Tierra de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, beatificado hace pocos meses, el Salvador es un país centroamericano marcado por el sufrimiento y la esperanza, la tenacidad y la fe. Sus obispos, se muestran como impulsores de la pastoral de la “ternura”, que hace resonancia en el corazón de los salvadoreños, pueblo al que acompañan con generosidad.
El Papa ha rogado en la oración dominical en la plaza de San Pedro, y ha expresado públicamente su cercanía al pueblo e Iglesia Salvadoreña, en el anhelo porque renazca, en medio de los hijos de esta tierra “la justicia y la paz”.
Los últimos días han saltado algunas noticias sobre hechos de violencia, de pobreza y desajustes sociales que afecta y produce sufrimiento a los hermanos salvadoreños.
Varios medios en diversos países han hecho saber de la situación que se vive en ese país centroamericano.
El Salvador ha sido un pueblo tenaz que se ha aferrado a la tarea de reconstruir su país después del periodo cruento de la guerra por los caminos de la justicia y la paz.
Tierra de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, beatificado hace pocos meses, el Salvador es un país centroamericano marcado por el sufrimiento y la esperanza, la tenacidad y la fe. Sus obispos, se muestran como impulsores de la pastoral de la “ternura”, que hace resonancia en el corazón de los salvadoreños, pueblo al que acompañan con generosidad.
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