Actualizando la Promesa del Padre
Deseo que los que están llenos del Espíritu Santo ejerciten su fe para
vivir en santidad. Y los que no están llenos, tengan sed de recibirlo.
Al amor inmerecido e incondicional de Dios, se le llama también Gracia o Nuevo Pacto.
Un pacto es una promesa o compromiso. Esencialmente hay dos pactos diferentes. El viejo llamado La Ley y el nuevo llamado La Gracia. Bajo la Ley el pacto nos comprometía a nosotros a obedecer y Dios se comprometía a bendecirnos y salvarnos.
El viejo pacto no logró nada, porque ningún ser humano pudo obedecer todos los mandamientos de la Ley de Dios.
Todos terminamos condenados y merecedores del infierno. Viendo Dios que muchos seres humanos querían obedecerle pero no podían, hace un Pacto Nuevo, el de La Gracia.
Bajo
La Gracia Él promete ayudarnos a cumplir nuestra parte del pacto dándonos poder
para vencer las tentaciones del mundo y obedecerle, el poder del Espíritu
Santo.
A. "HARÉ QUE ANDEIS" Ezequiel 36,27
"Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis
estatutos, y guardéis mis preceptos y los pongáis por obra" Ezequiel 36,27
Esta es la gran Promesa del Padre. Es para ayudar a solucionar el problema
mayor de la Raza Humana. "Infundiré mi espíritu en vosotros y haré que os
conduzcáis según mis preceptos y observéis y practiquéis mis normas"
Esto
lo prometió Dios a los antiguos creyentes judíos que procuraban pero no podían
cumplir La Ley de Moisés. "El Espíritu (soplo) de Dios… se apodera de los
hombres para dotarles de un poder sobrehumano… una efusión extraordinaria del
Espíritu, que alcanzará a todos los hombres para comunicarles carismas
especiales….
Una renovación interior que les hará aptos para observar fielmente
la Ley divina que será el principio del Nuevo Pacto que hará germinar frutos de
justicia y santidad y garantizarán a los hombres el favor y la protección de
Dios."
El problema más grande del Ser Humano es nuestra debilidad ante las
tentaciones y la falta de fuerza para obedecer la ley de Dios. Esta incapacidad
nos frustra y nos hace rebela.
Nos molestamos que nos manden, que nos corrijan
y que nos reprendan. Nuestro interior se enerva y nos enojamos con nosotros y
con Dios. Y si obedecemos por obligación, quedamos amargados y seguimos
rebeldes en nuestro interior.
La obediencia forzada no satisface a Dios nuestro Padre. El desea que
lo hagamos con ganas y alegría. La obediencia forzada nos hace sentir empleados
o esclavos y no hijos.
Dios podría programarnos para ser obedientes, como
robots y responder perfectamente a sus órdenes, pero eso tampoco le satisface.
Él es un ser emocional y sentimental, es Padre y quiere lograr que sus hijos
rebeldes, no solo quieran obedecerle sino que lo hagan con alegría y
satisfacción, no por obligación, coerción o miedo a un castigo. Sino por
voluntad propia, amor y alegría.
El ser llenos del Espíritu Santo no nos obligará a obedecer
automáticamente porque nos transformaría en autómatas. Sería como grabarse un
cassette diciéndose "te amo" y lo escucha uno mismo.
No tiene valor.
Cuando uno está lleno del Espíritu Santo, los deseos, la voluntad humana y la
tentación, quedan intactos. Pero el Espíritu Santo proporciona el poder
necesario para vencer si así lo decidimos.
Si queremos obedecer a Dios
¡podemos! La capacidad está latente, si no queremos no lo hacemos, aunque
tengamos el Espíritu Santo.
Los que estamos llenos del Espíritu Santo somos
potencialmente santos, cuando vienen las tentaciones tenemos la capacidad para
decidirles ¡no!. Si elegimos ceder, también podemos.
La diferencia es que antes
no teníamos poder y teníamos que ceder siempre, éramos esclavos. Ahora somos
libres, tenemos poder de decir no o sí, la decisión sigue en nuestras manos.
Casi todos los seres humanos tenemos buenas intenciones. San Pablo
describe su experiencia: "el querer el bien, está en mi, pero no el
hacerlo" Romanos 7,18.
Todos quisieran ser buenos, pero no lo pueden
lograr. Casi todos los alcohólicos no quieren serlo. Casi todos los que fuman
desearían dejar.
Los malos padres, quisieran ser buenos. Los adúlteros deciden
muchas veces dejar de serlo. Hay poca gente que desea ser mala, quizá sólo los
satánicos. Pero yo estoy hablando a la gran mayoría de ustedes que desean ser
buenos y obedientes a Dios y no lo han podido lograr.
La llenura del Espíritu
Santo es precisamente para darnos poder, fuerza y energía para resistir al
Diablo y sus tentaciones y lograr agradar a Dios. El Espíritu Santo no es
nuestro "obligador" sino nuestro "ayudador y confortador"
para lograrlo.
"He aquí vienen días, dice Jehová, en los cuales haré un nuevo
pacto con la casa de Israel… Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su
corazón…" Jeremías 31,31, 33. "Grabaré mis leyes en el corazón de
ellos, para que quieran honrarme.." Versión La Biblia al Día.
El viejo
pacto era una ley escrita en piedras y papiro que había que leer y tratar de
cumplir bajo amenaza del infierno. Como nadie podía cumplirla, todos vivían
bajo condenación continua. Para aplacar sus conciencias ofrecían a Dios
sacrificios de animales y aves, pero eso era una aspirina y no una cura.
Siempre vivían bajo condenación 2 Corintios 3,9, por eso vivían repitiendo los
mismos sacrificios Hebreos 10,1-4. La ley estaba allí afuera, pero adentro del
ser no había la capacidad de cumplirla.
