NACIDOS PARA
VENCER
INDICE
Introducción y
situación
Como fundamentar una vida victoriosa
Como vencer la indiferencia
Como vencer la pasividad
Como vencer la pereza
Como vencer el conformismo
Como vencer la permisividad
Como vencer la depresión
(primera parte)
Como vencer la depresión
(segunda parte)
Como vencer el negativismo
INTRODUCCIÓN Y SITUACIÓN
En este nuevo tema nuestro objetivo será dar respuestas a
las carencias, debilidades y aflicciones del alma, donde tenemos la voluntad,
la mente y las emociones o sentimientos.
Estas son las áreas de nuestro ser mas atacadas por el
diablo, a través del sistema de este mundo, y las debilidades de la carne.
Es importante comprender qué es el sistema del mundo, quién
lo dirige y cómo actúa sobre el ser humano.
EL SISTEMA DE ESTE MUNDO.
DEFINICIÓN
El diablo es el príncipe de este mundo (Jn.14:30); y ha
diseñado un sistema perverso, en colaboración con el hombre desobediente
(Ef.2:2), para atrapar el alma, estrangular el espíritu y la comunión con Dios
y destruir el cuerpo. ¿Cómo lo hace? Tendiendo lazos y trampas al alma del
hombre, aprovechando la oscuridad de los pueblos –por la idolatría- y engañando
(2Co.4:4).
“Los que buscan mi vida (alma) arman lazos” (Sal.38,12).
El diablo tiene tendidas trampas, a través delos esquemas
mundanos, para atrapar el alma del hombre. Es en el alma donde se producen las
batallas de las pasiones y deseos, aprovechadas por el diablo para dar
expresión a todo tipo de guerras (Stg.4:1) (1P.2:11). Por lo tanto, nuestro campo de batalla está en el área del
alma.
¿CÓMO VENCEREMOS?
Por el inconformismo hacia el mundo.
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos
por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál
sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Ro.12:2)
Por el inconformismo hacia los deseos
carnales.
“Como hijos obedientes no os conforméis a los
deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia...” (1P.1:14) “Amados,
yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos
carnales que batallan contra el alma” (1P.2:11).
Escapando y huyendo.
“...habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de
la concupiscencias” “los que verdaderamente habían huido de los que viven en
error... habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el
conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo...” (2P.1:4 y 2:18-20). “Huye
también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la
paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor” (2 Tim.2:22).
Aferrándonos al Nombre de Jesús.
“¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el
Hijo de Dios?” (1Jn.5:5). “Torre fuerte es el nombre de Jehová; a él correrá el
justo, y será levantado”
(Pr.18:10). Nuestra alma escapó
cual ave del lazo de los cazadores; se rompió el lazo, y escapamos nosotros.
Nuestro socorro está en el nombre de Jehová, que hizo el cielo y la
tierra” (Sal.124:7-8).
Hemos venido a Dios y Él sacia y prospera nuestra alma de la
abundancia de su casa (Sal.36:8 y 65:4). Hemos salido de la casa del diablo y
trasladados a la casa –el Reino- de Dios.
“El cuál nos ha librado de la potestad de las
tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo” (Col.1:13).
COMO FUNDAMENTAR UNA VIDA VICTORIOSA
El hombre nuevo nace como resultado del triunfo legal y
actual de Jesús. Hemos nacido de nuevo por la simiente de un vencedor. Esta es
una verdad permanente y absoluta. Sin embargo, vivimos en un mundo cambiante y
relativo. Esos esquemas tienden a afectarnos, movernos y desplazarnos de la
solidez del fundamento: JESUCRISTO.
Por ello, se hace necesario que afirmemos los fundamentos de
una vida victoriosa a la que Dios nos ha llamado. Todo buen fundamento debe
estar basado en la verdad. Veamos, entonces, tres verdades que garantizan una
vida victoriosa.
La verdad de LA REGENERACIÓN
“Pero cuando se manifestó la bondad de
Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no
por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia,
por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo”
(Tito,3,4-5).
La regeneración es “dar nuevo ser a una cosa que degeneró”.
Es volver al género original. Es regresar al plan inicial de Dios después de
haber estado viviendo un tiempo alejados de él, degenerados por el pecado y la
desobediencia. Es nacer de nuevo. La regeneración es la base fundamental para
establecer una vida de éxito y victoria (Jer.18:1-10)
La verdad de LA RENOVACIÓN
“No os conforméis a
este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro
entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta” (Romanos, 12:2)
La renovación es un proceso gradual hacia la
transformación. Actúa, sobre todo, en la mente (Ro.12:2) y en el espíritu
(Sal.51:10) (Ef.4:23). En este proceso debemos tomar parte activa llenando
nuestra mente con la palabra de Dios. Esta verdad es clave. Si vamos a vivir en
victoria sobre el sistema de este mundo será por conocer la voluntad de Dios y
obedecerla.
¡Oh, cuánto amo yo tu
ley! Todo el día es ella mi meditación. Me has hecho más sabio que mis enemigos
con tus mandamientos, Porque siempre están conmigo. Más que todos mis
enseñadores he entendido, Porque tus testimonios son mi meditación. Más que los
viejos he entendido, Porque he guardado tus mandamientos; De todo mal camino
contuve mis pies, Para guardar tu palabra. No me aparté de tus juicios, Porque
tú me enseñaste. ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a
mi boca. De tus mandamientos he adquirido inteligencia; Por tanto, he
aborrecido todo camino de mentira” Salmo,119:97-104.
“Nunca
se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche
meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está
escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien”
(Josué,1:8).
“Bienaventurado
el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores,
Ni en silla de escarnecedores se ha sentado; Si no que en la ley de Jehová está
su delicia, Y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado
junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y
todo lo que hace, prosperará” (Salmo,1:1-3).
De esta forma pensamos
como piensa Dios; hablamos como
Dios habla y vivimos de acuerdo con
la santidad de Dios.
“Como
hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en
vuestra ignorancia; si no, como aquel que os llamó es santo, sed
también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque
escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. Y si invocáis por
Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno,
conducios en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación” (1Pedro,1,14-17).
Su palabra
debe afincarse, habitar y establecerse en nosotros.
La verdad de LA TRANSFORMACIÓN
“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara
descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como
por el Espíritu del Señor” (2Corintios, 3,18).
Cuando hemos
digerido su palabra, ésta se diluye en nuestro organismo y produce y produce la
transformación de nuestra vida. La palabra (el Verbo-Jesús) actúa en nosotros y
reproduce la imagen de Jesús.
