Contemplar el Evangelio de hoy
Día
litúrgico: Martes XXI del tiempo ordinario
Esto es lo que había que practicar, aunque sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro están llenos de rapiña y codicia!
¡Fariseo ciego, purifica primero por dentro la copa, para que también por fuera quede pura!».
«Purifica
primero por dentro la copa, para que también por fuera quede pura»
Hoy
tenemos la impresión de “pillar” a Jesús en un arrebato de mal humor —realmente
alguien le ha hecho sentir molesto. Jesucristo se siente incómodo con la falsa
religiosidad, las peticiones pomposas y la piedad egoísta. Él ha notado un vacío
de amor, a saber, echa en falta «la justicia, la misericordia y la fe» (Mt
23,23) tras las acciones superficiales con las que tratan de cumplir la Ley.
Jesús encarna esas cualidades en su persona y ministerio.
Él era la justicia, la
misericordia y la fe. Sus acciones, milagros, sanaciones y palabras rezumaban
estos verdaderos fundamentos, que fluyen de su corazón amoroso. Para Jesucristo
no se trataba de una cuestión de “Ley”, sino que era un asunto de
corazón…
Incluso en las palabras de castigo vemos en Dios un toque de amor, importante para quienes quieran volver a lo básico: «Se te ha indicado, hombre, qué es lo bueno y qué exige de ti el Señor: nada más que practicar la justicia, amar la fidelidad y caminar humildemente con tu Dios» (Miq 6,8).
Incluso en las palabras de castigo vemos en Dios un toque de amor, importante para quienes quieran volver a lo básico: «Se te ha indicado, hombre, qué es lo bueno y qué exige de ti el Señor: nada más que practicar la justicia, amar la fidelidad y caminar humildemente con tu Dios» (Miq 6,8).
El
Papa Francisco dijo: «Un poco de misericordia hace al mundo menos frío y más
justo. Necesitamos comprender bien esta misericordia de Dios, este Padre
misericordioso que tiene tanta paciencia... Recordemos al profeta Isaías, cuando
afirma que, aunque nuestros pecados fueran rojo escarlata, el Amor de Dios los
volverá blancos como la nieve. Es hermoso, esto de la
misericordia».
«¡Purifica primero por dentro la copa, para que también por fuera quede pura!» (Mt 23,26). ¡Cuán cierto es eso para cada uno de nosotros! Sabemos cómo la limpieza personal nos hace sentir frescos y vibrantes por dentro y por fuera.
«¡Purifica primero por dentro la copa, para que también por fuera quede pura!» (Mt 23,26). ¡Cuán cierto es eso para cada uno de nosotros! Sabemos cómo la limpieza personal nos hace sentir frescos y vibrantes por dentro y por fuera.
Más aun, en el ámbito espiritual y moral nuestro
interior, nuestro espíritu, si está limpio y sano brillará en buenas obras y
acciones que honren a Dios y le rindan un verdadero homenaje (cf. Jn 5,23).
Fijémonos en el marco más grande del amor, de la justicia y de la fe y no nos
perdamos en menudencias que consumen nuestro tiempo, nos empequeñecen y nos
hacen quisquillosos.
¡Saltemos al vasto océano del Amor de Dios y no nos
conformemos con riachuelos de mezquindad!
Más aun, en el ámbito espiritual y moral nuestro interior, nuestro espíritu, si está limpio y sano brillará en buenas obras y acciones que honren a Dios y le rindan un verdadero homenaje (cf. Jn 5,23). Fijémonos en el marco más grande del amor, de la justicia y de la fe y no nos perdamos en menudencias que consumen nuestro tiempo, nos empequeñecen y nos hacen quisquillosos.
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