ADORAR CON HUMILDAD
“Delante de la gloria va la humildad” (Pr 15,33).
Para
adorar con humildad es necesario que antes seamos humildes, porque la humildad
no se improvisa.
La cualidad de humilde se corresponde con la virtud de la humildad
y es mucho más que hacer una acto de humildad. La virtud significa hábito y
continuidad, mientras que un acto de humildad es algo esporádico y
circunstancial, que puede no proceder de un corazón humilde.
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Adorar con humildad es estar como
criaturas ante el Señor, es abrirle el corazón para recibir el calor de su
amor, conscientes de que lo necesitamos y de que sólo él nos lo puede dar; pero
al mismo tiempo, y porque reconocemos nuestra indignidad, nos postramos con
agradecimiento de pobres, porque no tenemos que pagar para participar en el
gran don de la adoración.
¨Estar en humildad ante Dios es
estar disponibles, con el corazón en paz y en disponibilidad para hacer en todo
la voluntad de Dios, mientras estamos a la espera de conocerla, o reconociendo
que somos indignos hasta de que el Dios Altísimo se acuerde de nosotros para
hacernos objeto de su voluntad en algo.
¨Adorar al Señor en humildad es
buscarlo con los ojos del corazón, abiertos por la fuerza de la fe, sostenidos
por la esperanza de los bienes que nos aguardan e iluminados por el amor con
que él nos está amando.
¨Adorar en humildad es saberse
indignos como pecadores y, al mismo tiempo, dignos por la dignidad que el Padre
nos ha concedido al hacernos hijos por su Espíritu y amados en el Hijo.
¨Adorar con humildad es
estremecerse con estremecimiento de amor al no poder corresponder dignamente a
la misericordia con que somos admitidos ante el Trono de gloria y de majestad
del Altísimo.
¨Adorar con humildad es perderse en
la adoración universal de la creación, ofrecida por los cuatro Vivientes al que
“está sentado en el trono" (Ap
4,2), y proclamar a una voz con ellos: “Santo,
Santo, Santo, Señor Dios Todopoderoso, Aquel que era, que es y que va a
venir" (Ap 4,8); y postrarse luego con los Ancianos “ante el que vive por los siglos de los
siglos" (Ap 4,10) repitiendo también con temor y temblor de criatura
sus palabras: “Eres digno, Señor y Dios
nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder" (Ap 4,11).
¨Adorar con humildad es estar
postrados ante el trono de gloria y de majestad sin mirar, sin hablar y sin
pensar, mientras se derrama el corazón ante el Todopoderoso que está en su
gloria y la vida se inflama en la llama de amor con que el Señor de la gloria
nos envuelve y penetra hasta lo más profundo de nuestro ser.
¨Adorar con humildad es permanecer
ante el Santo con la paz que dan estas palabras que su Espíritu nos sugiere: “Un corazón contrito y humillado, oh Dios,
no lo desprecias” (Sal 51,19).
¨Adorar con humildad es confesarse
indigno ante el Altísimo y postrar todo el ser, “espíritu, alma y cuerpo” (1 Ts
5,23) mientras el corazón se sale del tiempo intentando abrazar la eternidad
para no dejar nunca ya de adorar “al que
vive por los siglos de los siglos” (Ap 4,9).
Palabra profética
¨ Palabra durante la adoración:
“Cuando vivís la verdadera humildad, mi gloria se refleja en vosotros”.
¨ Visión: Personas a la entrada de
un túnel a las que se invita a entrar. En él hay mucha gente dispuesta a
apedrearlas, escupirlas, insultarlas y hasta matarlas en cuanto entren.
Las
personas se resisten a entrar. Al final del túnel hay una gran luz, y allí está
el Señor con los brazos extendidos, esperándolas y llamándolas.
Y les dice:
“Ésta es la verdadera humildad: estar disponibles para recorrer ese tramo del camino
aun a costa de dejar vuestra propia vida. ¿Estáis dispuestos para recorrerlo?
Yo os espero al final".
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Las personas se resisten a entrar. Al final del túnel hay una gran luz, y allí está el Señor con los brazos extendidos, esperándolas y llamándolas.
ResponderBorrarY les dice: “Ésta es la verdadera humildad: estar disponibles para recorrer ese tramo del camino aun a costa de dejar vuestra propia vida. ¿Estáis dispuestos para recorrerlo? Yo os espero al final".
Adorar con humildad es permanecer ante el Santo con la paz que dan estas palabras que su Espíritu nos sugiere: “Un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias” (Sal 51,19).
ResponderBorrar¨Adorar con humildad es confesarse indigno ante el Altísimo y postrar todo el ser, “espíritu, alma y cuerpo” (1 Ts 5,23) mientras el corazón se sale del tiempo intentando abrazar la eternidad para no dejar nunca ya de adorar “al que vive por los siglos de los siglos” (Ap 4,9).