“Por lo cual también nosotros sin cesar
damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis
de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en
verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes”
(1Tesalonicenses,2:13).
Jesús es el Pan de vida que al comerlo produce en
nosotros la transformación de nuestro ser: espíritu, alma y cuerpo.
“Yo
soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y
murieron. Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de
él come, no muera. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si
alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi
carne, la cual yo daré por la vida del mundo. Entonces los judíos contendían
entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? Jesús
les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del
Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.
El
que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el
día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es
verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí
permanece, y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo
por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. Este
es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y
murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente” (Juan,6,48-58).
Así se establece la fusión-comunión entre Cristo y
el creyente. Resumiendo. La verdad de la regeneración, la renovación y la
transformación ponen en nosotros las bases para una vida práctica de victoria.
COMO
VENCER LA INDIFERENCIA
Definir el concepto. ¿Qué es la indiferencia? Es un estado de ánimo no determinado. Es una actitud vacilante, sin determinación.
No combatir. Que no prefiere una cosa a otra. Es una falta de compromiso y responsabilidad que abarca a todas las esferas de la vida en sociedad: Familiar, laboral, estudiantil, en lo moral y eclesial (la dinámica, visión, de una iglesia local).
La insumisión es un ejemplo claro de una sociedad indiferente a los intereses globales de una nación. Es la “cultura del pasotismo, la litrona y la rebeldía silenciosa”.
Este virus de la indiferencia ha invadido nuestra
sociedad actual de una forma alarmante. Los sistemas del mundo de hoy contienen
una gran dosis de indiferencia y apatía que debemos combatir.
El creyente y la iglesia han sido
influidos estrepitosamente por este sistema abominable de indiferencia. Esta
actitud nos lleva a hacer concesiones con el mundo y su sistema de valores; nos
roba las convicciones firmes de la palabra de Dios y nos conduce a una flojera
y debilidad del alma y del espíritu que desembocan en un cristianismo tibio,
incoloro, fluctuante y falto de poder y autoridad.
Debemos localizar, aborrecer
y combatir a este enemigo para poder derrotarlo y mantenerlo a raya.
DERROTANDO
LA INDIFERENCIA
La Biblia dice que hemos escapado
de las contaminaciones de este mundo por el conocimiento del Señor; por tanto,
no nos enredemos otra vez en ellas.
“Ciertamente, si
habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento
del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su
postrer estado viene a ser peor que el primero”
(2Pedro,2:20).
“Habiendo purificado
vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el
amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón
puro” (1Pedro,1:22).
Si la indiferencia es una actitud sin determinación y vacilante,
“para que ya no seamos
niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por
estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del
error” (Efesios, 4,14); hagámosle frente con determinación y firmeza, “Cuando se
cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro (con
determinación, dice la Biblia de las Américas) para ir a Jerusalén” (Lucas, 9,51).
Si la indiferencia es no tener preferencias por una cosa u otra:
luz o tinieblas, verdad o mentira, limpio o inmundo; “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo
bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo
amargo por dulce, y lo dulce por amargo!”
(Isaias, 5,20); entonces decidamos separar
lo vil de lo precioso y afirmarnos en ello.
“Por tanto, así dijo
Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si
entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca.
Conviértanse ellos a
ti, y tú no te conviertas a ellos. Y te pondré en este pueblo por
muro fortificado de bronce, y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque
yo estoy contigo para guardarte y para defenderte, dice Dios. Y te
libraré de la mano de los malos, y te redimiré de la mano de los fuertes” (Jeremias, 15,19-21)
Si la indiferencia es una falta de compromiso y responsabilidad;
mantengámonos fieles al Pacto de sangre,
a través de Jesús, y actuemos en consecuencia.
“El que viola la ley de
Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente.
¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de
Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e
hiciere afrenta al Espíritu de gracia?” (Hebreos, 10,27-29).
Si la indiferencia nos lleva a hacer concesiones con el mundo y ceder
a sus influencias;
“¡Oh almas adúlteras!
¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues,
que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. ¿O
pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en
nosotros nos anhela celosamente? Pero él da mayor gracia...” (Santiago, 4,4-5);
entonces no nos conformemos a este siglo.
“No os conforméis a
este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro
entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta” (Rom.12:2).
Si la indiferencia nos roba las convicciones firmes de la
palabra de Dios; no te conformes con
ello y afirma tus valores sin moverte de la palabra de verdad.
“Cada uno esté
plenamente convencido en su propia mente... ¿Tienes tú fe? Tenla para contigo
delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que
aprueba. Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no
lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado” (Romanos, 14:5,22,23). “...que no os dejéis mover fácilmente de
vuestro modo de pensar...” (2Tesalonicenses, 2,2)
Pertenecemos a otro Reino donde
operan otras leyes y principios. Hemos sido trasladados del sistema de este
mundo, al Reino de Su Hijo Amado (Col.1,13); por tanto, la actitud normal del
hombre nacido de nuevo es contraria a la indiferencia. El hombre nuevo no puede
ser indiferente ante la disolución de los principios del Reino en su
generación; y si ha sido atrapado en ello, hay que actuar con sinceridad y
valor: Localizándolo (reconocerlo); aborrecerlo (arrepentirse) y combatirlo con
firmeza.
La indiferencia conduce a la pasividad, pero la vida de fe es acción en
el camino de la verdad. El apóstol Judas
nos insta a “que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a
los santos” (Judas, 3)
COMO VENCER LA PASIVIDAD
Definir el concepto. ¿Qué es la pasividad?
Es un estado
de ánimo sin acción. Una paralización del esfuerzo y el interés. Es no
cooperar. Permite que los demás actúen sin hacer nada. Es un espíritu de
somnolencia que adormece el alma. Es la anestesia de este mundo que roba la
energía del ser humano. Esta influencia ha penetrado profundamente en la
iglesia occidental de nuestro tiempo. Creo que está contribuyendo a ello el
énfasis desproporcionado y desequilibrado que se le está dando al retorno de
Jesús.
La esperanza
cierta y gloriosa de la segunda venida de Jesús es maravillosa y la iglesia
debe mantenerla activada continuamente, pero el desequilibrio se produce cuando
tomamos esa verdad del Retorno como una vía de escape para eludir nuestras responsabilidades como hijo de Dios de ser luz y sal de la tierra, anunciando
su evangelio y mantener una vida de firmeza frente al pecado. Pablo tuvo que
poner orden en la iglesia de Tesalónica al respecto. Esto es lo que les dice:
Pero
con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él,
os rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro
modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta
como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca. Nadie
os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía,
y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición...
