INTERCESORES CON CRISTO
“Nuestra lucha no es contra la carne y la sangre,
sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de
este mundo tenebroso, contra los espíritus del mal que están en el aire” (Ef
6,12)
Interceder con
lucha
La intercesión tiene en realidad dos partes,
y una de ellas es la lucha. Muchas veces nos quedamos sólo con la otra parte, y
por lo mismo podríamos decir que esa intercesión es incompleta. Es necesario
orar presentando al Señor las necesidades de los hombres, pidiendo misericordia
por los pecadores, invocando la compasión del Señor. Pero esto no es más que
una parte de la intercesión. Si queremos ir hasta el fondo, nos encontramos con
otra realidad. Los hombres permanecen muchas veces en esa situación porque
están sufriendo la esclavitud y la opresión del maligno, de varias formas.
Estamos en una guerra, y debemos aprender a usar las armas de que disponemos.
La intercesión también va acompañada de lucha, cuando invocamos el poder de
Dios contra nuestros enemigos.
No podemos olvidar que el diablo es llamado
adversario, y que se opone a los planes de Dios. La Humanidad es su campo de
batalla. Mientras la voluntad de Dios es que todos los hombres se salven y
conozcan la verdad, el maligno intenta por todos los medios apartar a los
hombres de Dios y de la verdad, y someterlos a su esclavitud.
Algunas actividades de los espíritus del mal:
§
Ciegan a los hombres para
que no reciban la luz de Cristo. Se oponen a la evangelización. Por eso dice
Pablo de los hombres rebeldes: “cuyo
entendimiento cegó el dios de este mundo para impedir que vean el resplandor
del glorioso Evangelio de Cristo” (2 Co 4,4).
§
Intentan engañar y seducir
a los cristianos, apartándolos de la verdad. Pablo habla de “espíritus engañadores” (1 Tm 4,1).
§
Imponen su tiranía sobre
personas, familias, instituciones, ciudades, regiones, etc., sometiendo a los
hombres a través de pecados, vicios, falsas doctrinas, enfermedades, odios,
guerras, etc. Por eso dijo el Señor: “Cuando
uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están en seguro; pero
si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en las que estaba
confiado y reparte sus despojos” (Lc 11,21-22).
Contra todas estas obras del maligno debemos
luchar. Como el Señor siempre hizo, pues de él se dice que ”el Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo”
(1 Jn 3,8). Nuestro combate no puede ser sólo defensivo; debemos también
atacar. Pablo habla de “arrasar
fortalezas” (2 Co 10,4).
El intercesor proclama el poder y la luz de Dios
ante los que las tinieblas no tienen más remedio que retroceder.
El Señor ya venció en la cruz. Pero Satanás
todavía es parcialmente el príncipe de este mundo, y los intercesores tenemos
una importante misión y debemos usar la autoridad que el Señor nos da para
luchar con los enemigos, pues él “debe
reinar hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies” (1 Co 15,25).
Durante la oración de
intercesión el Señor quiere que se ore por los terroristas. Están preparando un
atentado importante.
A continuación se ora proclamando la autoridad de Cristo
sobre los espíritus del mal que dominan a los terroristas y pidiendo la
misericordia del Señor para estos hombres y mujeres.
Luego sigue visión de una
gran serpiente sometida bajo la autoridad de Cristo.
El Espíritu lleva a los
intercesores a unirse, cantando en el espíritu, al coro de ángeles que está
cantando y alabando la victoria de Cristo sobre el enemigo.
Palabra: Esta es vuestra misión, esto es lo que os he encomendado.
No dejéis de interceder. No dejéis de luchar; no dejéis que el enemigo os gane
batallas.
Contáis con mi victoria, contéis con mi poder.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario