sábado, 11 de julio de 2015

EL ESPIRITU SANTO TOMA CONTROL DE NUESTRA LENGUA...

 
 
"¡Dome Su Lengua!"

 
"Pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal". (Santiago 3:8)

 

En este versículo de su epístola Santiago está hablando de la lengua de los creyentes. Él emite un llamado a la Iglesia para que ganen control de sus lenguas - ¡Antes que sean destruídos por ellas!

 

Usted podría preguntarse: ¿Cuán serio es este asunto de domar la lengua? ¿Puede una lengua indómita realmente ser tan pecaminosa?

 

Desde luego, muchos cristianos ahora mismo están teniendo una intensa guerra espiritual contra poderosos hábitos como las drogas, alcohol, tabaco, lujuria. Ellos no pueden imaginarse una lengua indómita como un serio pecado. Casi puedo escuchar la reacción del creyente que está involucrado en una pugna titánica con alguna gran tentación:

 

Hey, pastor - ¡Usted debe estar bromeando! Yo estoy peleando la batalla de mi vida, tratando de obtener victoria sobre una fortaleza demoníaca, y usted me habla acerca de palabritas. ¿Cómo puede usted comparar una lengua floja con el tipo de batalla que estoy confrontando?

 

Querido santo, yo le digo a Usted, una lengua indómita es el arma más mortífera del mundo. Una lengua no santificada, floja, es peor que el abuso de droga o alcohol - ¡Es peor que cualquier pecado de la carne! La Biblia llama a la lengua un mundo de iniquidad, un contaminador de multitudes, ¡Una muestra del infierno en la tierra! (Ver Santiago 3:6)

 

Permítame mostrarle de la Palabra de Dios cuán peligrosa y dañina una lengua indó mita es:

 

 

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1. ¡Una Lengua Sin Reglas, Negligente,

Niega Todo Lo Espiritual En Su Vida!

 

 

 

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¡Una lengua indómita puede hacer que toda la religión sea completamente inservible! Puede volver su propia actividad espiritual absolutamente inútil ante los ojos de Dios: "Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religió n del tal es vana". (Santiago 1:26)

 

Santiago está hablando acá de aquellos entre ustedes - esto es en la iglesia. Estos no son adictos a las drogas o gente de la calle - ellos son parte del cuerpo de Cristo, que parecen píos, espirituales. Ellos están activos en la obra del Señor. ¡Pero sus lenguas están desenfrenadas, fuera de control! Santiago está dirigiéndose a aquellos que parecen ser santos, amables, gentiles, amorosos - sin embargo se mueven en la iglesia, o en sus trabajos o en sus familias con lenguas ácidas, siempre escuchando y hablando chismes. Ellos no piensan nada acerca del murmurar y quejarse. Dios dice que su religión -¡Toda su muestra de espiritualidad - es en vano, no tiene valor, es inservible!

 

Amado, ¡Yo no me quiero sentar delante del trono del juicio de Cristo y descubrir que toda mi obra para el Señor - mi completo esfuerzo espiritual - ha sido en vano! Yo no quiero escucharle a El decir, "David tu hiciste obras poderosas en Mi nombre. Tu estableciste centros de rehabilitación de drogadictos, hogares para alcohólicos. Tu predicaste a incontables miles y ganaste a muchos para Mi reino. Tu alimentaste al hambriento, vestiste al desnudo, echaste fuera demonios, sanaste al enfermo.

 

¡Pero todo fue para nada - todo en vano! Yo simplemente no conozco a este hombre que habló con lengua dividida. ¡Tu usaste tu lengua para bendecir y luego condenar! De tu boca salía tanta dulzura - muchas palabras maravillosas, de ánimo. Pero también había palabras amargas y descorteses - palabras asesinas, de odio, de envidia. Tu tomaste mis advertencias en esta materia de la lengua con demasiada ligereza. Yo te advertí que toda tu actividad espiritual era en vano si tu no controlabas tu lengua. ¡Pero tu no me escuchaste!