Pero
os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os
apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que
recibisteis de nosotros. Porque vosotros mismos sabéis de qué manera
debéis imitarnos; pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros,
ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y
fatiga día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros; no
porque no tuviésemos derecho, sino por daros nosotros mismos un ejemplo para
que nos imitaseis.
Porque
también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere
trabajar, tampoco coma. Porque oímos que algunos de entre vosotros
andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo
ajeno.
A
los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando
sosegadamente, coman su propio pan. Y vosotros, hermanos, no os
canséis de hacer bien. Si alguno no obedece a lo que decimos por medio de esta
carta, a ése señaladlo, y no os juntéis con él, para que se avergüence. Mas
no lo tengáis por enemigo, sino amonestadle como a hermano” (2Tesalonicenses,
2,1-3 y 3,6-15).
¿Por
qué se produce la pasividad? Por una falta de sentido y propósito en la vida. Por
no conocer el plan de Dios y Su voluntad para con nosotros. Por ignorar el
valor de la vida y por un ambiente cargado de religiosidad dominado por el
espíritu de muerte.
¿Cómo
actúa? Dejando de hacer lo importante y trascendente, para
centrarse en lo superficial, lo ajeno e innecesario. Ejemplo: Hablar y hablar de los problemas de
otras personas sin haber solucionado los nuestros debidamente.
¿Qué
armas tiene la pasividad? La indiferencia, la debilidad de ánimo y sobre todo
la televisión. Pasar mucho tiempo delante del televisor produce una pasividad
mental, creativa, de iniciativas y un “atolondramiento” (proceder sin
reflexión) que nos conduce a la pereza profunda.
El perezoso desea (todo lo que
ve en el televisor) pero nada alcanza (se alimenta de ilusiones e irrealidades
que nunca consigue.
Buena prueba de ello son los programas-concurso con sus
ofertas de ganar dinero fácil, que están llenos de desilusiones y
frustraciones, así como de un culto a la diosa Fortuna y Destino que menciona
el profeta Isaias en 65,11-12.
“El
alma del perezoso desea, y nada alcanza; mas el alma de los diligentes será
prosperada” (Pr.13:4) “El deseo del perezoso le mata, porque sus manos no
quieren trabajar” (Pr.21,25).
COMO
VENCER SOBRE LA PASIVIDAD
Localizarla. Tenemos que encontrar las áreas de nuestras vidas
donde se ha infiltrado este virus. Para ello necesitamos sinceridad y valentía
para enfrentarnos a nosotros mismos. Luego necesitamos acercarnos al foco que
alumbra todas las cámaras de nuestro ser, es decir, acercarnos a Dios y Su
palabra.
“En tu luz veremos la luz”
(Sal.36:9) “Lámpara es a mis pies tu
palabra y lumbrera a mi camino” (Sal.119:115)
“Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre, La cual escudriña lo más
profundo del corazón” (Pr.20:27) “Porque la palabra de Dios es viva y
eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el
alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos
y las intenciones del corazón. 13Y no hay cosa creada que no sea
manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y
abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta” (Hebreos, 4:12-13)
Aborrecerla. Significa
arrepentimiento. Volverse al plan de Dios que habíamos abandonado. Es llegar al
pleno convencimiento de que la pasividad es mala, un enemigo destructivo que
hay que combatir y resistir. “Resistid... (la pasividad) y huirá de vosotros.
Someteos a Dios. Acercaos a Dios, y Él se acercará a vosotros” (Stg.4:7.8).
Combatirla. Dios nos ha dado un
don precioso para derrotar a este enemigo, el don del Espíritu Santo
(Hch.10:45). Liberar la acción del Espíritu en nosotros, sacar de la fuente de
agua de vida es la clave para vencer. ¿Cómo hacerlo?
“Hablando...
cantando... Alabando al Señor... Dando siempre gracias...” (Efesios, 5:18-20). Esto producirá en
nosotros lo contrario exactamente a la vida pasiva. Producirá un despertamiento
espiritual como vemos en Efesios 5:14-17.
“Por lo cual dice: Despiértate, tú que
duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo. Mirad, pues, con
diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando
bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis
insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor”. Producirá un avivamiento interior (2Ti.1:6);
un espíritu ferviente (Ro.12:11);
Una capacidad de esfuerzo y trabajo (Jos.1:9); y un
espíritu de sacrificio (Sal.50:5) (Ro.12:1) que aplastará a este enemigo de
nuestras almas renovadas. Esta clase de vida (la vida en el Espíritu, osea, una
vida cristiana normal) produce un aniquilamiento de la pasividad, y nos eleva a
una dimensión de vida mas elevada; es la clase de vida de Dios (Zoé) que Dios
nos ha dado juntamente con Cristo.
COMO VENCER LA PEREZA
La indiferencia conduce a la pasividad y ésta desemboca en
la pereza.
Definir el concepto. ¿Qué es
la pereza? Es el descuido en
hacer las cosas que estamos obligados a realizar. Negligencia. Tardo, lento o
pesado en el movimiento o en la acción. La pereza es uno de los grandes
enemigos del hombre y su realización. Hay diferentes clases de pereza. Normalmente
pensamos que la pereza sólo tiene que ver con la persona que duerme mucho; pero
hay otras manifestaciones de pereza.
Pereza
mental: El que no quiere pensar.
Pereza
sentimental: El que no expresa sus sentimientos
naturales, no habla.
Pereza
física: El que no quiere trabajar y el esfuerzo
físico le abruma.
Pereza
espiritual: El que no dedica tiempo a la oración,
la meditación y el estudio de la palabra de Dios, no se congrega, no diezma,
etc.
La pereza es una especie de pulpo con
muchos brazos para atenazar las diferentes áreas de nuestra vida.
¿Qué produce la pereza? Este
enemigo es un gran productor de males, algunos de ellos muy dramáticos. Veamos
algunos ejemplos en el libro de los Proverbios. En este libro de la Biblia
encontramos que es un tema que se repite ampliamente.
- Produce sopor y
sueño. “La pereza hace caer en
profundo sueño, Y el alma negligente padecerá hambre” (Pr.19:15).
- Produce
cansancio y fatiga. “Mete el
perezoso su mano en el plato; se cansa de llevarla a su boca” (Pr.26:15). Pasé junto al campo del hombre perezoso,
y junto a la viña del hombre falto de entendimiento, y he aquí que por
toda ella habían crecido los espinos, ortigas habían ya cubierto su faz, y
su cerca de piedra estaba ya destruida.