La Promesa del Padre, o Nuevo Pacto, es escribir la Ley no más afuera
de nosotros, acusándonos y decretando nuestra muerte 2 Corintios 3,6, sino en
nuestro interior.
Ya no sería una coerción de afuera, sino una guía, una
capacidad, un poder de adentro. Algo así como el volante hidráulico o el freno
hidráulico que no tenemos que hacer mucha fuerza.
Eso es Cristo en Nosotros,
eso es ser llenos del Espíritu Santo. Ahora no solo tengo adentro el deseo de
obedecer a Dios sino también el poder para hacerlo.
Cuando decido hacerlo y
creo que puedo, ¡es posible! San Pablo dice a los creyentes: "siendo
manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con
tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra sino en
tablas de carne del corazón." 2 Corintios 3,3.
Cuando nos anuncian a Jesús
y le abrimos el ser, el Espíritu Santo graba en nuestras conciencias los deseos
de Jesús. Pablo dice: "Dios es el que en vosotros produce así el querer
como el hacer por su buena voluntad." Filipenses 2,13. Es Dios que obra
dentro de nosotros, dándonos la voluntad y el poder de lograr su propósito.
"El fruto del fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia,
benignidad, bondad, fe, humildad y dominio propio" Gálatas 5,22. "si
sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley" Gálatas 5,18.
Aquí
tenemos los dos pactos, el Viejo, que es obedecer una ley externa y el Nuevo, o
gracia, que es obedecer un deseo interno. En el Viejo Pacto teníamos
mandamientos pero no poder para cumplirlos.
En el nuevo Pacto Dios graba los
mandamientos en nuestra conciencia y nos da el poder para obedecerlos si así lo
decidimos.
El Espíritu no nos fuerza ni obliga, sino que nos guía, nos induce
Juan 16,13. Nosotros decidimos obedecer o no. Si decidimos obedecer, allí está
el poder del Espíritu.
Como el freno hidráulico, si decido frenar, allí está el
poder. Debemos usar nuestra fe para creer que podemos ¡y podemos! "Todo lo
puedo en Cristo que me fortalece" Filipenses 4,13.
En realidad, esta ayuda
interior prometida por el Padre, es un regalo, un favor. Es Dios poniendo a
disposición de nosotros su carácter.
Cuando Dios dijo: "Pondré dentro de
vosotros mi Espíritu", es poner su personalidad. Su Espíritu no es un
adorno sobre la mesa de luz de nuestro corazón, sino un poder para vencer las
tentaciones del Enemigo y hacer lo que fuimos llamados para ser. Si elegimos
amar, gozarnos, tener paz, paciencia, benignidad, bondad, fe humildad y dominio
propio, ¡podemos! allí está a nuestra disposición.
No nos obliga, porque somos
libres, pero sí, está disponible. Si elegimos practicarlo allí está el poder
para lograrlo.
Ya no es una cuestión de poder o no poder, porque el poder lo tenemos.
Es una cuestión de querer o no querer y de creer o no creer. "El justo
vivirá por la fe" Romanos 1,17, empieza por la fe y continúa viviendo por
la fe.
Todo es cuestión de fe. Uno es tan poderoso como cree que lo es. El
poder está todo a disposición ¡en nosotros! La fe es la clave. ¿Crees que lo
tienes o no? Jesús dijo vez tras vez cosas así: "¡si pudieras creer! al
que cree, todo es posible" Marcos 9,23, "si creyeres verás la gloria
de Dios" Juan 11,40, "Como creíste te sea hecho" Mateo 8,13,
"No temas, cree solamente" Marcos 5,36, etc. etc.
De manera que
primero debemos decidir si queremos ser santos, obedientes y testigos fieles.
Lo segundo es creer que el poder para lograrlo ya está en nosotros por el
Espíritu Santo que nos fue dado y tercero: actuar.
¿Qué cosa desearías hacer y hasta ahora no has podido? ¿Vencer las
tentaciones? ¿vivir en santidad? ¿hablar a otros de Cristo? Poner en común tus
bienes? Si crees que no puedes es porque le creíste la mentira a Satanás. Si
crees que puedes es porque le creíste la verdad a Dios. Decide, cree y actúa.
ORACIÓN:
Señor, ¿cuando terminaremos
de entender la Gracia? Claro, quizás nunca. Cada día aprendemos más de ella y
siempre queda más por aprender.
En la gloria sabremos más, pero aún allá cada
día se abrirán más nuestros ojos a esta grandeza de tu Gracia. Señor, por lo
menos haznos entender hoy esta parte de tu maravillosa Gracia.
Ya aprendimos
que nos perdonaste todos nuestros pecados. Hoy hemos visto que gracia no es
permiso para pecar, sino lo contrario, nos das el poder para no pecar. Señor,
yo lo he explicado lo mejor que pude.
Espíritu Santo ayúdanos a entenderlo. De
mi parte yo decido vivir en santidad, decido vencer las tentaciones, decido
hablar a otros de Jesús, decido poner en común mis bienes y creo que voy a
poder porque tu me diste la gracia de poder por el Espíritu Santo.
Es verdad el
dicho español "querer es poder".Quiero,
creo, puedo y lo haré. Con la ayuda de
tu Gracia. Amén.
Ya no es una cuestión de poder o no poder, porque el poder lo tenemos. Es una cuestión de querer o no querer y de creer o no creer. "El justo vivirá por la fe" Romanos 1,17, empieza por la fe y continúa viviendo por la fe.
ResponderBorrarEn la gloria sabremos más, pero aún allá cada día se abrirán más nuestros ojos a esta grandeza de tu Gracia. Señor, por lo menos haznos entender hoy esta parte de tu maravillosa Gracia.
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