 

Amado, piense en todo lo que Usted ha hecho en su caminar con Dios - todas las lágrimas que ha vertido por otros, toda la compasión y atenciones que Usted ha realizado. Usted incluso ha estado deseoso de dar su vida por otros. ¡Sin embargo todo eso es en vano si usted ha desparramado palabras negligentes!

 

Usted podrá preguntarse, "Seguramente Dios no es tan poco amoroso que va a descontar mi espiritualidad simplemente por que he dicho algo poco caritativo".

 

Yo estoy hablando aquí de cristianos cuyas lenguas nunca han sido domadas. Ellos hablan en contra de la gente de Dios sin siquiera parpadear. Acá está lo que dice Dios acerca de semejantes charlatanes sin caridad:

 

"Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda la ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy". (1 Corintios 13: 1-3)

 

¡Toda su espiritualidad, todo su sacrificio se inutiliza por una lengua indómita y sin caridad! ¿Puede Usted imaginarse muriendo por Jesús - siendo quemado en la hoguera, dando su ú ltimo dolar para alimentar al pobre, abandonando todo en esta vida por el Señor, y que sin embargo todo sea en vano?

 

Usted no va a recibir una recompensa de mártir, porque cuando Usted se presente ante el trono del juicio del Señor él dirá: ¡Tu hiciste todo eso con el motivo equivocado. ¡ Tu no tenías amor en tu corazón! Tu tenías amargura dentro de ti, y esta salió a través de tu boca. Tu lengua no era caritativa y amante - era amarga, poco amable, ácida. ¡Todas tus obras no te han dejado nada!

 

 

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2. ¡Las Palabras Que Usted Habla

Reflejan Lo que Está en Su Corazón!

 

 

 

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"¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca". (Mateo 12:34)

 

Cuando yo decía algo malvado siendo niño, mi madre lavaba mi boca con jabón. Pero no era mi boca lo que necesitaba limpieza - era mi corazón.

 

Verá Usted, su lengua habla solamente lo que está en su corazón. Estas son las propias palabras de nuestro Señor Jesucristo. ¡Y él dice que aquel habla pronunciada sin pensar, descuidada, malvada viene solamente de un corazón malvado y sucio!

 

Nosotros como creyentes no hemos todavía tomado en serio aquello que nuestro Señor ha dicho acerca del domar nuestras lenguas. él lo ha hecho un asunto del corazón - ¡Un asunto de vida o muerte! No solamente mi lengua negligente descuenta toda mi supuesta espiritualidad - también me hace encarar el indiscutible hecho de que mi corazón está sucio, manchado. ¡Algo del fuego del infierno esta llameando dentro de mí!

 

Si yo escucho palabras sensuales y lascivias saliendo de mi boca... si yo hablo cualquier chisme... si cuento algún chiste sucio... si yo desacredito a alguna persona... si yo hablo descortésmente o con celos acerca de alguien... si yo levanto mi voz y le grito a mi familia... si llamo con apodos... si hablo palabras de maldición. Si un torrente de palabras de enojo sale de mi boca... entonces debo preguntarme a mí mismo: "¿Que cosas sucias e inmundas están todavía atesoradas en mi corazón que yo puedo hablar de este modo?".

 

Yo tengo que examinar mi corazón y preguntarme, "¿De dónde viene esto?". Debe haber algo con lo cual todavía no he tratado, o yo no estaría diciendo semejantes cosas. ¿Por que yo ando murmurando y soy malhablado? ¿Por que yo pronuncio semejantes palabras malvadas y sin sentido? ¿Que fortalezas no santificadas todavía se mantienen en mi corazón?

 

El habla descuidada, sin gobernar no es solamente un defecto, no es solamente una debilidad o un há bito en el que caemos ocasionalmente. Usted no puede decir de un compañero cristiano, "Ah, algunas veces él puede lastimarte con sus palabras. Pero la mayoría del tiempo él es realmente dulce y amable. Y ama al Señor profundamente. El realmente no intenta lastimar a nadie".

 

¡No! ¡Santiago dice que toda la espiritualidad de esa persona es descontada! Y más que eso. ¡Jesús dice que esta persona tiene un corazón sucio y malvado!

