sábado, 18 de julio de 2015

LA ADORACIÓN DETIENE LA IRA DE DIOS


LA ADORACIÓN DETIENE LA IRA DE DIOS




 

Dios no nos ha destinado a la cólera, sino para obtener la salvación por nuestro Señor Jesucristo” (1 Ts 5,9)

 

Los tiempos que corren parecen ser propicios para que la ira de Dios se desate sobre la humanidad.
 
En la mayoría de los hombres se ha convertido en algo normal la autonomía del hombre en relación a su Creador, al prescindir de sus normas de una manera sobresaliente y muchas veces hasta descarada.
 
La situación es más grave todavía si tenemos en cuenta que las posibilidades de conocer al Señor y de vivir en obediencia a él del hombre de hoy son mucho más abundantes que las que tuvieron muchos de nuestros antepasados, gracias a la venida de Cristo al mundo, al derramamiento de su Espíritu y a su Palabra revelada.
 
Al analizar la situación del hombre en nuestros días, hemos de reconocer su paciencia y admitir que también aquí se cumple la Palabra de Dios cuando dice: “El Señor es tardo a la cólera y rico en bondad, tolera iniquidad y rebeldía, aunque nada deja sin castigo” (Nm 14,18).

Si alguien piensa que la ira de Dios es cosa de tiempos remotos, algo propio del Antiguo Testamento, sólo tiene que echar un vistazo al Nuevo Testamento y escuchar o pensar en enseñanzas o experiencias como las siguientes:

·       Jesucristo se airó varias veces por la dureza de corazón de los fariseos (cf. Mc 3,5), por su hipocresía (cf. Mt 3,7) o por ejercer el comercio en la Casa de Dios (cf. 21,12).

·       Los hombres de Dios, como Pablo, albergan también justa ira en su corazón en ciertas ocasiones, como aquella en que esperando a Timoteo y Silas en la ciudad de Atenas “estaba interiormente indignado al ver la ciudad llena de ídolos” (Hch 17,16).

·       El libro del Apocalipsis, se refiere al día del juicio final como el día de la ira (cf. Ap 6,17)

·       San Pablo, refiriéndose al juicio final, lo ve también como el día de la ira y dice: “¿Será acaso injusto Dios al descargar su cólera? ¡De ningún modo! ¿Si no, cómo juzgará Dios al mundo? (Rm 3,5).

    De la enseñanza del Nuevo Testamento se deduce que la idolatría sigue siendo la causa fundamental de la actuación de la ira de Dios.
 
    Bien consciente de ello, Pablo exhortaba así a los Corintios: “Mortificad vuestros miembros terrenos: fornicación, impureza, pasiones, malos deseos y la codicia, que es una idolatría, todo lo cual atrae la cólera de Dios sobre los rebeldes” (Col 3,5).
 
    Según el apóstol, provocan la ira divina toda impiedad, injusticia e inmoralidad (cf. Ef 5,6), pero él señala que una de las causas fundamentales es el menosprecio del amor de Dios (cf. Ro 2, 4 y 5).

    La adoración es, por naturaleza, una fuerza    contraria la idolatría. Si por un lado la idolatría atrae la cólera de Dios, por otro lado y en sentido contrario podemos deducir que la verdadera adoración sitúa al hombre en la posición ideal para lograr que el amor de Dios se derrame sobre la tierra y para detener al mismo tiempo la cólera que merecemos a causa del gran pecado de nuestros días.

Palabra profética

- La cólera de Dios es aplacada por los adoradores e intercesores. Cuando me adoráis detenéis la ira de mi Padre y evitáis que el castigo merecido a causa del pecado de nuestros días alcance a la Humanidad. Grande es el pecado de los hombres, pero la adoración y la intercesión despiertan la misericordia de mi Padre.

- Son muchos los ídolos que se han fabricado quienes deberían ser mis discípulos. El pecado del hombre es desbordante. Orad para que no se desate mi ira. Tomaos este mandato en serio.       

 

 

 

1 comentario:

  1. De la enseñanza del Nuevo Testamento se deduce que la idolatría sigue siendo la causa fundamental de la actuación de la ira de Dios.



    Bien consciente de ello, Pablo exhortaba así a los Corintios: “Mortificad vuestros miembros terrenos: fornicación, impureza, pasiones, malos deseos y la codicia, que es una idolatría, todo lo cual atrae la cólera de Dios sobre los rebeldes” (Col 3,5).

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