LA CAÍDA DE LOS ÁNGELES
¿En qué consistió el pecado de los ángeles? Los ángeles fueron creados buenos. La enseñanza tradicional de la Iglesia sostiene que Satán fue al principio un ángel bueno, creado por Dios.
El diablo y los otros demonios fueron creados todos por Dios con una naturaleza buena, pero ellos se hicieron a sí mismos malos.
Anterior al pecado de los hombres es el pecado de los ángeles (cf. 2 P 2,4), consistente en la libre elección de estos espíritus creados, que rechazaron a Dios y su Reino de modo radical e irrevocable, tal vez porque quisieron ser como Dios.
Parece ser que los ángeles fueron sometidos a una prueba de carácter
moral. El hecho de que el mundo de los espíritus puros aparezca dividido en
buenos y malos es resultado del ejercicio de su libertad y decisiones
distintas.
La caída de los ángeles fue el resultado de una elección libre, que
en los seres espirituales es mucho más profunda y responsable que en el hombre
debido a la superior capacidad de su inteligencia.
Los espíritus puros fueron
sometidos a una prueba de carácter moral en relación a Dios mismo, al que
conocían de modo más profundo que el hombre.
Cuando los ángeles fueron puestos
a prueba, una parte de ellos, en uso de la libertad que tenían, se rebelaron
contra su Creador.
El principal fue Lucifer, también llamado Satanás. Por orgullo, rechazaron a Dios y su verdad,
convirtiéndose desde entonces en enemigos de Dios y de su creación.
§ El profeta Ezequiel menciona el orgullo como la esencia del pecado: “Así dice el Señor: ’¡Oh!, tu corazón se ha engreído y has dicho: ‘Soy un
dios, estoy sentado en un trono divino, en el corazón de los mares’”. (Ez
28,2).
§ El profeta Isaías insiste en el
mismo motivo: el afán de llegar a lo más alto, de colocarse al nivel de Dios y
convertirse en su competidor es lo que ha cegado a Lucifer: “Habías dicho en tu corazón: ‘Al cielo voy a
subir, por encima de las estrellas de Dios alzaré
mi trono, y me sentaré en el Monte
de la Reunión, en el extremo norte. Subiré a las alturas del nublado, me
asemejaré al Altísimo” (Is 14,13-14). ¿Es que no sabía él en su gran
sabiduría que “la arrogancia precede a la
ruina; el espíritu altivo a la caída?” (Pr 16,18).
§ El empuje de la soberbia hace
olvidar a Lucifer que ha sido creado con un fin concreto: servir a Dios y darle
culto. Todas las criaturas del universo deben dar culto a su Creador en la
medida de su capacidad, en particular las criaturas inteligentes como los
ángeles. De aquí que Dios esperara la alabanza que le debían los ángeles, como
está escrito: “Bendecid al Señor, ángeles
suyos, héroes potentes, ejecutores de sus órdenes, en cuanto oís la voz de su
palabra. Bendecid al Señor, todas sus huestes, servidores suyos, ejecutores de
su voluntad” (Sal 103,20-21). Lucifer, movido por su soberbia, pagado de sí
mismo, decidió que quería recibir la alabanza que sólo a Dios correspondía: Al cielo voy a subir, por encima de las
estrellas de Dios alzaré mi trono, (Ez 28,12). Pero el efecto fue contrario
al que esperaba.
§ Lucifer escogió el camino equivocado, porque está escrito que “el que se ensalce, será humillado; y el que
se humille, será ensalzado” (Mt 23,12). El camino correcto fue elegido por
el Mesías que “se humilló a sí mismo,
obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. Por lo cual Dios le exaltó y le
otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre” (Flp 2,8-9). Pero Lucifer
quiso ensalzarse a sí mismo. Resultado: “Al
seol has sido precipitado, a lo más hondo del pozo” (Is 14,15). Jesús fue
ensalzado porque, olvidándose de sí mismo y de su gloria, puso sus ojos en el
Padre y vivió para servirle: “El que me
ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le
agrada a él” (Jn 8,29). Pero Lucifer pensó en sí mismo y en su exaltación.
Por eso fue echado abajo.
§ Uno de los servicios más excelsos de los ángeles es la adoración. En la
visión de Juan “los veinticuatro Ancianos
se postran ante el que está sentado en el trono y adoran al que vive por los
siglos de los siglos, y arrojan sus coronas delante del trono diciendo: ‘Eres
digno, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque
tú has creado el universo; por tu voluntad, no existía y fue creado’ “(Ap
4,10-11).
Pero Satanás, al querer ser como Dios, soñó con ser adorado como él.
Tanto lo deseó que hasta intentó que Jesús se postrara ante él. Resultado: Tuvo
que oír de nuevo el mandato: “Al Señor tu
Dios adorarás, y sólo a él darás culto” (Mt 4,10).
§ En 1 Tm 3,6 se alude a la soberbia que fue la causante de su caída. Al
hablarle a Timoteo de las cualidades que ha de tener aspirante a epíscopo,
Pablo advierte del peligro de la soberbia y pone al Diablo como ejemplo: “Que no sea neófito, no sea que, llevado por
la soberbia, caiga en la misma condenación del Diablo” (1 Tm 3,6).
Los efectos que produjo en los ángeles su
pecado fueron terribles:
·
Antes de su caída permanecían en
la verdad, pero al caer pasaron de la verdad a la mentira. Jesús dijo del
Diablo: Este era homicida desde el
principio, y no se mantuvo en la verdad, porque no hay verdad en él; cuando
dice la mentira, dice lo que le sale de dentro, porque es mentiroso y padre de
la mentira“ (Jn 8,44).
·
Desde entonces intenta levantar a
los hombres contra Dios y atraparlos bajo su poder por el pecado. San Juan lo
identifica con el pecado y dice: “Quien
comete el pecado es del Diablo, pues el Diablo peca desde el principio. El Hijo
de Dios se manifestó para deshacer las obras del Diablo” (1 Jn 3,8).
·
Rota la relación con Dios, los que
se rebelaron contra Dios fueron expulsado de su presencia. En la visión de Juan
se hace mención de ejércitos de ángeles caídos: “Se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus Ángeles combatieron
con el Dragón. También el Dragón y sus Ángeles combatieron” (Ap 12,7).
§ Y el apóstol Pedro habla del destino que les aguarda: “Dios no perdonó a los Ángeles que pecaron,
sino que, precipitándolos en los abismos tenebrosos del Tártaro, los entregó
para ser custodiados hasta el Juicio” (2 P 2,4).
Uno de los servicios más excelsos de los ángeles es la adoración. En la visión de Juan “los veinticuatro Ancianos se postran ante el que está sentado en el trono y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y arrojan sus coronas delante del trono diciendo: ‘Eres digno, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado el universo; por tu voluntad, no existía y fue creado’ “(Ap 4,10-11).
ResponderBorrarPero Satanás, al querer ser como Dios, soñó con ser adorado como él. Tanto lo deseó que hasta intentó que Jesús se postrara ante él. Resultado: Tuvo que oír de nuevo el mandato: “Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto” (Mt 4,10).