 

Conoce Usted a alguno en la iglesia que ocasionalmente viene y le murmura, "Escuchaste lo que yo oí?"... Tome nota: No importa cuan pía pueda parecer esa persona, no importa cuanto ella ore o alabe a Dios en la Iglesia, hay algo malvado en su corazón - ¡Algo malo con lo cual el Espíritu Santo todavía no ha tratado!

 

Jesús da a este asunto un gran peso: "¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca cosas buenas; y el hombre malo, del mal tesoro saca cosas malas" (Mateo 12:34 -35). Jesús está diciendo, "Si tú eres descuidado con tu lengua - riñendo, quejándote, murmurando, chismeando - ¡Tu tienes un serio problema del corazón! Tu corazón no está bien con Dios, y esto va muy profundo. Hay un tesoro de maldad almacenado en ti, así como una serpiente tiene bolsas de veneno almacenado detrás de su mandíbula. Si veneno mortal está saliendo de Usted, es porque esa bolsa todavía no ha drenado".

 

¡Ningún ministro, ningún trabajador cristiano está exento de esta advertencia del Señor! A todos nosotros Jesús nos dice. "¡Examina tu corazón - encuentra por que todavía hablas imprudente y descuidadamente! "¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga?". (Santiago 3:11).

 

Cada vez que yo admito que un fragmento de chisme salga de mis labios, debo detenerme y decirle al Señor: Maestro, todavía debe haber en mi corazón una raíz de celos o envidia. De que otra forma sino puedo tomar con tanta liviandad el juzgar a mi hermano o a mi hermana. Debe haber allí tanto trato del Espíritu Santo todavía por hacerse en mí. ¡Oh Padre, excava profundamente en mi corazón y desentierra las raíces de amargura, codicia, orgullo, lo que sea!".

 

Recientemente un recién convertido fue oído por casualidad por uno de nuestro equipo mientras trataba de excusar el adulterio de un hermano en Cristo. Este cristiano nuevo dijo: "No hay problema - la sangre de Cristo cubre todos nuestro pecados. él está cubierto".

 

Mi joven amigo - ¡Usted está equivocado! La sangre de Cristo cubre solamente aquellos pecados de los que verdaderamente nos arrepentimos y renunciamos. La sangre nunca nos excusa o tolera el pecado. ¡ Su hermano viviendo en adulterio necesita rendirse ante Jesús, confesar sus pecados, y clamar por el poder para vencer la seducción de aquella Dalila con la que él está viviendo!

 

¡Y así es con el pecado de la lengua! Nosotros no debemos atrevernos a continuar hablando chismes, calumnias, palabras argumentativas - y luego postrarnos en la noche y pronunciar una casual oración de confesión: "Señor, si yo he dicho algo malo hoy, perdóname. Cú breme con la sangre".

 

¡No! ¡Dios quiere llegar a la maldad que hay en su corazón - la bolsa de veneno escondida dentro suyo! Esta no necesita ser cubierta – sino ser descubierta y removida. Dios quiere sacar de raí z la causa de ello y sanarle a usted completamente. Su problema es, ¡Usted ora para ser cubierto por la sangre cuando usted nunca se ha arrepentido verdaderamente y llegado a la raíz del mal!.

 

 

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3. ¡En el día del juicio, nosotros tendremos que

responder por cada palabra descuidada, vana

que hayamos hablado!

 

 

 

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"Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado". (Mateo 12:36 -37)

 

Parece que nosotros pensáramos que nuestras palabras simplemente caen en la tierra y mueren, o que se desvanecen en el aire y se disuelven en la nada. ¡Pero no es así! Nuestras palabras siguen vivas - ¡Ellas no mueren!

 

Usted puede decir, "Pero yo solamente le dije ese chisme a un amigo, y él prometió que nunca lo repetirá. Que el chisme terminaría con él". ¡No, no terminará ahí! Cada palabra que Usted y yo pronunciamos es grabada, escrita en la eternidad - y nosotros las oiremos todas repetidas para nosotros palabra por palabra en el juicio. ¡Aquellas palabras nos condenarán a menos que las confesemos, renunciemos, y que saquemos fuera las raíces de maldad que nos causó que las pronunciáramos!.

