lunes, 31 de agosto de 2015

REY Y SEÑOR


ADORAR A JESUCRISTO, SEÑOR Y REY




 

“Dios tuvo a bien hacer residir en él  toda la plenitud” (Col 1,19)

 

Refelexión

 

Jesucristo, el Hijo de Dios, tiene derecho a recibir adoración por ser Dios como el Padre y el Espíritu. Pero, al hacerse Hijo de hombre y llevar a cabo una misión específica entre los hombres, tenemos una relación añadida con él en función de sus obras y de los designios del Padre, que quiso colocarlo  al frente de toda la creación como soberano, para que recibiera el honor que le corresponde, según él dijo de sí mismo al presentarse a Juan en visión: “Soy yo, el Primero y el Ultimo, el que vive; estuve muerto, pero ahora estoy vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la Muerte  y del Hades” (Ap 1,18) .

 

¨       Debemos adoración a Jesucristo como Señor y Rey, porque el Padre ha querido ensalzar al que se ha humillado hasta lo más profundo y colocarlo en lo más alto para que reciba el honor que le corresponde mediante la postración de las criaturas.
    
   Quiere que ante él “toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es SEÑOR  para gloria de Dios Padre” (Flp 2,9-11).

¨       Debemos adorar a Jesucristo en su señorío universal porque el Padre ha querido que él sea la referencia final de todos los seres: “que todo tenga a Cristo por cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra" (Ef, 1,10).

¨       Debemos adorarle en su señorío desde nuestra naturaleza de criaturas contingentes y llenas de limitaciones porque “en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las  Potestades: todo fue creado por él y para él, él existe con anterioridad a todo, y todo tiene en él su consistencia “ (Col 1,16-17).

¨       Debemos adorarle como señor de vivos y muertos porque él es “el Principio, el Primogénito de entre los muertos, para que sea él el primero en todo, pues Dios tuvo a bien hacer residir en él toda la Plenitud” (Col 1,18-19; y “porque Cristo murió y volvió a la vida para eso, para ser Señor de muertos y vivos” (Rm 14,9).

¨       El Apóstol Pedro nos recuerda que “Jesucristo... habiendo ido al cielo, está a la diestra de Dios, y le están sometidos los Ángeles, las Dominaciones y las Potestades” (1 P 3,22).
 
    Si los seres celestiales le están sometidos y le adoran, cuánto más tendremos que hacerlo los hombres que, además de no estar a su altura, hemos sido especialmente favorecidos por él y rescatados por él.

¨       Con nuestra adoración a Jesucristo Señor reconocemos que el Padre desplegó su fuerza poderosa en Cristo, “resucitándole de entre los muertos y sentándole a su diestra en los cielos, por encima de todo Principado, Potestad, Virtud, Dominación y de todo cuanto tiene nombre no sólo en este mundo sino también en el venidero. Bajo sus pies sometió todas la cosas  y le constituyó Cabeza suprema de la Iglesia, que es su Cuerpo, la Plenitud del que lo llena todo en todo” (Ef 1,19-23).

¨       Una ayuda para adorar a Jesucristo como Señor del universo es participar en espíritu de la visión que Juan describe en el Apocalipsis con estas palabras: “Vi el cielo abierto, y había un caballo blanco: el que lo monta se llama ‘Fiel’ y ‘Veraz’; y  juzga  y combate con justicia. Sus ojos, llama de fuego; sobre su cabeza, muchas diademas; lleva escrito un nombre que sólo él conoce; viste un manto empapado en sangre y su nombre es: La Palabra de Dios. [...] Lleva escrito un nombre en su manto y en su muslo: Rey de Reyes y Señor de Señores” (Ap 19,11-16).

Palabra profética

"Misión de ángeles os he encomendado. Misión de santos es la adoración. Cuando estáis en adoración ante mi trono, el Reino de mi Padre se va restaurando, los enfermos son sanados, el pecado perdonado, los hombres salvados. Mirad qué misión tan importante, obra de mi misericordia, que sólo desde la santidad podréis llevar a cabo".

 

1 comentario:

  1. "Misión de ángeles os he encomendado. Misión de santos es la adoración. Cuando estáis en adoración ante mi trono, el Reino de mi Padre se va restaurando, los enfermos son sanados, el pecado perdonado, los hombres salvados. Mirad qué misión tan importante, obra de mi misericordia, que sólo desde la santidad podréis llevar a cabo".

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