Miré, y lo puse en mi corazón; lo vi, y tomé consejo. Un poco de
sueño, cabeceando otro poco, poniendo mano sobre mano otro poco para
dormir; así vendrá como caminante tu necesidad, y tu pobreza como hombre
armado” (Pr.24:30-34).
- Produce argumentos
falsos. “El perezoso no ara a causa
del invierno; pedirá, pues, en la siega, y no hallará” (Pr.20:4). “Dice el perezoso: El león está fuera;
seré muerto en la calle”
(Pr.22:13). “En su propia
opinión el perezoso es más sabio que siete que sepan aconsejar” (Pr.26:16)
- Produce frustración. “El alma del perezoso desea, y
nada alcanza; mas el alma de los diligentes será prosperada” (Pr.13:4).
- Produce
pobreza. “Ve a la hormiga, oh perezoso, mira
sus caminos, y sé sabio; la cual no teniendo capitán, ni gobernador, ni
señor, prepara en el verano su comida, y recoge en el tiempo de la siega
su mantenimiento. Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te
levantarás de tu sueño? Un poco de sueño, un poco de dormitar, y cruzar
por un poco las manos para reposo; así vendrá tu necesidad como caminante,
y tu pobreza como hombre armado”
(Pr.6,6-11).
- Produce muerte. “El deseo del perezoso le mata, porque sus
manos no quieren trabajar” (Pr.21:25)
COMO VENCER LA PEREZA
Este adversario es un gran generador de mentiras. El
perezoso dice: “estoy cansado”, “no puedo hacerlo”, “no tengo tiempo”, “no es
el momento”, “para que intentarlo si va a salir mal”, “no tengo recursos ni
capacidades”, etc.
Para vencer la pereza tenemos que responder con toda
sinceridad y revelación la gran pregunta ¿esos argumentos son verdaderos o
falsos?. Para encontrar la respuesta correcta necesitamos conocer la palabra de
verdad, que nos lleva a la libertad (Jn.8,31-32). Ejemplo: Si he dormido 7-8
horas y sigo cansado y con ganas de dormir más la pereza me está robando un
tiempo que nunca mas volveré a tener.
La reacción debe llevarnos a las
preguntas siguientes: ¿Quiero abandonar la pereza? ¿Soy consciente de sus
efectos negativos? ¿Estoy dispuesto a combatirla?. La batalla se centrará en
tres frentes fundamentales.
Primero. Derribar
argumentos. Mientras creemos una
mentira (“no tengo tiempo”) todo el organismo actúa según esa mentira. Cuando
destruimos el engaño y lo reemplazamos con la verdad (“todas las cosas tienen
su tiempo debajo del sol”); entonces el
proceso a la victoria está en marcha.
“Pues aunque andamos en
la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra
milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de
fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta
contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la
obediencia a Cristo, y estando prontos para castigar toda
desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta” (2Corintios, 10,3-6).
Segundo. Renovación de la mente. La renovación nos da los pensamientos de Dios,
y éstos, traen a nuestra vida su voluntad, su propósito y su plan pensado de
antemano. Con este conocimiento la motivación se dispara y todo nuestro ser es
estimulado a la acción. “No
os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de
vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta” (Romanos, 12,2).
Tercero. Aplicarle disciplina personal. Ésta nos ayuda a mantener el impulso inicial
en una constante diaria. Ejemplo: Si necesitamos 7-8 horas para descansar y
tenemos que levantarnos a las siete de la mañana, no debemos acostarnos mas
tarde de las doce de la noche. La aplicación de la disciplina está mas en
decidir cuando debemos ir a dormir que en levantarse por la mañana. Ganamos o
perdemos la batalla por la noche no en la madrugada.
Pablo vivía esta disciplina personal de forma evidente
cuando dijo:
“¿No sabéis que los que
corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el
premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha,
de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible,
pero nosotros, una incorruptible.
Así que, yo de esta
manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea
el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no
sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado” (1Corintios,9,24-27).
La oración de Moisés se hace
indispensable para vencer la pereza. “Enséñanos de tal
modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría” (Sal.90,12)
COMO VENCER EL CONFORMISMO
Definir el concepto. ¿Qué es
el conformismo? Viene de la palabra inglesa “confort”,
que significa comodidad. Es una práctica que fácilmente nos lleva a adaptarnos
a cualquier circunstancia. Es hacer concesiones, es decir, conceder el dominio
a las circunstancias que nos rodean. Es una falta de combatividad que paraliza
la búsqueda, la expectativa y la visión. Una pérdida de la ambición saludable.
Es dar por sentada una vida y “vivir de las rentas”.
Este enemigo nos roba las iniciativas y
nos hunde en un estado de ánimo mediocre, gris y egoísta, puesto que nos lleva
a una actitud a la defensiva para guardar lo poco que tenemos. Nos roba,
además, la entrega y la inversión de nuestra vida en el reino de Dios, para
pudrirnos en el fango de la cobardía y el temor. Jesús dijo:
“El que
ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida
eterna la guardará” (Juan, 12:25).
Y fue especialmente duro con aquel
siervo que había guardado su talento por temor a perderlo.
“Pero llegando también el que había
recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas
donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve
miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo.
Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que
siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto,
debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo
que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento, y dadlo al
que tiene diez talentos”
(Mateo,25,24-30).
El
conformismo y la comodidad son especialmente malos para vivir una vida llena
del Espíritu. La vida en el Espíritu se mueve en una dimensión ilimitada, por
tanto, el conformismo la puede frenar en cualquier pequeña experiencia y
robarnos la inmensidad del Océano de Dios. En nuestros días es especialmente
nocivo el énfasis desequilibrado que se hace en la iglesia sobre algunos dones
del liderazgo, olvidando y criticando los que no se tienen. (Ezequiel, 47,1-5)
(2 Reyes,2,1-15)
El sistema de
este mundo está diseñado para desequilibrarnos. O nos frena en el conformismo;
o nos enloquece en la insatisfacción. Por su parte, el Espíritu Santo nos trae
la vida equilibrada de Jesús a nuestros corazones.
COMO VENCER EL CONFORMISMO
La respuesta es sencilla. Con el
inconformismo; que no hay que confundirlo con la insatisfacción. En Cristo
estamos satisfechos pero no somos conformistas, porque sabemos que hay mas y
más áreas de profundidad y madurez en Jesús.