 

Usted preguntará, "¿Puedo yo simplemente orar una oración general y decir, 'Jesús perdóname, borra todo afuera?". ¡No - Si Usted rehusa a tratar con la raíz de su pecado!

 

Yo recuerdo haber llegado a una profunda convicción hace algún tiempo, luego de compartir un bocadillo de vicioso chisme con un amigo. Lo que yo dije era sin duda verdad - era acerca de una situación moral con la que yo tuve que tratar concerniente a cierto ministro. Su nombre apareció en la conversación, y yo dije, "No confíes en él. Yo se algo acerca de él".

 

Al hablar más de la cuenta, me sentí condenado. El Espíritu Santo me susurró, ¡"Deténte ahí mismo" Nadie parece saber sobre aquello. No digas nada mas, porque no hay ningún propósito en ello - es sólo chisme. ¡Aunque sea verdad, no lo repitas - porque ello puede lastimar el carácter del hombre!".

 

Lo que yo ya había dicho era suficientemente malo. ¡Pero luego yo dejé escapar impulsivamente los sensacionales detalles! Yo sabía que debía permanecer callado. Y, con mucha seguridad, yo estaba profundamente convencido por el Espíritu. Así que después llamé a mi amigo y le dije, "Lo siento - eso fue chisme. Estaba fuera de orden. Por favor no lo repitas. Trata de ni siquiera pensar en ello".

 

Mi amigo me aseguró que era un tema terminado. "Yo no conozco al sujeto", dijo. "Y yo nunca repito semejantes cosas". Eso pareció tranquilizar mi espíritu al principio. Pero la convicción del Espíritu Santo todavía me importunaba. ¿Por qué? ¿Por que yo no lo podía dejar? ¡Porque cuando usted planta algo en la mente de alguien, usted no puede arrancarlo fuera! Inclusive si nunca es repetido. ¡Esto no muere allí!".

 

El sentimiento que continuó importunando en mi era: ¿Por que lo hice? Dios, ¿Tengo yo algo en contra de él? ¿Estaba yo secretamente contento con su caída? ¿Por que no estaba yo ya interesado en su recuperación? ¿Que clase de corazón tengo yo? Señ or, perdóname. Pero también sáname de esto. Yo no quiero enfrentarte en el día del juicio con ninguna cosa maligna sin resolver dentro de mí".

 

¿Está mi pecado cubierto con la sangre de Jesús? Sí - porque yo reconocí completamente de que había pecado cruelmente. Y yo permití al Espíritu Santo que me mostrara algo de lo que todavía quedaba en mí de orgullo legalista. ¡Yo le permití que me humillara y me sanara!. Ahora, cada vez que yo comienzo a decir algo en contra de alguien, yo obedezco al Espíritu Santo al escucharle decir, alto y claro, "Deténte".

 

La advertencia de Jesús despertó el temor de Dios en mí: "Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado". (Mateo 12:37). ¡Por nuestras palabras! Jesús no dijo que nosotros seríamos condenados por lujuria o drogas o alcohol; esos son pecados feos, y si, habrá juicio por causa de ellos. Pero, más bien Jesús nos dijo, "¡Ustedes van a ser juzgados por sus palabras - por todo lo que ustedes han dicho!".

 

Yo le pregunto - ¿Es usted uno de esos que bendice con su lengua, y sin embargo también maldice? "Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así". (Santiago 3: 9-10)

 

La palabra griega aquí para maldición significa "derrumbar, traer hacia abajo, denunciar como maldad". Y sin embargo, con mucha frecuencia de nuestra boca salen alabanzas a Dios, adoración y bendición a él - pero también chismes maliciosos que derriban la reputación de Sus siervos. ¡Tales charlatanerías derriban al cuerpo de Cristo! ¡Esto se opone al trabajo de Dios!

