordia de Dios rechazándola!"
Aquellos que realmente adoran a Dios demandan la bendición de sus
promesas. Ellos ven la gloria de su amor en Cristo—¡y ellos toman esa gloria,
para sanar y establecer sus almas!
2. ¡El Segundo Efecto de Ver
la Gloria de
Dios Es Un Cambio de Semblante!
"Y veían los hijos de Israel el rostro de Moisés, que la tez de su
rostro era resplandeciente; y volvía Moisés a poner el velo sobre su rostro,
hasta que entraba a hablar con El." (Ex. 34:35).
El semblante de una persona es la expresión de lo que hay en su
corazón. ¡Y el rostro de Moisés simplemente reflejaba la gloria de Dios en su
alma!
Anteriormente, Moisés se había encerrado con el Señor por cuarenta días
y noches, sin ningún cambio en su semblante. En ese tiempo, él salió de la
santa presencia de Dios para tratar con la idolatría de Israel hacia el becerro
dorado. Nadie vio su rostro resplandecer. ¡Pero después, cuando la revelación
de la gloria de Dios se hizo realidad para él, cambió su semblante!
Puedes pasar todo el tiempo que quieras en la presencia de Dios. Pero
es un asunto completamente diferente cuando su gloria es revelada. Pablo
testificó, "...Dios me había apartado desde el vientre de mi madre y me
llamó por su gracia. Cuando él tuvo a bien revelarme a su Hijo para que yo lo
predicara..." (Ga. 1:15-16).
Pablo dice, "Yo tengo en mí mucho más que una doctrina que alguien
se imaginó, más que conocimiento acerca de Cristo. Tengo una revelación de
quién Cristo es—una revelación de su gracia, misericordia, y amor. Y esta
revelación se ha convertido en la misma fuente de todo lo que soy y hago. ¡Es
la misma esencia de mi vida!"
La revelación de la gloria de Dios es ciertamente maravillosa. Sin
embargo, muchos han convertido esa revelación en una licencia para pecar. Judas
describe a estas personas de la siguiente forma "...cambian en libertinaje
la gracia de nuestro Dios y niegan a Jesucristo..." (Judas 4).
Según Pablo, tales personas pecan "para que la gracia
abunde." En esencia están diciendo, "Si a Dios le agrada expresarse a
través de la misericordia y el perdón, entonces le voy a dar toda oportunidad.
Voy a pecar y que Él me siga amando, para que la gracia fluya. Que testimonio
al mundo será este. ¡Seré objeto de todo ese amor descendiendo del cielo!"
Tales personas son fáciles de reconocer. Su semblante los delata.
Isaías habló de Israelitas que, "...para irritar los ojos de su majestad.
La apariencia del rostro de ellos los convence..."(Is. 3:8-9). En otras
palabras, el profeta estaba diciendo, "Tu pecado testifica contra ti. ¡Lo
que esté en tu corazón se revelará en tu semblante!"
Por otro lado, los pecadores más endurecidos pueden reconocer cuando
has "estado con Jesús." ¿Cómo lo saben? ¡Tú no te pareces a nadie!
Ellos dicen, "Eres diferente. Te conduces con humildad. Y nada acerca de
ti está escondido. No tienes cosas escondidas, en tus ojos no hay secretos. No
pareces llevar resentimientos o amarguras. Si fuera así, yo lo supiera. ¡Tu
vida es un libro abierto!"
El pecado, por el contrario, lleva consigo una apariencia en
particular. Ninguna sonrisa lo esconde. Y su voz tiene el sonido del vacío—el
eco del metal, un címbalo resonante.
Pero aquellos que se han apropiado de la gloria de Dios son cambiados
todos los días. ¡Su semblante es cada vez más como el de Jesús!
La Revelación Que Moisés
Tuvo Fue
Gloriosa—Pero Es Algo Que Se
Desvanece.
Lo radiante que emanaba del rostro y corazón de Moisés fue el resultado
de ver un poco de la plenitud de la naturaleza de Dios.
Aún así, cuando los Israelitas vieron el cambio en el rostro de Moisés,
ellos supieron que el tuvo una experiencia sobrenatural. Su hermana, hermano y
los demás exclamaron, "Este hombre ha estado cara a cara con Dios. ¡El ha
ido más allá!"
Hoy en día, tenemos algo mucho más glorioso que Moisés. En realidad,
tocamos y palpamos la gloria de Dios. "Lo que era desde el principio, lo
que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos mirado, y
palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida;" (1 Juan 1:1).
Juan estaba diciendo, "Dios nos reveló la plenitud de su gloria en
Cristo. Vimos su gloria en una persona. Y hablamos con Él. ¡Hasta le
tocamos!"
Hoy no solamente vemos la plenitud de la gloria de Dios—¡pero ahora
habita en nosotros! Su gloria brilla en nuestros corazones: "Porque Dios, que
mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en
nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en
la faz de Jesucristo." (2 Corintios 4:6)
Pablo está diciendo , "Jesucristo, Dios hecho carne, representa
todo lo que Dios es. Y como sabemos que Dios es bondad, amor, misericordia,
gracia, y paciencia, también podemos estar seguros que esta es la naturaleza de
Cristo. Como Jesús vive en nuestros corazones, sabemos que la gloria de Dios no
está en el espacio. ¡No—la plenitud de su gloria está en nosotros, a través de
la presencia de Cristo!"