“...para que habite
Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados
en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos
cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de
conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis
llenos de toda la plenitud de Dios” (Efesios,3,17-19).
“...No que lo haya
alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; si no que prosigo, por ver si logro asir
aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos,
yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando
ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo
a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses,3,12-14).
No os
conforméis. La palabra de Dios nos enseña
abiertamente a ser inconformistas en diversas áreas de nuestras vidas. Veamos
algunas.
No os
conforméis a este mundo.
“No os conforméis a
este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro
entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta” (Romanos, 12,2).
No os
conforméis a la corrupción.
“Como todas las cosas
que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder,
mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia,
por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas,
para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina,
habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la
concupiscencia” (2Pedro,1,3-4).
No os
conforméis al error.
“Pues hablando palabras
infladas y vanas, seducen con concupiscencias de la carne y disoluciones a los
que verdaderamente habían huido de los que viven en error” (2Pedro, 2,18).
No os
conforméis a las contaminaciones.
“Ciertamente, si
habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento
del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su
postrer estado viene a ser peor que el primero”
(2Pedro,2,20).
No os
conforméis a los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de
la vida.
“No améis al mundo, ni
las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no
está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la
carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del
Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que
hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1Juan,15-17).
No os
conforméis a los deseos carnales que batallan contra el alma. (Recuerda que el alma incluye la
mente, las emociones y la voluntad).
“...como hijos
obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra
ignorancia... Amados, yo os ruego como a
extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan
contra el alma...” (2Pedro, 1.14 y 2,11).
No hacer
concesiones. Significa no ceder a las presiones
del enemigo para robarnos nuestras convicciones y derechos. Defender la heredad
de Dios: Salvación, salud, paz liberación...
Ejemplo: El pueblo de Israel cedió terreno a los cananeos y
les otorgó vivir con ellos en la tierra que Dios les había dado como heredad.
Allí estuvo la clave de sus futuras derrotas.
“Mas
al jebuseo que habitaba en Jerusalén no lo arrojaron los hijos de Benjamín, y
el jebuseo habitó con los hijos de Benjamín en Jerusalén hasta hoy” (Jueces,
1:21,27,28,29,30,31,33).
Dios les había dicho claramente que no hiciesen
concesiones al enemigo.
“Y
fijaré tus límites desde el Mar Rojo hasta el mar de los filisteos, y desde el
desierto hasta el Eufrates; porque pondré en tus manos a los moradores de la
tierra, y tú los echarás de delante de ti. No harás alianza con
ellos, ni con sus dioses. En tu tierra no habitarán, no sea que te
hagan pecar contra mí sirviendo a sus dioses, porque te será tropiezo” (Exodo,23,31-33).
“Cuando
Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra en la cual entrarás para
tomarla, y haya echado de delante de ti
a muchas naciones, al heteo, al gergeseo, al amorreo, al cananeo, al ferezeo,
al heveo y al jebuseo, siete naciones mayores y más poderosas que tú, y
tu Dios las haya entregado delante de ti, y las hayas derrotado, las
destruirás del todo; no harás con ellas alianza, ni tendrás de ellas
misericordia. Y no emparentarás con ellas; no darás tu hija a su
hijo, ni tomarás a su hija para tu hijo.
Porque
desviará a tu hijo de en pos de mí, y servirán a dioses ajenos; y el furor de
Dios se encenderá sobre vosotros, y te destruirá pronto. Mas así
habéis de hacer con ellos: sus altares destruiréis, y quebraréis sus estatuas,
y destruiréis sus imágenes de Asera, y quemaréis sus esculturas en el fuego.
Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido
para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la
tierra.
No
por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Dios y os ha
escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; si
no por cuanto Dios os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros
padres, os ha sacado Jehová con mano poderosa, y os ha rescatado de
servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto. Conoce, pues, que
tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los
que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones; y
que da el pago en persona al que le aborrece, destruyéndolo; y no se demora con
el que le odia, en persona le dará el pago. Guarda, por tanto, los
mandamientos, estatutos y decretos que yo te mando hoy que cumplas” (Deuteronomio, 7,1-11).
Ejemplo: Uno de los
valientes de David, Sama hijo de Age, nos enseña claramente la lección de no hacer
concesiones al enemigo, aunque sea un pequeño terreno de lentejas.
“Después
de éste fue Sama hijo de Age, ararita. Los filisteos se habían reunido en Lehi,
donde había un pequeño terreno lleno de lentejas, y el pueblo había huido
delante de los filisteos. 12El entonces se paró en medio de aquel
terreno y lo defendió, y mató a los filisteos; y Dios dio una gran
victoria” (2 Samuel, 23,11-12).
El apóstol Pablo nos muestra también lo que es una
vida alejada del conformismo y fundada en la determinación insaciable de
conocerle a Él (Jesús), y extender Su Reino.
“...Y
extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta...” (Filipenses,
3,13-15). “Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí
mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del
Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios” (Hechos, 20,24).
COMO
VENCER LA PERMISIVIDAD
La palabra revelada de Dios tiene la respuesta para cada
desorden que azota a la sociedad y a la iglesia en cada generación. La respuesta
de Dios para vencer la maldad es una naturaleza nueva y una vida de santidad
verdadera y bíblica.
Primero. Una
naturaleza nueva.
“Como todas las cosas que pertenecen a la
vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento
de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las
cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas
llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la
corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia” (2Pedro,1,3-4).
En Cristo
hemos sido hechos santos, es decir, apartados para Dios como propiedad suya.
Nuestra posición ante Dios, en Cristo, es de santificados por la sangre de
Jesús.
“Mas por él estáis vosotros en Cristo
Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación,
santificación y redención; para que, como está escrito: El que se
gloría, gloríese en el Señor” (1Co.1,30-31). “Y esto erais algunos; mas ya
habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados
en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios” (1Co.6,11)
Segundo. Una
vida de santidad verdadera y bíblica.
“Por tanto, ceñid los lomos de vuestro
entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os
traerá cuando Jesucristo sea manifestado; como hijos obedientes, no
os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia;
si no, como aquel que os llamó es santo,
sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque
escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. Y si invocáis por
Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno,
conducios en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; sabiendo
que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de
vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino
con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin
contaminación” (1Pedro,1,13-19).
En el nuevo
nacimiento hemos recibido el germen de una vida santa. La naturaleza santa de
Dios. Esa vida produce, de forma natural, unos resultados que se traducen en
una nueva manera de vivir.