 

Inclusive usted puede dañar la reputación de una persona sin decir una palabra - simplemente haciendo expresiones faciales negativas. En una ocasión se me preguntó acerca de cierto individuo con el cual yo había tenido que lidiar concerniente a un cierto número de problemas. Cuando me preguntaron acerca de esa persona, yo no dije una palabra - simplemente arrugué mi nariz y sacudí mi cabeza. La persona que me preguntaba me dijo, "Bien, usted no ha tenido que decir una palabra, pero usted me ha dicho todo lo que yo necesito saber". ¡Yo había plantado pensamientos negativos en la mente de aquella persona! Esto también se relaciona con una lengua indómita.

 

Ahora, algunos creyentes son muy cuidadosos de no hablar sus pensamientos, no son descuidados con sus palabras. Sin embargo, muchas de las cosas buenas que los cristianos dicen son hipócritas - ¡ Porque sus pensamientos están llenos de maldad! Solamente consultan para arrojarle de su grandeza. "Aman la mentira; con su boca bendicen, pero maldicen con su corazón". (Salmo 62:4)

 

Estas personas toman su mano, sonríen cálidamente, y le dicen cosas lindas, como, "¿Qué tal está usted? ¡Que bueno verle! ¡Que bien que se lo ve! Pero al alejarse ellos hablan entre dientes a alguien cercano, "Que farsante". Parece una muerta recalentada. ¿Vio usted cuanto peso ha ganado? ¡Sus ojos se ven terribles!" "Porque en la boca de ellos no hay sinceridad; sus entrañas son maldad, sepulcro abierto es su garganta, con su lengua hablan lisonjas". (Salmo 5:9)

 

Ningún cristiano tiene que tener este tipo de actitud. Descanse tranquilo, hay raíces de amargura y rebelión en esa persona - ¡Algo desesperadamente malo en su corazón! Un verdadero creyente que camina cerca del Señor no puede ni siquiera concebir ese tipo de comportamiento.

 

Usted dirá, "Ahora, espere un minuto pastor. Primero usted me dice a mí cuan serio es tener una lengua indómita. ¿Pero ahora usted dice que yo voy a ser juzgado por los meros pensamientos acerca de la gente?".

 

Absolutamente - ¡Sí!

 

"Pesada es la piedra, y la arena pesa; más la ira del necio es más pesada que ambas". (Proverbios 27:3) "No hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor". (I Corintios 13: 5) Muéstreme una persona con una naturaleza desconfiada, y yo le mostraré a usted alguien con un espíritu legalista. Esa persona tiene una naturaleza testaruda, quizás nunca completamente rendida a Jesús. ¡Siempre sospecha de otros de caer en las cosas en las que el mismo estuvo muy tentado a hacer!

 

Quizás la persona más peligrosa, sin embargo, es aquella que se la pasa en habladurías - aquel que se involucra en conversaciones que no son edificantes, sino destructivas - ¡Y que sin embargo cree que no significa daño alguno! Cuando usted le cuestiona acerca de ello, puede que incluso tenga lágrimas en sus ojos y diga con pena, "Yo no soy así. Yo amo mucho mi iglesia y mis pastores - yo amo al cuerpo de Cristo. Si, yo quizás haya podido decir cosas que puedan interpretarse como chismes o habladurías. Pero Dios conoce mi corazón. Yo nunca tuve intención de hacer daño".

 

¡Semejante actitud es peligrosa! ¡La Biblia dice que grandes fuegos son causados por chispas pequeñas! Y su pequeña chispa puede encender un gran fuego, incluso cuando usted no quiera que esto salga fuera de su control. Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡Cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!". (Santiago 3:5). ¡Usted puede descuidadamente lanzar un comentario de algo interesante acerca de alguien - y ello puede terminar afectando el carácter, el espíritu y la misma naturaleza de esa persona!

 

No importa cuál fue su motivo - el daño ha sido hecho. Su pequeña chispa ha iniciado un fuego, y está rabiando fuera de control. Esto puede dañar una reputación. Esto puede traer a alguien vergüenza, deshonra y pena. Y no importa cuál fuera su motivo al decirlo, usted es todavía culpable - ¡Usted es el incendiario! ¡Fue su lengua indómita la que comenzó todo ello!

