viernes, 24 de julio de 2015

Todos lloraron, ayunaron y suplicaron al Señor


INTERCESORES CON CRISTO
 
 
 
 
 
 
 

“Todos lloraron, ayunaron y suplicaron al Señor” (Ba 1,5).

Interceder con ayuno

En nuestros días todo lo que supone un sacrificio o es costoso no tiene buena prensa.
 
Esto es lo que ocurre con el ayuno, por ejemplo. Sin embargo, los cristianos no podemos guiarnos en nuestra conducta por los criterios del mundo, sino por los criterios de la Palabra de Dios.
 
El Señor Jesús habló sobre el ayuno. Decía a sus discípulos: “Cuando ayunéis...” (Mt 6,16), y no: “si ayunáis”; es decir, que daba por supuesto que el ayuno formaba parte de la vida de sus discípulos. Para el Señor la cuestión no era si ayunar o no, sino cuándo ayunar.

En unos tiempos en los que se da culto al cuerpo, el ayuno es un buen ejercicio para recordar que hay cosas más importantes. Además, la idolatría del cuerpo, como toda idolatría, nos esclaviza.
 
Cuanto más se atiende a la satisfacción de los apetitos de la carne, más van los hombres contra su propio cuerpo. El ayuno cristiano sin embargo, como todo lo que Dios ordena, resulta beneficioso a todos los niveles, incluso para nuestra salud física.

El ayuno, como privación de alimento, es una forma eficaz de alcanzar dominio sobre uno mismo y de educar virtudes como la constancia, la fuerza de voluntad, la fidelidad o la templanza.
 
Aun sin entrar en motivaciones espirituales, encontramos grandes ventajas en la práctica del ayuno como forma de edificación del carácter sobre unas virtudes que, por escasas, son muy valiosas.
 
Los intercesores necesitan también de estas virtudes, e incluso de forma especial por la naturaleza de su misión,

Pero el ayuno tiene una función espiritual.
 
En muchas ocasiones encontramos en la Biblia el ayuno unido a la oración. Ciertamente, el ayuno predispone mejor para la oración, para la relación con el Señor.
 
El ayuno permite dedicar más tiempo y atención a la oración o emplearse con más intensidad en ella.
 
Más aún, a veces el ayuno es necesario, refuerza la oración, y su presencia se hace indispensable para que algunas cosas ocurran.
 
En una ocasión, los discípulos no pudieron expulsar un espíritu inmundo de un muchacho. El Señor les reprochó su falta de fe, y expulsó al espíritu inmundo.
 
Más tarde, “Les dijo: ‘Esta clase con nada puede ser arrojada sino con la oración y el ayuno’” (Mc 9,28-29).

Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, encontramos muchos ejemplos de práctica de ayuno.
 
Por ejemplo, para invocar al Señor y como signo de conversión: “Promulgad un ayuno, convocad la asamblea, reunios, ancianos y todos los habitantes del país, en el templo del Señor, vuestro Dios, y clamad al Señor” (Jl 1,14).
 
También para preparar el inicio de un ministerio: "Designaron presbíteros en cada iglesia y después de hacer oración con ayunos, los encomendaron al Señor” (Hch 14,23).
 
En otras ocasiones se trata de buscar la orientación del Señor para tomar una decisión (cf. Jc 20,26), o presentar al Señor una empresa difícil (cf. Esd 8,23), o para implorar una curación (cf. 2 S 12,16), o simplemente como forma de poner por encima de todo la comunión con el Señor, como en el caso de Moisés (cf. Ex 34,28).

 

 
Palabra profética

Palabras a los intercesores:

·         La vida del intercesor es muerte, es renuncia, es negación.

·         El Señor recuerda que la llamada a la intercesión es también una llamada a la cruz.
 
           Pero en la cruz sólo se puede estar libres de todo, vacíos de todo, libres de todo lo que significa el mundo y la carne, libres incluso de aquello que no es malo en sí mismo pero que tiene que estar sometido al poder de la cruz y a la gloria del Señor. Sólo ahí se puede llegar a ser verdaderos intercesores con él, estando identificados con él en la cruz.

 

 

 

1 comentario:

  1. Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, encontramos muchos ejemplos de práctica de ayuno.



    Por ejemplo, para invocar al Señor y como signo de conversión: “Promulgad un ayuno, convocad la asamblea, reunios, ancianos y todos los habitantes del país, en el templo del Señor, vuestro Dios, y clamad al Señor” (Jl 1,14).



    También para preparar el inicio de un ministerio: "Designaron presbíteros en cada iglesia y después de hacer oración con ayunos, los encomendaron al Señor” (Hch 14,23).



    En otras ocasiones se trata de buscar la orientación del Señor para tomar una decisión (cf. Jc 20,26), o presentar al Señor una empresa difícil (cf. Esd 8,23), o para implorar una curación (cf. 2 S 12,16), o simplemente como forma de poner por encima de todo la comunión con el Señor, como en el caso de Moisés (cf. Ex 34,28).

    ResponderBorrar