ADORACIÓN EN VERDAD
“Tu
Palabra es verdad”. (Jn
17,17)
La adoración tiene que
ver con la presencia de Dios, el Verdadero, donde sólo hay lugar para la
verdad.
Sabemos que la verdad no está en
nosotros cuando estamos en el engaño o la mentira -territorio enemigo- o cuando
estamos ciegos: Pilato tuvo la Verdad ante él y dialogó con el Verdadero, pero
su ceguera y su falta de interés por conocer la verdad, le privaron de
descubrirla.
Por eso se limitó a pronunciar la más necia de las preguntas en
esa circunstancia: “¿Qué es la verdad?” (Jn 18,38).
¿Qué significa o cómo interpretar la afirmación de Jesús de que a partir
de él hay que adorar ‘en verdad’?
La respuesta es doble: una de ellas tiene que
ver con el hombre y la otra con el mismo Jesucristo; la convergencia de ambas
nos dará este resultado: adora en verdad aquel adorador que lo hace desde una
posición de total y auténtica integración y permanencia en Cristo.
En
oposición a ‘en
Espíritu’, que viene a significar el lugar de la adoración, con la expresión ‘en verdad’ Juan viene a afirmar
que ese lugar se ha hecho realidad en Jesucristo.
En definitiva, la adoración
en espíritu y en verdad significa la adoración de Dios tal como se ha hecho
posible por la revelación de Jesucristo.
Él es el nuevo templo, en el que Dios
puede ser adorado de la forma que le corresponde.
Adorar en
Espíritu y en verdad requiere por parte del adorador una búsqueda activa de la
verdad.
No sentirse bajo la acusación de
una mentira real no es suficiente; es importante, pero es sólo la primera
parte.
Nuestra impresión tiene que ser subjetiva y objetiva: pensamos que no
estamos en la mentira o el engaño, pero esta impresión tiene que ser cierta.
¿Hasta qué
punto somos capaces de saber si estamos en la verdad?
Conocemos el principio:
permanecer en el Verdadero es garantía de permanecer en la verdad; pero tenemos
dos problemas: a) no se trata sólo de permanecer o no permanecer, sino del
grado de permanencia, b) la dificultad para conocerlo por tratarse de una
realidad espiritual que no se puede medir ni pesar experimentalmente.
Además
existe en el hombre una tendencia a construir cierta mentira en torno a ti
mismo o, en el mejor de los casos, a no buscar con interés la verdad.
Como en tantas situaciones de nuestra
relación con Dios, la actitud de nuestra voluntad está en el principio de todo.
Tendríamos que empezar siendo conscientes de la importancia que tiene la verdad
ante Dios, -y no sólo para el caso de la adoración-, y preguntarnos luego cómo
valoramos la verdad.
¿Podríamos hacer nuestra, por haberla experimentado, la
afirmación del salmista cuando dice: “Tú amas la verdad en lo íntimo del ser”
(Sal 51,8)?
¿Hemos tomado en serio la Palabra del Señor cuando dice: “Si os
mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos y conoceréis la
verdad” (Jn 8,32)?
¿Qué responderíamos
si nos preguntaran si hemos aprendido a renovar el espíritu de nuestra mente y
a revestirnos del Hombre Nuevo, creado según Dios, en la justicia y la santidad
de la verdad (Ef 4,23-24)?
Nuestra colaboración y nuestro esfuerzo para estar
en la verdad pasan por amar la verdad, buscarla de corazón, pedirla a Dios con
todas nuestras fuerzas, guardarla y defenderla como un gran tesoro, y
alimentarnos de la Palabra que nos trae la verdad de Dios y nos acerca al
Verdadero.
Palabra profética
¨
“Os estoy confirmando como verdaderos adoradores, pero
no para que os quedéis aquí, no para que os gocéis solamente vosotros en la
adoración, sino para fortaleceros, para que vayáis a hablar a mi Iglesia, para
que desde la experiencia que os estoy dando vayáis a hablar a los que han
cambiado la adoración por otras cosas, y se han dejado invadir por la oscuridad
del mundo, a los que han cambiado el estar postrados a mis pies por hacer otras
cosas que cada vez los alejan más de mí.
No olvidéis que hoy os estoy
confirmando en la adoración, que hoy os estoy haciendo unos verdaderos
adoradores para que salgáis y mostréis a otros lo que yo os he dado”.
¿Hemos tomado en serio la Palabra del Señor cuando dice: “Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos y conoceréis la verdad” (Jn 8,32)?
ResponderBorrar“Os estoy confirmando como verdaderos adoradores, pero no para que os quedéis aquí, no para que os gocéis solamente vosotros en la adoración, sino para fortaleceros, para que vayáis a hablar a mi Iglesia, para que desde la experiencia que os estoy dando vayáis a hablar a los que han cambiado la adoración por otras cosas, y se han dejado invadir por la oscuridad del mundo, a los que han cambiado el estar postrados a mis pies por hacer otras cosas que cada vez los alejan más de mí.
ResponderBorrarNo olvidéis que hoy os estoy confirmando en la adoración, que hoy os estoy haciendo unos verdaderos adoradores para que salgáis y mostréis a otros lo que yo os he dado”.