 

¿Cómo puede usted obtener control sobre el arma mortal de su lengua?

 

 

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4. Usted no Puede Domar su Propia Lengua -

¡Dios Debe Hacerlo!

 

 

 

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"Pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, lleno de veneno mortal". (Santiago 3:8)

 

Como espera Dios que nosotros frenemos o domestiquemos nuestra lengua cuando Su Palabra dice que ningú n hombre puede hacerlo. Jesús nos da la respuesta: "Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible, mas para Dios todo es posible". (Mateo 19:26) Usted no puede domesticar su lengua por usted mismo, como no puede un caballo salvaje domarse a si mismo. Los caballos salvajes son domados por expertos entrenadores que los "quiebran". Y el Espíritu Santo es nuestro entrenador. ¡Sólo él puede quebrar nuestras lenguas indómitas y salvajes!

 

El profeta Isaías nos provee con un ejemplo de como podemos lidiar con nuestra lengua:

 

 

Isaías se apartó cerca del Señor, y oró por una visión de la santidad de Dios. él dijo: ... Yo vi... al Señor... sobre un trono... alto y elevado... (Isaías 6:1)

 

Cualquiera que quiera vivir complaciendo al Señor debe constantemente ir a Su presencia hasta que obtiene una visión de la santidad de Dios. Toda sanidad, toda verdadera bendición, todas las victorias comienzan en Su trono. ¡Ahí es donde nosotros vemos a Dios en Su santidad!

 

 

En la presencia santa de Dios Isaías se sintió profundamente convencido de tener labios impuros. "Entonces dije ¡Ay de mí! Que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos". (Versículo 5)

 

¿Por qué Isaías clamó, "Yo soy un hombre de labios impuros"? ¡Fue porque él había visto al Rey de Gloria! ¡"Yo lo he visto en mi mente - Yo he visto la gloria de Su santidad! "¡Y yo se que El no tolerará el pecado!". Nuestro pecado llega a ser excesivamente pecaminoso cuando nosotros estamos en la presencia de Dios. ¡La luz de su rostro santo expone todo lo que es diferente a él!

 

 

Isaías permitió que el Señor lo tocara y le limpiara con Su fuego santo. "Y voló hacia mi uno de los serafines teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado". (Versículos 6-7).

 

La Palabra de Dios es un carbón vivo - ¡Y el Espíritu Santo es su fuego! Ahora mismo usted ha sido tocado por el Espíritu Santo a través de este mensaje. Y Dios quiere poner Su fuego en su lengua y santificarla. él lo puede hacer por usted - si usted le permite que Su Palabra lo convenza. él es el único que puede hacerlo. Su parte es simplemente confesar como hizo Isaías, ¡Ay de mí, que soy impuro!

 

 

¡El secreto de la victoria sobre las drogas, el alcohol o una lengua incontrolable es acercarse a Jesús - intimar con él - conocerle! Apartarse cerca en Su presencia le revelará lo que está en su corazón. Muchos cristianos continúan murmurando e infamando porque ellos realmente nunca han estado cerca de Cristo. ¡Nunca han tenido la intimidad suficiente para ver cuan indómitas son sus lenguas!

 

Permita que esta palabra vaya directamente a su corazón y le purifique con su fuego. Confiese "Si, soy yo Señor! ¡No voy a permitir que esta palabra pase de largo! ¡Purifica mis labios, purifica mi lengua. Limpia mi lengua y mi corazón!".

 

Pídale al Espíritu Santo que ponga tal convicción en usted que cada vez que comience a decir algo descuidado, poco razonado o poco amable, El levante una bandera y la ondee ante usted. Pí dale que le haga muy sensitivo a Su voz - y entonces obedézcale cuando él le hable. Podrá ser que él le detenga en medio de una frase con la convicción del Espíritu Santo, y usted le dirá a la persona con la cual está hablando, "Lo siento - Dios me dijo que me detenga acá. Dejémoslo ahora. Olvídelo!".

 

 

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