“Y vestios del nuevo hombre, creado según Dios en la
justicia y santidad de la verdad” (Efesios, 4,24).
El embrión de
la vida de Dios en nosotros debe crecer y alcanzar cada área de nuestro ser.
Cada pensamiento, cada sentimiento, cada deseo, cada palabra, cada acción, cada
hábito y costumbre; para llevarlo a una transformación completa en Jesús. Esta
verdad que aparece ante nosotros como una especie de utopía, no lo es, es la
verdad revelada de Dios y el propósito eterno del Padre para con sus hijos.
“Porque a los que antes conoció, también
los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para
que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que
predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también
justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó” (Romanos,
8,29-30).
“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara
descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de
gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”
(2Corintios, 3,18).
Y el mismo Dios de paz os santifique por
completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado
irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el
que os llama, el cual también lo hará” (1Tesalonicenses,5,23-24).
Así, pues,
tenemos lo que se ha dado en llamar una santificación posicional, delante de
Dios, y una santificación progresiva, en nuestras vidas cotidianas.
El concepto
de la santificación está muy deteriorado y deforme en nuestra sociedad, sobre
todo, por la tradición religiosa que arrastramos. Podemos concretar lo que es la
santidad bíblica viendo algunos ejemplos resumidos.
- Es saber hacer lo bueno y
hacerlo (Stg.4,17).
- Es separar lo precioso de lo
vil (Jer.15,19).
- Es obedecer a Dios y resistir
al diablo (Stg.4,7)
- Es no conformarse al sistema
de este mundo (Ro.12,2).
- Es vivir lleno del Espíritu
Santo (Ef.5,18).
La permisividad y el relajamiento moral del presente siglo
se combate y se derrota desde una posición firme en Jesús; donde Dios nos ha
colocado y se ha comprometido a guardarnos sin macha y sin caída, presentándonos
delante de Él con gran alegría, como nos dice Judas 24. Habiendo nacido de nuevo y habiendo recibido
una naturaleza santa estamos en condiciones de vivir en victoria sobre las
contaminaciones de este mundo. Esa fue la oración de Jesús por nosotros: “No ruego
que los quites del mundo, sino que los guardes del mal” (Juan, 17,15).
COMO VENCER LA DEPRESIÓN
PRIMERA
PARTE
Definir el concepto. ¿Qué es la depresión?
Es un decaimiento del ánimo y de la
voluntad. Un hundimiento interior. Es un sentimiento de vacío, soledad,
melancolía, nostalgia y desgana. Una sensación de estar metido en un pozo
oscuro sin notar el fondo ni ver la superficie. Es una especie de caída de los
soportes que sostienen la actividad del alma. Es decir, como si hubieran aflojado
las cuerdas que soportan la actividad emocional, intelectual y de la voluntad.
La depresión es un enemigo que está
atrapando a muchas personas hoy, como consecuencia de una sociedad frenética y
acelerada que conduce al hombre a un “sin-sentido” de tanta actividad. La
reacción suele ser “soltar las amarras” y marchar a la deriva; o una rotura
involuntaria con los mismos resultados.
Diferenciar dos niveles de depresión
Hay
diferentes tipos de depresión y producidas por múltiples motivos,
nosotros veremos dos de esos niveles. A uno lo llamaremos depresión pasajera, y
al otro depresión profunda.
DEPRESIÓN PASAJERA
Se produce por un ambiente oscuro y de tinieblas, afectando
al interior, al alma de la persona. Es momentánea, circunstancial y pasajera. Muchos
de nosotros la hemos experimentado en alguna ocasión.
“Y le dijo: Tráeme una becerra de tres
años, y una cabra de tres años, y un carnero de tres años, una tórtola también,
y un palomino. Y tomó él todo esto, y los partió por la mitad, y
puso cada mitad una enfrente de la otra; mas no partió las aves. Y
descendían aves de rapiña sobre los cuerpos muertos, y Abram las ahuyentaba.
Mas a la caída del sol sobre cogió el sueño a Abram, y he aquí que el temor
de una grande oscuridad cayó sobre él”.
Vemos en este
pasaje tres factores básicos que
componen este tipo de depresión. Sueño. Una
somnolencia, no natural, que apaga los sentidos del alma y el cuerpo, desgana. Temor. Un asalto de pensamientos turbadores
sobre el futuro. El temor convierte cualquier informe en negativo y tenebroso. Oscuridad. Un apagón de las luces
interiores que nos impide ver cualquier salida a la situación.
Ejemplo. La depresión de los apóstoles.
En la experiencia de los apóstoles encontramos
también los mismos factores que operaron en el conflicto de Abrahám. Fue
durante el tiempo de las tinieblas, cuando
Jesús entró en la hora de la redención. Los apóstoles fueron cogidos por
una depresión que contenía estos tres aspectos: sueño, temor y oscuridad.
Sueño. “Vino otra vez y los halló durmiendo,
porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño” (Mateo,26,43).
Temor. “Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a
vuestro corazón estos pensamientos?” (Lc.24,37)
“Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana,
estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos
por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a
vosotros” (Jn.20,19)
Oscuridad. “Habiendo estado con vosotros cada día en
el templo, no extendisteis las manos contra mí; mas esta es vuestra hora, y la
potestad de las tinieblas” (Lc.22:53).
Cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta
la hora novena” (Lc.23,44).
COMO VENCER
LA DEPRESIÓN PASAJERA
Por
la continua y cercana COMUNIÓN con Dios.
“Lo que hemos visto y oído, eso os
anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra
comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo... pero si
andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la
sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1Juan,1,3.7).
Esta fue la
clave para Abrahám, y también para los apóstoles. Su continua relación con Dios
les libró de las garras del ostracismo. Su comunión constante les llevó a una
reacción inmediata para escapar de las tinieblas.
Por
una REACCIÓN rápida.
“El alma de los
diligentes será prosperada” (Pr.13:4). “En lo que requiere diligencia, no
perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor” (Rom.12,11).
La comunión constante con Dios nos
lleva a una vida espiritual activa que nos permita reaccionar a tiempo, antes
de ser atrapados por la boca del león. Si no lo hacemos a tiempo nos adentramos
en una depresión profunda. Mantener una vida espiritual activa incluye entre
otras muchas cosas lo siguiente: Lectura, meditación, oración, alabanza,
congregarse, arrepentimiento, etc.
