EFECTOS DE LA ADORACIÓN
Acerca la trono de misericordia
1.
Reflexión
La misericordia de Dios no es una mercancía
preciosa que Dios vende a buen precio o distribuye gratis, sino una cualidad
propia de su naturaleza, inseparable de él, cuyos frutos alcanzan a todos los
que se acercan a él en debidas condiciones, la más importante de las cuales es
sin duda acercarnos con un corazón contrito y humillado. La misericordia divina
es una expresión activa y real de la multiforme gracia de Dios, que alcanza al
hombre por muchos caminos y en diversas formas.
San Pablo resume los grandes efectos de la
misericordia de Dios en estas palabras: “Dios,
rico en misericordia, por el grande amor con que nos amo, estando muertos a
causa de nuestros delitos, nos vivificó juntamente con Cristo - por gracia
habéis sido salvados - y con él nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en
Cristo Jesús” (Ef 2,4-6), Dios nos ama eternamente y su misericordia se ha manifestado a lo
largo del tiempo, pero de modo absoluto en Cristo, que se presentó ante los
hombres como misericordia visible de Dios invisible y manifestó con sus obras
la realidad y el poder sobreabundante de la misericordia de Dios.
La misericordia de Dios es universal y
está al alcance de todos los hombres,
porque Dios no hace acepción de personas y Cristo murió por los pecadores, que
somos todos. Como nos recuerda también San Pablo: “Dios encerró a todos los hombres en la rebeldía para usar con todos
ellos de misericordia” (Rm 11,32). Por eso, podemos afirmar que la
misericordia es una especie de fuente
que no se agota, porque brota del corazón de Dios y no ha dejado de
correr desde que apareció el primer pecado en el mundo. La misericordia de Dios
tiene que ver con el pasado, en el que se ha manifestado especialmente, pero
también con el presente y el futuro, porque Cristo glorificado no es ajeno a la
misericordia:
¨
En primer lugar porque” no tenemos (en él) un Sumo Sacerdote que
no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo igual que
nosotros, excepto en el pecado” (Hb 4,15).
¨
En segundo lugar porque
su misericordia no se limita a rescatarnos y bendecirnos mientras pasamos por
este mundo, sino que nos alcanzará en plenitud cuando las promesas que estamos
viviendo en esperanza se conviertan por fin en realidad, como nos ha dejado
escrito el apóstol Pedro que, desde su posición de esperanza, exclama: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro
Señor Jesucristo quien, por su gran misericordia, mediante la Resurrección de
Jesucristo de entre los muertos, nos ha reengendrado a una esperanza viva, a
una herencia incorruptible, inmaculada e inmarcesible, reservada en los cielos
para vosotros” (1 P 1,3-4).
¡Misericordia aquí y allí, en la tierra y
en el Trono del Cordero! Sólo nos queda ser conscientes de este misterio de
amor y acercarnos “confiadamente al trono
de gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar gracia para una ayuda
oportuna” (Hb 4,16).
Cuando nos acercamos a adorar a Jesucristo
y al Padre por él nos estamos acercando a la fuente de todas las gracias,
incluida la misericordia que tan necesaria nos resulta mientras caminemos por
la vida bajo el peso de nuestra
naturaleza pecadora. Por eso, nos sería muy útil responder día a día a la
Palabra que nos anima así: “Teniendo,
pues, hermanos, plena seguridad para entrar en el santuario en virtud de la
sangre de Jesús, por este camino nuevo y vivo, inaugurado por él para nosotros,
a través del velo, es decir, de su propia carne, y con un Sumo Sacerdote al
frente de la casa de Dios, acerquémonos con sincero corazón, en plenitud de fe,
purificados los corazones de conciencia mala” (Hb 10,19-22). Las bendiciones que proceden del Trono de
Dios nos alcanzan, como el fuego, a medida que nos acercamos a él. Y ¿no es la
adoración un magnífico camino de aproximación?
2. Testimonios – Palabra profética
¨
Palabra al corazón
durante la adoración: Estáis ocupando el lugar que ocupan mis ángeles. Estáis
en el lugar que yo os he asignado entre los bienaventurados; mi sangre ha
cubierto vuestro pecado y mi Espíritu os ha revestido de santidad. No estáis
aquí por méritos propios, sino porque os habéis acogido a mi misericordia. Aquí
sois sanados y fortalecidos, aquí experimentáis mi Amor que os comprende, que
llena vuestros vacíos, sostiene vuestras debilidades y excusa vuestro pecado.
¨
El hecho de que estéis
ante mi trono rodeados de ángeles y adorándome con ellos no significa que seáis
mejores que los demás, sino que tengo misericordia de vosotros.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario