El secreto
de la Unción
Ellos predicaron un mensaje de santidad a su generación y llamaron a
los hombres y mujeres al arrepentimiento y total redención. Estoy muy
agradecido del Señor por mis comienzos junto a aquellos hombres y mujeres que
llenos del Espíritu Santo me desafiaron siempre a buscar algo más de Dios.
Porque descubrí en secreto que me abrió la puerta a una vida en Cristo más
profunda y de mayor satisfacción.
¿Cuál es el secreto de la unción?
Hay preguntas que me hacen frecuentemente. Y he descubierto que al
buscar las respuestas, algunos individuos han llegado a la conclusión de que el
secreto de la unción puede encontrarse solamente a través de la revelación
divina. Otros creen que está misteriosamente conectado a alguna experiencia que
le pone «la piel de gallina» y que solamente está disponible para un pequeño
grupo selecto. Sin embargo, la respuesta es simple y está al alcance de todo
aquel que desee pagar el precio.
El apóstol Pablo revela la respuesta largo tiempo atrás, cuando escribió
estas palabras que se encuentran en Romanos 6:1-14 «¿Qué pues diremos?
¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera.
Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en El? ¿O no sabéis
que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados
en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con El para muerte por el
bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del
Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plantados
juntamente con El en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de
su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado
juntamente con El, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no
sirvamos más al pecado. Porque el que ha muerto, ha sido justificado del
pecado. Y así moriremos en Cristo, creemos que también viviremos con El;
sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte
no se enseñorea más de El. Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por
todas; más en cuanto vive, para Dios vive.
Así también vosotros consideraos
muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús Señor nuestro. No
reine, pues el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en
sus concupiscencias; ni tampoco presentáis vuestros miembros al pecado como
instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos
entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. Porque
el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estéis bajo la ley, sino bajo
la «gracia».
Cuando vine al Señor Jesús allá por los años 70 y experimenté el gozo
de la salvación, la mayoría de los mensajes que yo escuché en los días
siguientes a mi conversión eran acerca de la santificación, rendirse y vivir
una vida santa. frecuentemente se referían al poderoso pasaje que recién
mencionamos en Romanos 6. Grandes hombres de Dios plantaron increíble riqueza
espiritual dentro de mi vida en aquellos días. Estaba tan hambriento por más de
Dios, y semana tras semana ellos me ayudaron a entender los principios de la
Palabra de Dios y me desafiaron a caminar en los caminos de Dios. Estoy
agradecido porque descubrí un secreto que me abrió la puerta a una vida en
Cristo más profunda y de mayor satisfacción.
A través de la historia de la iglesia muchos grandes predicadores del
pasado como Charles G. Finney y otros han dado con todo coraje un mensaje firme
de completa rendición. Ellos predicaron un mensaje de santidad a su generación
y llamaron a los hombres y mujeres al arrepentimiento y total rendición. Como
el apóstol Pablo, estos campeones de la fe advertían contra la idea de que Dios
era tan misericordioso, amable y gentil que ellos podían mantenerse pecando y
Dios los perdonaría. Como resultado, grandiosos avivamientos tocaron al mundo
porque los hombres y mujeres eligieron caminar en santidad.
El resonante mensaje de pablo ha sido silenciado, tristemente, muchos
«cristianos» se han vuelto demasiado cómodos porque no están familiarizados con
estas palabras de advertencia. Aunque muchos grandes predicadores del pasado
con coraje entregaron un mensaje de rendición y santidad, el cuerpo de Cristo
raramente oye un mensaje de esta naturaleza. Temas como la santificación,
rendición y santidad son tocados rara vez desde el púlpito hoy día porque esto
no es popular. De hecho se dice tan poco acerca de estos temas que algunos
individuos ni siquiera entienden los términos. Y algunos se han vuelto tan
complacientes que se han olvidado por qué vinieron al reino por primera vez.
El temor se ha ido, y el mensaje cambiador de vidas del evangelio ha
sido puesto en tela de juicio. Mensajes de «Cómo hacer» y desafíos
motivacionales han probado ser menos objetables a los «santos» sentados en
cómodos bancos. tristemente se enfoca muchos más en su nivel de comodidad que
en el poder de convicción del Espíritu Santo.
Es tiempo de volver al mensaje de la Cruz y reconocer que Jesucristo no
entregó su vida como el más grande sacrificio simplemente para que una banda de
pecadores egoístas se pongan de acuerdo para ir al cielo con comodidad.
El pagó el más alto precio cuando dio Su sangre en la cruz del calvario
por los pecadores y tomó tus pecados y los míos sobre Sí mismo. A El le costó
todo Su misma vida, pero la entregó deseoso de modo que usted y yo pudiéramos
vivir.
El secreto de la unción.
No podemos vivir esta vida cristiana por nosotros mismos. debemos tener
la unción del Espíritu Santo para que nos ayude en nuestro diario caminar con
el Señor. Pero antes de que esta unción toque nuestras vidas, debemos volver al
mensaje de la cruz y redimirnos, por que este es el secreto de la unción.
El sacrificio del yo es la ley del universo. Una y otra vez a través de
la Escritura encontramos esta verdad: que debemos morir al yo. Pero, ¿qué
significa morir al yo? En una palabra, significa rendirse, entregar tu ser y
todo lo que eres para tener a Jesucristo y depender totalmente del El. Usted y
yo debemos permitirle vivir si vida en nosotros; no podemos vivirla por
nosotros mismos.