COMO VENCER LA DEPRESIÓN
SEGUNDA PARTE
En el capítulo anterior vimos algunas definiciones sobre la
depresión. Dijimos, entre otras cosas, que es “un hundimiento interior”. Es la
sensación de estar metido en un pozo y no ver salidas por ningún lado.
Diferenciamos también dos niveles de depresión, una pasajera y otra profunda,
aunque pueden localizarse muchas más. Ya vimos la primera, ahora nos
centraremos en la segunda.
DEPRESIÓN PROFUNDA
Se produce cuando la persona se mantiene y permanece en el
estado depresivo normal; cuando no existe una reacción rápida para salir de
ella. Entonces el hundimiento interior se hace cada vez mayor, el pozo se
estrecha y la opresión es asfixiante. Este nivel de depresión se origina en el
interior de la persona y paraliza, no solo la actividad interna, sino también
la externa. Es decir, el alma y el cuerpo. Sin embargo, aún en esta situación,
de lo mas hondo del ser, puede brotar un clamor que atraviesa la oscuridad.
“Mientras callé (confesión audible) se envejecieron mis
huesos en mi
gemir (un sonido interior sin palabras) todo el día... Se volvió mi verdor
(vida dinámica) en sequedades (sin vitalidad) de verano
(Salmo,32,3,4)
COMO VENCER
LA DEPRESIÓN PROFUNDA
La Biblia nos muestra a personas relevantes atravesando en
sus vidas tiempos de profunda depresión. Veamos algunos ejemplos.
El
rey David. “Mientras
callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día. Porque de día y de
noche se agravó sobre mí tu mano; se volvió mi verdor en sequedades de verano.
Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis
transgresiones a Jehová; y tú perdonaste la maldad de mi pecado” (Sal.32,3-5).
El profeta Elias.
“Entonces
envió Jezabel a Elías un mensajero, diciendo: Así me hagan los dioses, y aun me
añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona como la de uno de
ellos. Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su
vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado.
Y
él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un
enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no
soy yo mejor que mis padres. Y echándose debajo del enebro, se quedó
dormido; y he aquí luego un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come. Entonces
él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una
vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse. Y volviendo el
ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque
largo camino te resta. Se levantó, pues, y comió y bebió; y
fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta
Horeb, el monte de Dios” (1
Reyes,19,2-8).
El profeta Jeremias.
“Me sedujiste, oh
Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he
sido escarnecido, cada cual se burla de mí. Porque cuantas veces
hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción; porque la palabra de Jehová
me ha sido para afrenta y escarnio cada día. Y dije: No me acordaré
más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como
un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude. Porque
oí la murmuración de muchos, temor de todas partes: Denunciad, denunciémosle.
Todos
mis amigos miraban si claudicaría. Quizá se engañará, decían, y prevaleceremos
contra él, y tomaremos de él nuestra venganza. Mas Jehová está
conmigo como poderoso gigante; por tanto, los que me persiguen tropezarán, y no
prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán
perpetua confusión que jamás será olvidada. Oh Dios de los
ejércitos, que pruebas a los justos, que ves los pensamientos y el corazón, vea
yo tu venganza de ellos; porque a ti he encomendado mi causa.
Cantad
a Dios, load a Dios; porque ha librado el alma del pobre de mano de los
malignos. Maldito el día en que nací; el día en que mi madre me dio a luz no
sea bendito. Maldito el hombre que dio nuevas a mi padre, diciendo:
Hijo varón te ha nacido, haciéndole alegrarse así mucho. Y sea el
tal hombre como las ciudades que asoló Dios, y no se arrepintió; oiga gritos
de mañana, y voces a mediodía, porque no me mató en el vientre, y mi
madre me hubiera sido mi sepulcro, y su vientre embarazado para siempre. ¿Para
qué salí del vientre? ¿Para ver trabajo y dolor, y que mis días se gastasen en
afrenta?”
(Jeremias, 20,7-18).
Job. “Después de esto abrió
Job su boca, y maldijo su día. Y exclamó Job, y dijo: Perezca el día
en que yo nací, y la noche en que se dijo: Varón es concebido. Sea aquel día
sombrío, no cuide de él Dios desde
arriba, ni claridad sobre él resplandezca. Aféenlo tinieblas y sombra de
muerte; repose sobre él nublado, que lo haga horrible como día caliginoso.
Ocupe aquella noche la oscuridad; no sea
contada entre los días del año, ni venga en el número de los meses. ¡Oh, que
fuera aquella noche solitaria, Que no viniera canción alguna en ella!” (Job,3,1-7).
El profeta
Jonás. “Pero Jonás se apesadumbró en extremo, y
se enojó. Y oró a Dios y dijo... te ruego que me quites la vida; porque mejor
me es la muerte que la vida... Y el sol hirió a Jonás en la cabeza, y se
desmayaba, y deseaba la muerte, diciendo: Mejor sería para mí la muerte que la
vida...” (Jonás, 4,1-11).
El apóstol Pablo en Corinto. “Y cuando Silas y
Timoteo vinieron de Macedonia, Pablo estaba entregado por entero a la
predicación de la palabra, testificando a los judíos que Jesús era el Cristo.
Pero oponiéndose y blasfemando éstos, les dijo, sacudiéndose los
vestidos: Vuestra sangre sea sobre vuestra propia cabeza; yo, limpio; desde
ahora me iré a los gentiles. Y saliendo de allí, se fue a la casa de
uno llamado Justo, temeroso de Dios, la cual estaba junto a la sinagoga. Y
Crispo, el principal de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa; y
muchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautizados. Entonces
el Señor dijo a Pablo en visión de noche: No temas, sino habla, y no calles;
porque yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte
mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad. Y se detuvo allí
un año y seis meses, enseñándoles la palabra de Dios” (Hechos, 18,5-11).
Jesús en Getsemaní.
“Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar
que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que
voy allí y oro. Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo,
comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. Entonces
Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad
conmigo” (Mateo,26,37-38). “Y Cristo, en los días de su carne,
ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar
de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente” (Hebreos, 5,7).
Además vemos que Jesús fue tentado
en todo según nuestra semejanza, incluso en la depresión profunda.
“Porque no tenemos un
sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que
fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos,
pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar
gracia para el oportuno socorro” (Hebreos, 4,15-16).
Todas estas personas superaron las
crisis profundas de sus vidas. Cada ejemplo de estos hombres nos enseña
diferentes verdades para vencer la depresión. Las resumiremos en tres.
1.
El arrepentimiento.
