LA ADORACIÓN ES NECESARIA
“Pedro le respondió: ‘Señor, ¿a quién vamos ir? Tus
palabras dan vida eterna” (Jn 6,68).
Dios no necesita nada del hombre, ni siquiera su adoración. Si Dios
necesitara algo del hombre en términos absolutos, porque carecía de algo que el
hombre podía darle, Dios no sería Dios. Sin embargo, Dios ha querido asociar al
hombre a sus planes, Y siempre que esto ocurre es el hombre quien sale
beneficiado. Dice Dios: “El cielo es mi trono, y la tierra el estrado de mis
pies, ¿cómo pretendéis construirme una casa
o un lugar para que viva en él? Todo esto es obra de mis manos, todo es
mío, oráculo del Señor” (Is 66,1-2).
El
hombre, creado por Dios para que tenga su plenitud en él, no puede pasar sin
Dios. A veces podemos pensar lo contrario, cuando vemos tanta gente que parece
prescindir de él. Sin embargo, nosotros -y tal vez ellos tampoco- no conocemos
su verdadera situación. Lo mismo que hay enfermos que tienen externamente buen
aspecto, hay mucha gente con ‘buena apariencia’ en sus vidas, pero con un gran
vacío en su interior: es el vacío de Dios. Como el hambre se apaga con el
alimento, la necesidad de Dios que todo hombre tiene por naturaleza, sólo Dios
puede satisfacerla. En nuestra relación con Dios, el hombre es siempre el
beneficiario de la misma, pues del hombre dice la Escritura: “¿Qué tienes que
no hayas recibido?” (1 Co 4,7). Este principio es aplicable a la adoración por
varias razones:
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porque la adoración nos relaciona
con Dios de un modo profundo y cercano, para lo cual necesitamos que venga en
nuestra ayuda y nos capacite para la adoración, ya que no somos capaces por
nuestras propias fuerzas de presentarnos ante él dignamente;
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porque en nuestra adoración al
Señor, cuando es correcta –en espíritu y verdad- él viene en nuestra ayuda y
lleva a cabo su obra transformadora en nuestros corazones;
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porque la adoración es el momento
más apropiado para presentarle nuestras necesidades, ya que la adoración es la
plataforma ideal para la intercesión.
2.
Palabra profética
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"Si conocierais la
transformación que hago en vosotros cuando os postráis a mis pies, como lobo
hambriento que busca la comida o como pájaro que en el nido abre la boca para
recibirla de su madre, así vendríais a la adoración.
Aquí puedo transformaros, aquí se inicia la
gran obra de amor que tengo que realizar para que podáis ser instrumentos en
mis manos. Sin mí no podéis hacer nada, sin mí vuestras obras serán vacías. Yo
os he elegido para que las obras que realicéis sean las obras del Padre, las
obras que le den gloria. }
Postraos a mis pies, dejad que os transforme, no os
resistáis, no ocultéis vuestro pecado, sacadlo a la luz para que mi sangre lo
purifique; sólo mi sangre es capaz de borrar toda mancha; hasta aquella que os parece imborrable, hasta aquella que
vosotros mismos no os perdonáis, mi sangre la limpia. Os he elegido, pero
dejadme grabar en vuestro corazón esta llamada: postraos a mis pies".
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“Necesitáis estar postrados a mis
pies, necesitáis permanecer junto a mí. Aquí os fortalezco, aquí os preparo,
aquí os transformo. Mirad que las dificultades que os esperan son grandes,
mirad que las batallas que vais a tener que enfrentar cada día son duras.
Sólo
resistirán los que permanezcan en mí, sólo resistirán los que, postrados a mis
pies, sean revestidos de mi fuerza y de mi poder. Permaneced en pie. Velad y
orad”.
¨
“Éste es el lugar que debéis
ocupar, esto es lo que debéis hacer. No lo necesito yo, lo necesitáis
vosotros”.
“Necesitáis estar postrados a mis pies, necesitáis permanecer junto a mí. Aquí os fortalezco, aquí os preparo, aquí os transformo. Mirad que las dificultades que os esperan son grandes, mirad que las batallas que vais a tener que enfrentar cada día son duras.
ResponderBorrarSólo resistirán los que permanezcan en mí, sólo resistirán los que, postrados a mis pies, sean revestidos de mi fuerza y de mi poder. Permaneced en pie. Velad y orad”.