"Porque la gracia de Dios que trae salvación a todos los hombres,
se manifestó." (Tito 2:11). ¿Quién es esta gracia? ¡Es Jesucristo—lleno de
misericordia, bondad y amor!
"Enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos
mundanos, vivamos en este siglo templada, y justa, y píamente," (verso
12). Pablo nos dice, "Esta gracia que habita en tí es la revelación de la
bondad de Cristo. Y si tú permaneces en Él, ¡su revelación te guiará a una vida
santa! ¡Te enseñará misericordia, gracia, ternura, y perdón!"
Uno De Los Efectos Más
Importantes
Al Ver La Gloria De Dios, Es
Un Cambio
En Nuestra Relaciones Con
Los Demás.
Una vez que recibimos esta revelación de la gloria de Dios, no podemos
continuar en nuestra manera de tratar a los demás. ¡Eso debe cambiar!
Pablo amonesta, "Si el Señor te ha mostrado cuán tierno, bondadoso
y amante Él es contigo, entonces debes mostrar este mismo carácter de Dios a
los demás." "Toda amargura, y enojo, e ira, y voces, y maledicencia
sea quitada de vosotros, y toda malicia: Antes sed los unos con los otros
benignos, misericordiosos, perdonándoos los unos a los otros, como también Dios
os perdonó en Cristo." (Efesios 4:31-32).
Dios nos está diciendo a través de Pablo, "Has visto mi gloria, y
conoces mi naturaleza y carácter—que soy misericordioso, paciente, y listo para
perdonar. Ahora, ¡quiero que le expreses a otros quién yo soy!"
Aunque Moisés tuvo una revelación de la gloria de Dios, el dio una mala
representación al pueblo. El se impacientó con Israel por su desobediencia—y
golpeó la roca con ira, como quien dice, "¡Grupo de tercos rebeldes!"
A Dios no le agradó en absoluto. Una vez que Él te revela su gloria—su
bondad, gracia y misericordia—su paciencia no tolerará que representes mal su
gloria a los demás. Ahora bien, Moisés había mal representado esa gloria a Israel. Y como
resultado, a Moisés—una de las figuras más humildes y santas del Antiguo
Testamento—no se le permitió entrar a la plenitud de Dios. ¡No le fue permitido
entrar a la tierra prometida!
Encontramos otra ilustración en una de las parábolas de Jesús. Él habla
de un siervo a quien su amo le perdonó una gran deuda. El amo le mostró
increíble bondad, gracia y perdón. Tan pronto el siervo fue perdonado, se
encontró con un hombre que tenía una pequeña deuda con él—y comenzó a ahorcar a
su deudor hasta que este pagase. ¡El mismo que había experimentado gran amor y
perdón no mostró misericordia!
Jesús está diciendo en esta parábola, "¡Estás mal representando el
amor del padre! Él te ha dado un toque de su increíble gloria, con su bondad y
el perdón de tus pecados. ¡Más sin embargo, ahora que has visto su gloria, le
estás dando una mala representación al mundo!"
Esto se suma en el mandamiento de Pablo, "Sed misericordioso con
los demás, como yo he sido misericordioso contigo." La palabra
"misericordia" sale del griego. El significado completo de la palabra
es, "tomar la tristeza de otro, con la intención de ofrecerle consuelo y
alivio." ¡Ser misericordioso significa tomar el dolor de otro!
Esto es exactamente lo que nuestro Señor hace por nosotros. ¿Cuántas
veces Jesús ha tomado tu tristeza y sufrimiento, dándote a cambio, consuelo,
descanso y perdón? ¿Cuántas veces, cuando no lo merecías, Él ha enjugado tus
lágrimas y te ha hablado con una voz bondadosa? ¡El lo ha hecho una y otra vez!
Entonces te pregunto lo siguiente—¿cómo es que no encuentras en tu
corazón tomar la tristeza y el dolor de alguien que sabes está dolido? La
palabra griega para "bondad" tiene sus raíces en dos palabras:
"oráculo" y "toque suave." ¿Eres un oráculo de esperanza
para tus hermanos y hermanas en Cristo, ofreciéndoles una palabra de esperanza
del Señor, con un toque suave de consuelo? Según las escrituras, ¡todo lo que
tienes que hacer para ser su oráculo de amor es presentarles a otros quién es
Jesús!
La palabra "compasión" significa "ser afectado, tocado
por la tristeza de otros y tomar la determinación de hacer algo por el asunto."
Esto no significa que te vas acercar a alguien en pecado, y le vas a decir,
"Tengo una palabra del cielo para ti, hermano. ¡Tienes pecado en tu
vida!"
Si es así, él ya lo sabe. Y quizás él te conteste con el clamor de
Jeremías: "Por favor no me trates con ira, o me reducirás a la nada. Estoy
muy abatido. No me reduzcas más!"
Si has tenido una revelación de la gloria del Señor, sabes lo que
significa probar su amor, misericordia y perdón. Y eres cambiado por esa
gloria. Ahora, Jesús dice, toma esa gloria y brilla en el mundo a tu alrededor. ¡Es tiempo para
actuar en amor, como tu Señor ha hecho continuamente por ti!
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