lunes, 10 de agosto de 2015

Sed perseverantes en la oración, velando en ella con acción de gracias


 

INTERCESORES CON CRISTO
 


 
 
“Sed perseverantes en la oración, velando en ella con acción de gracias” (Col 4,2)

 
Interceder con perseverancia

Hay necesidades que sabemos que requieren siempre intercesión. Constituyen una llamada permanente a la intercesión para todos.
 
No hay motivo, por ejemplo, para dejar de orar por nuestros hermanos en Cristo: “Siempre en oración y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con perseverancia e intercediendo por todos los santos” (Ef 6,18).
 
Del mismo modo, en la Palabra revelada y tal vez en nuestras circunstancias de vida encontramos otras necesidades para interceder con perseverancia a lo largo de toda nuestra vida.

Pero cuando se trata de necesidades más específicas o puntuales, ¿cuándo sabemos que podemos dejar de orar por esa necesidad o intención?
 
La respuesta puede venir dada por las circunstancias objetivas o por el mismo Espíritu. En el primer caso, para determinadas intenciones es fácil corroborar el fruto de la oración.
 
Por ejemplo, estábamos orando por la conversión de un miembro de nuestra familia; llevó dos semanas, dos meses, dos años o veinte, pero si esto ya ocurrió, evidentemente no hace falta continuar orando por esta intención.

En el segundo caso, se trata de estar atentos a las mociones del Espíritu. De la misma manera que el Espíritu nos puede mover a orar por una necesidad, puede retirarnos la carga por esa intención en un momento dado.
 
Tal vez hay un momento en que el Espíritu pone en nuestro corazón la necesidad de comenzar a interceder por China, e incluimos este país cada día en nuestra intercesión de forma especial.
 
Pero puede que llegado cierto momento el Espíritu retire de nosotros esa urgencia o esa carga. En ambos casos debemos  discernir lo que viene del Espíritu y lo que viene de la carne.

No quiere decir que porque no sintamos más ganas -humanamente hablando- de interceder por esa necesidad, tengamos que parar, porque siempre habrá días en que nuestra disposición o nuestro estado de ánimo, más o menos alto o bajo, influirá también en la oración. No podemos dejar que esto sea el criterio.
 
Precisamente en esos momentos se necesita perseverar y ser fieles a la llamada del Señor.
 
Se trata de discernir en el espíritu, recibir del Señor la convicción de que aquello ya está, de que el tiempo en que el Señor nos quería intercediendo de forma especial por esa necesidad ya concluyó.
 
Si intentamos estar atentos a las mociones del Espíritu, él nos pondrá en el corazón cuándo comenzar y cuándo terminar la intercesión por una necesidad.

Tampoco quiere decir que no haya que orar en adelante por China, Sólo que en un determinado momento en que se necesitaba esa intercesión, el Señor buscó entre sus intercesores y puso esa llamada en nuestro corazón, así como posiblemente hizo con otros intercesores en otras partes del mundo.
 
Más tarde, si la necesidad que motivó que él nos escogiese ha cesado o el Señor ha cambiado sus planes, puede llevarnos a interceder de forma especial por otras necesidades.
 
También es posible que el Señor mueva a otros intercesores a orar por China, mientras a nosotros nos ha dado una nueva misión

De cualquier modo, el mandato del Señor es “orad constantemente” (1 Ts 5,17). Cuando somos fieles a esta llamada, el Señor nos puede utilizar. Pero esta fidelidad, preciosa para Dios, es imprescindible.


Palabra profética:

Permaneced fieles, sed perseverantes en la intercesión, no dejéis de interceder. Sólo la intercesión puede aliviar el dolor de mi corazón.
 
El mundo está envuelto en tinieblas, llevad mi luz, penetrad en medio de las tinieblas con mi luz, con mi verdad, con mi amor. No os separéis de mi cruz, ella os abrirá camino, ella os sostendrá, abrazaos a mi cruz como yo la abracé.

1 comentario:

  1. Permaneced fieles, sed perseverantes en la intercesión, no dejéis de interceder. Sólo la intercesión puede aliviar el dolor de mi corazón.



    El mundo está envuelto en tinieblas, llevad mi luz, penetrad en medio de las tinieblas con mi luz, con mi verdad, con mi amor. No os separéis de mi cruz, ella os abrirá camino, ella os sostendrá, abrazaos a mi cruz como yo la abracé.

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