domingo, 12 de julio de 2015

NUESTRA LUCHA VERDADERA



 
 
INTERCESORES CON CRISTO

 

“Nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus del mal que están en el aire” (Ef 6,12)

 

 

Interceder con lucha

 

La intercesión tiene en realidad dos partes, y una de ellas es la lucha. Muchas veces nos quedamos sólo con la otra parte, y por lo mismo podríamos decir que esa intercesión es incompleta. Es necesario orar presentando al Señor las necesidades de los hombres, pidiendo misericordia por los pecadores, invocando la compasión del Señor. Pero esto no es más que una parte de la intercesión. Si queremos ir hasta el fondo, nos encontramos con otra realidad. Los hombres permanecen muchas veces en esa situación porque están sufriendo la esclavitud y la opresión del maligno, de varias formas. Estamos en una guerra, y debemos aprender a usar las armas de que disponemos. La intercesión también va acompañada de lucha, cuando invocamos el poder de Dios contra nuestros enemigos.

 

No podemos olvidar que el diablo es llamado adversario, y que se opone a los planes de Dios. La Humanidad es su campo de batalla. Mientras la voluntad de Dios es que todos los hombres se salven y conozcan la verdad, el maligno intenta por todos los medios apartar a los hombres de Dios y de la verdad, y someterlos a su esclavitud.

 

Algunas actividades de los espíritus del mal:

§  Ciegan a los hombres para que no reciban la luz de Cristo. Se oponen a la evangelización. Por eso dice Pablo de los hombres rebeldes: “cuyo entendimiento cegó el dios de este mundo para impedir que vean el resplandor del glorioso Evangelio de Cristo” (2 Co 4,4).

§  Intentan engañar y seducir a los cristianos, apartándolos de la verdad. Pablo habla de “espíritus engañadores” (1 Tm 4,1).

§  Imponen su tiranía sobre personas, familias, instituciones, ciudades, regiones, etc., sometiendo a los hombres a través de pecados, vicios, falsas doctrinas, enfermedades, odios, guerras, etc. Por eso dijo el Señor: “Cuando uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están en seguro; pero si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en las que estaba confiado y reparte sus despojos” (Lc 11,21-22).

 

Contra todas estas obras del maligno debemos luchar. Como el Señor siempre hizo, pues de él se dice que ”el Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo” (1 Jn 3,8). Nuestro combate no puede ser sólo defensivo; debemos también atacar. Pablo habla de “arrasar fortalezas” (2 Co 10,4).
 
El intercesor proclama el poder y la luz de Dios ante los que las tinieblas no tienen más remedio que retroceder.

El Señor ya venció en la cruz. Pero Satanás todavía es parcialmente el príncipe de este mundo, y los intercesores tenemos una importante misión y debemos usar la autoridad que el Señor nos da para luchar con los enemigos, pues él “debe reinar hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies” (1 Co 15,25).

 

 
Palabra profética:

Durante la oración de intercesión el Señor quiere que se ore por los terroristas. Están preparando un atentado importante.
 
A continuación se ora proclamando la autoridad de Cristo sobre los espíritus del mal que dominan a los terroristas y pidiendo la misericordia del Señor para estos hombres y mujeres.
 
Luego sigue visión de una gran serpiente sometida bajo la autoridad de Cristo.
 
El Espíritu lleva a los intercesores a unirse, cantando en el espíritu, al coro de ángeles que está cantando y alabando la victoria de Cristo sobre el enemigo.

Palabra: Esta es vuestra misión, esto es lo que os he encomendado.
 
No dejéis de interceder. No dejéis de luchar; no dejéis que el enemigo os gane batallas.
 
Contáis con mi victoria, contéis con mi poder.

 

 

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