martes, 4 de agosto de 2015

Si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo.

La Cruz es el Centro


 


 
 
Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo. (Juan 12,32).

La cruz del Calvario desafía a todo poder terrenal e infernal, y por fin acabará por eliminar a cada uno de ellos.

La cruz es el centro de toda autoridad, y de ella toda autoridad procede. Es el gran centro de atracción; porque en ella Cristo entregó su vida por la raza humana.

Este sacrificio fue ofrecido con el propósito de restaurar al hombre a su perfección original; sí, y más aún: fue ofrecido para concederle una completa transformación del carácter, y hacerlo más que vencedor.

Los que por intermedio de la fuerza de Cristo vencen al gran enemigo de Dios y el hombre, en las cortes celestiales ocuparán una posición superior a la de los ángeles que nunca han caído.

Cristo declaró: “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo” (Juan 12.32).

Si la cruz no encuentra una influencia en su favor, crea una influencia.

De generación en generación la verdad para este tiempo es revelada como la verdad presente.

Cristo en la cruz fue el instrumento mediante el cual se unieron la misericordia y la verdad, y la justicia y la paz se besaron. Este es el medio por el cual se moverá el mundo.

En el plan de Dios todas las riquezas del cielo están a la disposición de los seres humanos.

En el tesoro de los recursos divinos no hay nada que se considere demasiado costoso como para no poder acompañar al gran don del Unigénito Hijo de Dios.

Cristo recibió poder para alentar en la humanidad caída el hálito de la vida.

Los que lo reciban, nunca tendrán hambre ni padecerán de sed; porque no puede haber un gozo mayor que el que se encuentra en Cristo.

Estudien las palabras pronunciadas por el Salvador desde el monte de las bendiciones.

Cómo fulguraba la naturaleza divina a través de su humanidad mientras sus labios pronunciaban las bendiciones sobre los hombres y mujeres que eran objeto de su misericordia y amor.

Los bendijo con tal plenitud que hizo evidente el hecho de que estaba sacando del almacén inagotable de los tesoros más ricos. Los tesoros de la eternidad se hallaban a su disposición.

El Padre le había confiado a él las riquezas del cielo, y la rep! artición que les hizo de ellas no tuvo límites.

¿Qué es el cristianismo? Es el instrumento divino para la conversión de los pecadores. Jesús pedirá cuentas de cada persona que no se somete a su dirección, que no demuestra en su vida la influencia de la cruz del Calvario.

Cristo debería ser exaltado por todos los que redimió al padecer en la cruz una muerte de vergüenza.

Los que han experimentado el poder de la gracia de Cristo tienen una historia que contar. El Señor trata de implementar métodos de trabajo que producirán la difusión del Evangelio de Cristo.

El ser humano, al recibir su eficacia de la gran fuente de sabiduría, llega a ser el instrumento, el agente de servicio mediante el cual el Evangelio ejerce su poder transformador sobre la mente y el corazón

No conozco más que a Cristo y a Cristo crucificado


 
                    


Tengo un solo Esposo en la Tierra: Jesús abandonado. No tengo otro Dios fuera de Él. 

En Él está todo el Paraíso con la Trinidad y toda la tierra con la Humanidad.

Por eso, lo suyo es mío y nada más.

Y suyo es el Dolor universal y por lo tanto, mío.

Iré por todo el mundo buscándolo, a cada instante de mi vida.

Lo que me hace daño es mío.

Mío el dolor que me acaricia en el presente. Mío el dolor de las almas a mi lado (ese es mi Jesús).

Mío es todo lo que no es paz, gozo, bello, amable, sereno…; en una palabra: lo que no es Paraíso.

Porque yo también tengo mi Paraíso, pero es el que está en el corazón de mi Esposo.

No conozco otros.

Así será por los años que me quedan: sedienta de dolores, de angustias, de desesperaciones, de melancolías, de separaciones, de exilios, de abandonos, de tormentos, de… todo lo que no es Él, y el Él es el Pecado, el Infierno.

Así enjugaré las lágrimas de las tribulaciones en muchos corazones cercanos y – por la comunión con mi Esposo omnipotente – lejanos.

Pasaré como el fuego que consume lo que ha de caer y deja en pie sólo la Verdad.
 

Pero hay que ser como Él: ser Él en el momento presente de la vida.

Chiara Lubich

2 comentarios:

  1. Mío el dolor que me acaricia en el presente. Mío el dolor de las almas a mi lado (ese es mi Jesús).

    Mío es todo lo que no es paz, gozo, bello, amable, sereno…; en una palabra: lo que no es Paraíso.

    Porque yo también tengo mi Paraíso, pero es el que está en el corazón de mi Esposo.

    No conozco otros.

    Así será por los años que me quedan: sedienta de dolores, de angustias, de desesperaciones, de melancolías, de separaciones, de exilios, de abandonos, de tormentos, de… todo lo que no es Él, y el Él es el Pecado, el Infierno.

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  2. Así será por los años que me quedan: sedienta de dolores, de angustias, de desesperaciones, de melancolías, de separaciones, de exilios, de abandonos, de tormentos, de… todo lo que no es Él, y el Él es el Pecado, el Infierno.

    Así enjugaré las lágrimas de las tribulaciones en muchos corazones cercanos y – por la comunión con mi Esposo omnipotente – lejanos.

    Pasaré como el fuego que consume lo que ha de caer y deja en pie sólo la Verdad.

    Pero hay que ser como Él: ser Él en el momento presente de la vida.

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