INTERCESORES CON CRISTO.
“Cantando a Dios, de corazón y agradecidos, salmos,
himnos y cánticos inspirados” (Col 3,16)
Interceder con
cánticos
Los cánticos tienen una
función importante en nuestra relación con Dios. De hecho, no se trata de un
simple adorno o exageración innecesaria cuando nos dirigimos a él, sino de una
forma privilegiada como el hombre puede entrar en contacto con Dios, en el
espíritu, con colaboración de la mente y de otras facultades del alma, como la
capacidad estética musical y las emociones.
La música es una forma importante
de comunicación, y encuentra su cenit o su fin más sublime en nuestra
comunicación con Dios.
En la Biblia encontramos
muchas expresiones musicales; la presencia de la música y el canto en la
experiencia del pueblo de Israel y también en el Nuevo Testamento es constante.
Existió siempre un ministerio de música para el Señor: “Éstos son los que puso David para dirigir el canto en el templo del
Señor, desde que el arca tuvo un lugar de reposo. Ejercían el ministerio de
cantores ante la Morada de la Tienda del Encuentro” (1 Cro 6,16-17).
Entre
los primeros cristianos no fue diferente. Más aún, Pablo insistió: “Recitad entre vosotros salmos, himnos y
cánticos inspirados; cantad y salmodiad en vuestro corazón al Señor” (Ef
5,19).
El cántico que brota del
corazón, inspirado por el Espíritu, es una gran ayuda para expresar, más allá
de lo que de otra manera podríamos hacer, nuestra gratitud, nuestra alabanza,
nuestra aclamación, nuestra rendición, nuestra adoración...
El hombre fue
creado para dar gloria a Dios, y la música y el canto también existen en primer
lugar para este fin y deben ser usados para ello. Por esto la insistencia de
los salmistas: “¡Cantad al Señor un nuevo
canto, cantad al Señor, tierra entera, cantad al Señor, bendecid su nombre!”
(Sal 96,1-2).
De esta forma, los cánticos, sobre todo relacionados en la Biblia con
la acción de gracias y la alabanza, pueden servirnos en nuestra oración para
ayudarnos a entrar en la presencia de Dios, centrarnos en él y en glorificarle,
como preparación a la oración específica de intercesión: “Entrad por sus puertas dando gracias, por sus atrios cantando
alabanzas, dadle gracias, bendecid su nombre” (Sal 100,4).
Los cánticos también tienen
lugar como acción de gracias por la oración respondida, en reconocimiento por
las obras que el Señor ha hecho y por la respuesta que sabemos que el Señor ya
a dado a nuestra intercesión: “Cantad al
Señor un nuevo canto, porque ha obrado maravillas; le sirvió de ayuda su diestra,
su santo brazo” (Sal 98,1).
No hay motivo para pensar que no hay espacio para canciones en nuestras oraciones de intercesión.
Pueden y deben tener espacio. Sólo que para ello debemos primero evitar limitarnos a un estilo de oración muy razonada y “sensata”; debemos sentirnos más libres en nuestra relación con el Señor, no tan marcados por patrones o normas aprendidos.
Y por otro lado, los cánticos deben surgir y ser usados como parte de la oración, no como añadidos, sino fruto del desarrollo de nuestro ministerio de intercesores.
Sólo así tendrán sentido y serán verdadera expresión de oración.
Palabra de profética y visión:
·
Visión, tras un
canto en el espíritu, en la que los intercesores están rodeados de ángeles que
los están revistiendo con túnicas blancas.
Se hallan ante el trono de gloria en
el que todo es alabanza, en el que todo
es adoración y donde son envueltos en su luz y en su presencia.
A medida que el
canto en el espíritu avanza, la luz va
creciendo y son arrinconadas las tinieblas. El
enemigo no puede soportar la luz y se aleja envuelto en
las tinieblas.
El hombre fue creado para dar gloria a Dios, y la música y el canto también existen en primer lugar para este fin y deben ser usados para ello. Por esto la insistencia de los salmistas: “¡Cantad al Señor un nuevo canto, cantad al Señor, tierra entera, cantad al Señor, bendecid su nombre!” (Sal 96,1-2).
ResponderBorrarDe esta forma, los cánticos, sobre todo relacionados en la Biblia con la acción de gracias y la alabanza, pueden servirnos en nuestra oración para ayudarnos a entrar en la presencia de Dios, centrarnos en él y en glorificarle, como preparación a la oración específica de intercesión: “Entrad por sus puertas dando gracias, por sus atrios cantando alabanzas, dadle gracias, bendecid su nombre” (Sal 100,4).
A medida que el canto en el espíritu avanza, la luz va creciendo y son arrinconadas las tinieblas. El enemigo no puede soportar la luz y se aleja envuelto en las tinieblas.
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