miércoles, 22 de julio de 2015

la sangre de cristo


INTERCESORES CON CRISTO 

 
“Él soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus cardenales hemos sido curados” (Is 53,5)




 

Intercesión y Pascua

 

La celebración de los misterios de la pasión, muerte y resurrección del Señor, es un momento especialmente importante para los cristianos.
 
En estos días consideramos las verdades centrales de nuestra fe y nos acercamos a la fuente de nuestra salvación; nos preparamos para acoger una nueva medida de gracia y una nueva manifestación de los frutos de la salvación que Jesucristo nos consiguió en la cruz.

En realidad, la Pascua del Señor es el resumen de toda la historia de la salvación, el momento central, en que todos los participantes se encuentran: el Padre, la Humanidad pecadora, y el Hijo, que lleva a cabo la mayor mediación posible.
 
En Jesucristo crucificado se encuentran el cielo y la tierra, la justicia y el pecado, el tiempo y la eternidad, Dios y los hombres, ”porque en Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo, no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres. [...] A quien no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justicia de Dios en él” (2 Co 5,19.21).

Desde la muerte y resurrección del Señor Jesús, hay un camino abierto para alcanzar misericordia: “Tenemos, pues, hermanos, plena confianza para entrar en el santuario en virtud de la sangre de Jesús, por este camino nuevo y vivo, inaugurado por él para nosotros, a través de la cortina, es decir, de su cuerpo. Tenemos un  sacerdote excelso al frente de la casa de Dios. Acerquémonos con sincero corazón, en plenitud de fe, purificados los corazones de conciencia mala y lavado el cuerpo con agua pura” (Hb 10,19-22).
 
Nuestro camino es Jesucristo mismo. Él, en la cruz realizó la mayor intercesión, atrayendo todas las cosas hacia sí, y presentándolas al Padre, cubriendo los pecados y culpas de la humanidad con su propia sangre.

Por tanto, estos días nos acercan a las fuentes de la intercesión, a la cruz del Señor, y al baño regenerador de su sangre. Son una oportunidad renovada para acoger para nosotros mismos la misericordia que necesitamos, y para colaborar en la intercesión que el Señor continúa realizando para que su gracia y su misericordia alcancen a la humanidad hoy; pues el Señor Jesús “posee un sacerdocio exclusivo porque permanece para la eternidad. De ahí que pueda también salvar definitivamente a los que por él se llegan a Dios, ya que está siempre vivo para interceder en su favor” (Hb 7,24-25).

Vivir correctamente la Pascua del Señor nos llevará a profundizar nuestro ministerio intercesor y a renovar nuestra entrega a aquel “que me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Ga 2,20).

Palabra profética a los intercesores:

·         Visión  de  manos  llagadas  y pies clavados.  El Señor dice a los intercesores que la oración de intercesión que están haciendo retiene la sangre que caía de sus manos y pies.


·         Luego, visión de una mano con un paño blanco que  está recogiendo su sangre. Palabra: Es el resultado de la oración que estáis haciendo... No dejéis de interceder, porque mi sangre no deja de caer.

 

1 comentario:

  1. Visión de manos llagadas y pies clavados. El Señor dice a los intercesores que la oración de intercesión que están haciendo retiene la sangre que caía de sus manos y pies.




    · Luego, visión de una mano con un paño blanco que está recogiendo su sangre. Palabra: Es el resultado de la oración que estáis haciendo... No dejéis de interceder, porque mi sangre no deja de caer.

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