jueves, 16 de julio de 2015

Adorar en Espíritu y en verdad requiere por parte del adorador una búsqueda activa de la verdad.


ADORACIÓN EN VERDAD

 
 
 
 


“Tu Palabra es verdad”. (Jn 17,17)

 

La adoración tiene que ver con la presencia de Dios, el Verdadero, donde sólo hay lugar para la verdad.
 
Sabemos que la verdad  no está en nosotros cuando estamos en el engaño o la mentira -territorio enemigo- o cuando estamos ciegos: Pilato tuvo la Verdad ante él y dialogó con el Verdadero, pero su ceguera y su falta de interés por conocer la verdad, le privaron de descubrirla.
 
Por eso se limitó a pronunciar la más necia de las preguntas en esa circunstancia: “¿Qué es la verdad?” (Jn 18,38).

¿Qué significa o cómo interpretar la afirmación de Jesús de que a partir de él hay que adorar ‘en verdad’?
 
La respuesta es doble: una de ellas tiene que ver con el hombre y la otra con el mismo Jesucristo; la convergencia de ambas nos dará este resultado: adora en verdad aquel adorador que lo hace desde una posición de total y auténtica integración y permanencia en Cristo.
 
En oposición  a  ‘en  Espíritu’, que viene a significar el lugar de la adoración, con la  expresión ‘en verdad’ Juan viene a afirmar que ese lugar se ha hecho realidad en Jesucristo.
 
En definitiva, la adoración en espíritu y en verdad significa la adoración de Dios tal como se ha hecho posible por la revelación de Jesucristo.
 
Él es el nuevo templo, en el que Dios puede ser adorado de la forma que le corresponde.

Adorar en Espíritu y en verdad requiere por parte del adorador una búsqueda activa de la verdad.
 
No  sentirse bajo la acusación de una mentira real no es suficiente; es importante, pero es sólo la primera parte.
 
Nuestra impresión tiene que ser subjetiva y objetiva: pensamos que no estamos en la mentira o el engaño, pero esta impresión tiene que ser cierta.

¿Hasta qué punto somos capaces de saber si estamos en la verdad?
 
Conocemos el principio: permanecer en el Verdadero es garantía de permanecer en la verdad; pero tenemos dos problemas: a) no se trata sólo de permanecer o no permanecer, sino del grado de permanencia, b) la dificultad para conocerlo por tratarse de una realidad espiritual que no se puede medir ni pesar experimentalmente.
 
Además existe en el hombre una tendencia a construir cierta mentira en torno a ti mismo o, en el mejor de los casos, a no buscar con interés la verdad.

Como en tantas situaciones de nuestra relación con Dios, la actitud de nuestra voluntad está en el principio de todo.
 
Tendríamos que empezar siendo conscientes de la importancia que tiene la verdad ante Dios, -y no sólo para el caso de la adoración-, y preguntarnos luego cómo valoramos la verdad.
 
¿Podríamos hacer nuestra, por haberla experimentado, la afirmación del salmista cuando dice: “Tú amas la verdad en lo íntimo del ser” (Sal 51,8)?
 
¿Hemos tomado en serio la Palabra del Señor cuando dice: “Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos y conoceréis la verdad” (Jn 8,32)?

¿Qué responderíamos si nos preguntaran si hemos aprendido a renovar el espíritu de nuestra mente y a revestirnos del Hombre Nuevo, creado según Dios, en la justicia y la santidad de la verdad (Ef 4,23-24)?
 
Nuestra colaboración y nuestro esfuerzo para estar en la verdad pasan por amar la verdad, buscarla de corazón, pedirla a Dios con todas nuestras fuerzas, guardarla y defenderla como un gran tesoro, y alimentarnos de la Palabra que nos trae la verdad de Dios y nos acerca al Verdadero.

Palabra profética

¨       “Os estoy confirmando como verdaderos adoradores, pero no para que os quedéis aquí, no para que os gocéis solamente vosotros en la adoración, sino para fortaleceros, para que vayáis a hablar a mi Iglesia, para que desde la experiencia que os estoy dando vayáis a hablar a los que han cambiado la adoración por otras cosas, y se han dejado invadir por la oscuridad del mundo, a los que han cambiado el estar postrados a mis pies por hacer otras cosas que cada vez los alejan más de mí.
 
    No olvidéis que hoy os estoy confirmando en la adoración, que hoy os estoy haciendo unos verdaderos adoradores para que salgáis y mostréis a otros lo que yo os he dado”.

2 comentarios:

  1. ¿Hemos tomado en serio la Palabra del Señor cuando dice: “Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos y conoceréis la verdad” (Jn 8,32)?

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  2. “Os estoy confirmando como verdaderos adoradores, pero no para que os quedéis aquí, no para que os gocéis solamente vosotros en la adoración, sino para fortaleceros, para que vayáis a hablar a mi Iglesia, para que desde la experiencia que os estoy dando vayáis a hablar a los que han cambiado la adoración por otras cosas, y se han dejado invadir por la oscuridad del mundo, a los que han cambiado el estar postrados a mis pies por hacer otras cosas que cada vez los alejan más de mí.



    No olvidéis que hoy os estoy confirmando en la adoración, que hoy os estoy haciendo unos verdaderos adoradores para que salgáis y mostréis a otros lo que yo os he dado”.

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