Muchas depresiones son el
resultado de pecados ocultos o inmoralidades secretas. La victoria está en el
arrepentimiento de corazón. El salmista dijo:
“Mi pecado te declaré,
y no encubrí mi iniquidad. Dije: confesaré mis transgresiones a Jehová; y tu
perdonaste la maldad de mi pecado” (Salmo,32,5).
2.
Clamar a Dios con voz audible.
Este clamor y oración pone en palabras el
arrepentimiento sincero. Esta oración rompe la oscuridad y hace soltar al
diablo el área donde nos tenía atrapados.
“Bendice,
alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios... El es el que
rescata del hoyo mi vida...”
(Salmo,103,4). “Busqué a Dios, y él me oyó, y me libró de todos mis
temores. Los que miraron a él fueron alumbrados, y sus rostros no fueron
avergonzados. Este pobre clamó, y le oyó Jehová, y lo libró de todas sus angustias”
(Salmo, 34,4-6).
Hay ocasiones en que las fuerzas
no dan ni para clamar a viva voz, pero sí podemos hacerlo desde lo hondo
de nuestro ser, como vimos antes.
“Mientras callé (confesión audible) se
envejecieron mis huesos en mi gemir (un sonido interior sin palabras) todo el
día... Se volvió mi verdor (vida dinámica) en sequedades (sin vitalidad) de
verano”. (Salmo,32,3,4).
Este gemido procede de las profundidades del espíritu, donde
no hay lenguaje, ni sonido, sino una expresión de nuestro espíritu al Espíritu
de Dios. También habrá momentos cuando necesitaremos la ayuda de otras personas
que oren por nosotros, especialmente con dones de liberación.
3. La restauración del sentido
de la vida.
La
depresión paraliza y confunde. La liberación nos devuelve el rumbo por donde
debemos seguir y los objetivos que debemos alcanzar. La luz regresa y la verdad
nos saca a la libertad.
“Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes
andar; sobre ti fijaré mis ojos” (Salmo3,28).
“ Purifícame con hisopo, y seré limpio;
lávame, y será más blanco que la nieve. Hazme oír gozo y alegría, y se
recrearán los huesos que has abatido. Esconde tu rostro de mis pecados, y borra
todas mis maldades. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu
recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo
Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, Y espíritu noble me sustente” (Salmo,51,7-12).
Después de pasar por el “valle de sombra de muerte”
y haber salido en victoria, “...El mismo nos perfecciona, afirma, fortalece y
establece. A Él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos.
Amén”. (1Pedro,5,10).
COMO VENCER EL NEGATIVISMO
Definir
el concepto. ¿Qué es el negativismo?
Es una tendencia a oír, ver y
hablar del lado oscuro y negativo de las cosas y de la vida. Es el resultado de
un alma entenebrecida, en penumbra y oscuridad; que se desliza en la flojera y
la pereza. Es pesimismo frente a los desafíos de la vida. Es una persona que no
quiere intentar la lucha y se esconde detrás de argumentos derrotistas y
fatalistas para justificarse a sí mismo. Es una derrota anticipada. Es
incredulidad. Es pecado.
Este mundo está diseñado por el
negativismo, la negación y los argumentos que lo avalan. El diablo se encarga
de que toda clase de información morbosa, cruel, de muerte y destrucción nos
llegue continuamente, a través sobre todo de los medios de comunicación, para
introducirnos a su reino de muerte y destrucción; perdiendo así de vista las
buenas nuevas del Reino de Dios.
Se esconden las “buenas nuevas del
evangelio que transforma la vida del ser humano”, y de esta forma el cuadro que
tenemos delante es devastador y orientado a producir un pesimismo de por vida.
Los niños aprenden primero a decir NO (negativo). Se necesita una
reprogramación, una reconversión, un nacimiento de nuevo. Resumiendo. El diablo
tiene un carácter negativo, por su parte el Hijo de Dios, Jesús, es positivo,
creativo y dador de vida.
COMO VENCER
EL NEGATIVISMO
La base está en haber nacido de
nuevo, nacer de Dios, nacer de la palabra. El negativismo se derrota con el
positivismo, es decir, con un SÍ. La vida cristiana comienza con un SÍ,
positivo, a Jesús. Decir SÍ a Jesús y Su palabra es la clave para entrar en lo
realmente positivo de la vida.
El apóstol Pedro fue llevado por
el Maestro a una confesión renovada de su amor por Jesús.
“Cuando hubieron
comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos?
Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis
corderos. Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me
amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis
ovejas. Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?
Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió:
Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis
ovejas” (Juan,21,15-17).
Una vez que hemos dicho SÍ al
Señor, debemos mantener nuestra confesión continuamente.
“Por tanto, teniendo un
gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión
(confesión)” (Hebreos 4,14).
De la misma forma debemos saber
decir NO al mundo, a la carne y al diablo.
·
“NO os conforméis a este mundo...” (Romanos, 12,2)
·
“NO satisfagáis los deseos de la carne...” (Gálatas, 5,16)
·
“NO deis lugar al diablo...” (Efesios, 4,27)
Todo lo que viene de Dios es bueno
y positivo para nuestras vidas. Santiago dice que “toda buena dádiva y todo don
perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay
mudanza, ni sombra de variación” (Stg.1,17).
Y el apóstol Pablo nos ha dejado, por el Espíritu, una expresión
altamente significativa para los que aman a Dios. “Y sabemos que a los que aman
a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su
propósito son llamados” (Romanos, 8,28).
·
Jesús es positivo La palabra de Dios
es positiva
·
El Espíritu Santo es positivo La fe de Dios
es positiva
·
La gracia de Dios es positiva
Un cristiano lleno del Espíritu
Santo mantiene una actitud positiva en la vida, porque a decidido obedecer a
Dios. La fe en Dios está llena de posibilidades para sobreponernos al
negativismo de este mundo incierto y destinado para el fuego. A pesar de las
noticias desalentadoras que todos los días oímos y que mantienen a los hombres
“desfalleciendo por
el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque
las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces verán al Hijo del
Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria. Cuando estas cosas
comiencen a suceder, erguios y levantad vuestra cabeza, porque vuestra
redención está cerca” (Lucas, 21,25-28).
Aún en medio de esos desfallecimientos generalizados, el hijo de Dios tiene una esperanza de gloria de redención final y completa. La rebelión de Lucifer trajo el negativismo y la maldad a los hombres, pero la obediencia de Jesús nos ha dado una vida abundante para todo nuestro ser. Alabemos a Dios por ello y no nos dejemos atrapar por el destino funesto de los que aborrecen la luz, y gocémonos porque nuestro galardón es grande en los cielos.
ResponderBorrar