LA PARUSIA
Será el momento de nuestra salvación definitiva. Será, además, el momento más importante de la historia de la
humanidad: ¡Cristo viniendo en la plenitud de su gloria, de su poder, de su
divinidad! Si hace dos mil años Cristo vino como un ser humano cualquiera, en su
segunda venida lo veremos tal cual es, “cara a cara” (1 Cor. 13, 12).
Será el momento de nuestra definitiva liberación: nuestros cuerpos reunidos con
nuestras almas en la resurrección
prometida para ese momento final.
(Dn. 12, 1 ss.). Habla de Juicio y castigo
para los enemigos de Dios.
Paro los justos, los que hayan buscado cumplir la voluntad de Dios en
esta vida, los que por esa razón “están escritos en el libro ... despertarán
para la vida eterna ... brillarán como el esplendor del firmamento ... y
resplandecerán como estrellas por toda la eternidad”
La gloria esplendorosa será para los guías que sean sabios, que
estén llenos de la Sabiduría Divina y que guíen a otros con esa Sabiduría.
También será esa gloria para aquéllos
que enseñen la justicia. Justicia, en lenguaje bíblico, significa santidad.
Es decir, esa gloria esplendorosa será también para aquéllos que por
vivir en santidad, por vivir de acuerdo a la voluntad de Dios, enseñen a otros
la santidad, el cumplimiento de la voluntad de Dios, tanto con su ejemplo, como
con su palabra.
Es cierto que nos dice también el
Profeta, que ese momento será precedido por “un tiempo de angustia, como no lo hubo desde el principio del
mundo”.
Dios prepara todo para bien de los que le aman.
Esa etapa de sufrimientos es fruto de la
infinita misericordia de Dios que quiere que todos sus hijos sean salvados.
De allí, entonces, que las pruebas y sufrimientos de esa tribulación serán la última llamada –la última oportunidad- de conversión
para los que se encuentren en estado de pecado y será también la última ocasión de purificación para los
elegidos.
Es por ello que para el verdadero
seguidor de Cristo, las tribulaciones de ayer, de hoy y del futuro,
tribulaciones personales o grupales, tribulaciones de ciudades y de países, son
vistas como preparación de todos los seres humanos a esa venida final de Cristo
en gloria.
(Mc. 13, 24 ss). Nos habla de lo mismo. Es Cristo predicando
sobre ese momento nos dice que será un momento en que “el universo entero se
conmoverá, pues verán al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y
majestad. Y El enviará a sus Angeles a congregar a sus elegidos desde los
cuatro puntos cardinales y desde lo más profundo de la tierra a lo más alto del
cielo”
La participación de los Angeles en
favor de los elegidos. Daniel nos habla de San Miguel
Arcángel, “el gran príncipe que defiende a tu pueblo”. El Evangelio nos
habla de todos los Angeles “encargados de
reunir a todos los elegidos”.
Otro tema que toca el Señor en el
Evangelio es el momento en que esto sucederá.
En ese momento seremos resucitados y reunidos todos: unos resucitarán para una
vida de felicidad eterna en el Cielo (Ap. 21 y 1 Pe. 3, 10-13).
Con
esta esperanza se comprende cómo desde el comienzo de la Iglesia los cristianos, deseosos de volver a ver el
rostro glorioso de Cristo, han esperado siempre la Parusía y hasta han
creído sentirla muy próxima en algunos momentos de la historia de la humanidad.
De allí que con el deseo de ese momento toda la Iglesia ore con las palabras
finales de la Biblia: “Ven, Señor Jesús”
(Ap. 22, 20).
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