Este principio se ve a través de toda la palabra de Dios. En Juan
12:24-26 Jesús declaró: «De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo
no cae en la tierra y muere, queda sólo; pero si muere, lleva mucho fruto. El
que ama su vida, la perderá; y el que aborrece si vida en este mundo, para vida
eterna la guardará. Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí
también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará». Lo que
el Señor está diciendo es que si usted salva su vida, la perderá. Y aquel que
detesta su vida en este mundo, la cerne y las obras de la carne, vivirá
eternamente. No puedes servir al Señor efectivamente y proteger tu yo al mismo
tiempo. A través de la Escritura el Señor une el servirle a El y el
auto-sacrificio. Y este es el mensaje que cambió mi vida a través del
ministerio de Kathryn Kuhlman.
He contado de haber asistido a las reuniones de la Srta. Kuhlman y cómo
sus enseñanzas sobre el Espíritu Santo me tocaron. Yo no sabia nada de la
maravillosa persona del Espíritu Santo en aquellos días. Recuerdo un día de
diciembre en Pittsburgh cuando ella paró el servicio y empezó a llorar,
diciéndole a la multitud que no afligiera al Espíritu Santo. Aunque ésta fue la
manera en que introduje al Espíritu Santo, yo no entendía lo que ella quería
decir cuando hablaba tan amorosamente acerca de su amigo el Espíritu Santo.
Todo lo que yo sabia era que cuando ella hablaba del Espíritu Santo, algo
profundamente dentro mío gritaba por más presencia de Dios.
Pero no fue su mensaje sobre el Espíritu Santo en aquel día en
Pittsburgh tan poderoso y de tan grande impacto sobre mí lo que transformó mi
vida. La cosa más grandiosa que sucedió fue en mi cuarto un día cuando estaba escuchando
una grabación de Kathryn Kuhlman llamada «El secreto del poder del Espíritu».
Un hombre puso la pequeña grabación en mi mano y me dijo. «Usted debe
escuchar esta grabación». Puse la grabación en mi reproductor de cassette y el
poder de Dios vino sobre mí en el momento en que comencé a escucharlo. En la
grabación ella hablaba acerca de cómo antes de entrar en la plataforma moría
mil muertes, una declaración que le oí decir en casi todas las reuniones a las
que asisto.
Ese fue el mensaje más grandioso que jamás escuché en mi vida. Me doy
cuenta ahora que a medida que oía la grabación aquel día, no entendía realmente
lo ella estaba diciendo. Pero pasó una y otra vez la grabación y al repetirla
una y otra vez. Escuché a propósito cuando compartía cómo había llegado al
punto de la decisión en su vida, un sábado en la tarde al las 16:00 horas, en
Los Angeles (EE.UU.)... un momento cuando cuando ella rindió todo a El y se
entregó a si misma completamente al Señor... espíritu, alma y cuerpo. Ella continuaba
contando cómo su vida había sido transformada desde aquel momento en que se
rindió completamente al Espíritu. Escuché la grabación un número de veces aquel
día hasta que el Espíritu Santo finalmente me ayudó a entender lo que la Srta.
Kuhlman estaba diciendo. Ella estaba hablando acerca de la dependencia, no la
independencia, sino la total dependencia del Señor.
A medida que entendía lo que estaba diciendo y estudiaba la palabra de
Dios, esa verdad transformaba mi vida también. Descubrí que rendirse no es una
cosa de una sola vez. Descubrí que cuanto más me rendía, más me quebrantaba
delante de El, la unción del Espíritu venía sobre mí más y más.
Mateo 16:24-26 declara: «Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si
alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y sígame.
Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su
vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare
todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su
alma?.
Las palabras de Jesús a sus discípulos no hablaban de independencia
sino de dependencia en El. Les estaba advirtiendo que le dijeran no al yo, la
carne y el mundo.
Hoy en día El nos está diciendo lo mismo a ti y a mí: «¡Pierde tu vida
para ganar la Mía! Rinde las cosas en tu vida que son temporales para ganar lo
que es eterno y que nunca pasará».
¡Qué maravilloso intercambio es este! Yo gustosamente doy todo para
ganar lo que El tiene para mí.
No existe una manera más grande de expresar nuestro amor a nuestro
maravilloso Señor Jesús que la de rendirle a El cada uno y todos los días.
Pero, rendirse es solamente posible a través de la oración y el quebranto
delante del Señor.
Las Personas frecuentemente me preguntan: «¿Es posible que todo
experimenten la unción del Espíritu Santo tal como usted lo hace? ¿Puede cada
uno descubrir el secreto hacia la unción?». La respuesta es ¡si!.
¡No hay un don especial involucrado, solamente el quebrantamiento y la
rendición. Así que la pregunta no es: ¿Tengo el don?. La pregunta es: ¿Puedo
rendirle todo a El?.
Así es como comienza el proceso. Mientras desarrollas una relación con
el Señor y llegas a conocerlo, El se manifiesta a Sí mismo y Su amor por ti. Un
compañerismo comienza a crecer y se intensifica hasta que llegarás al lugar
donde dirás: ¡Señor Jesús, te doy mi corazón, mi vida, mi mente, todos mis
sueños para mi futuro, mis emociones, mis pensamientos. Te los doy todos a Ti.
Rindo todo a Ti mi cuerpo, alma y espíritu. Has conmigo como sea tu voluntad!.
Kathryn Kuhlman frecuentemente hablaba acerca de la rendición y total
dependencia del Señor. Cuando lo hacía, nunca dejaba de recitar estos versos de
una de sus canciones favoritas:
«Algo del yo y algo de Ti.
Menos del yo y más de Ti.
Nada del yo sino todo de Ti».
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