Boca ganaba, pero el Tatengue se lo dio vuelta y lo dejó sin nada, en la mismísima Bombonera, con un final griego.
El cabezazo postrero de Lucas Gamba fue un símbolo del partido.
El Xeneize lo empató dos veces, pero su obligación de equipo grande de buscar siempre la victoria lo condenó. Y pagó caro la horrenda tarde futbolística del Cata Díaz.
Tevez ha decretado la fiesta. La gente, la familia, tiene razones para quererlo.
Y no todas están referidas a sus talentos de jugador. Hay en Tevez algo querible.
Y como la gente, sin saberlo, a veces, es lo que admira: se define por aquello que lo exalta como persona. Carlitos es el eje de un domingo de sonrisas.
Y en ese clima a nadie le importa que San Lorenzo el sábado haya ganado un partido muy chivo frente a Gimnasia y que alcanzó la cima, los 40 puntos.
Boca se piensa a sí mismo. No ve lo que sucede alrededor en esa tarde fresca y soleada, salvo que sus propias calles que se parecen a las de un corso de sonrisas y bromas.
Y esa Bombonera que aguarda amarilla y muda, con el rumor creciente de los que ya la habitan y han iniciado la misa de las 6 de la tarde.
Y a los seis minutos, abre el marcador: el lateral Emanuel Brítez adhirió a la festividad xeneize y le dio un pase increíble a Jonathan Calleri dentro del área.
El goleador de Boca abrió el pie y convirtió un gol que parecía inapelable anuncio de victoria holgada, propia de un líder.
El equipo del Vasco Arruabarrena se floreaba a tal punto que un ataque de gol comandado por Tevez y culminado por Palacios cediéndosela mal a Calleri, lo mostró excedido en los pases y se perdió hacer la diferencia acaso definitiva.
Pero sucedió algo parecido a la forma en que los dioses griegos daban vuelta una batalla.
Una salida del arquero Nereo Fernández pasó la línea de los zagueros, y Lucas Gamba se fue camino al gol. Orion lo evita con un penal que le cuesta la expulsión después de dudas un tanto extrañas del árbitro Baliño.
Empato Malcorra, y un inmediato error del Cata Díaz, en tarde fatal, le permitió a Mauricio Martínez convertir el segundo gol, cara a cara con Guillermo Sara, que había ingresado para ocupar el arco de su compañero expulsado.
El portero de Boca no había tocado la pelota y ya había sufrido dos caídas. La Bombonera sintió que debía jugar su partido…
La tarde-noche fue convirtiéndose en una gran entrega de fútbol a partir de un tempranero gol de Tevez en el arranque de la parte final.
No sabía el conjunto local, cuando el Apache se fue a buscar la pelota al fondo del arco, ofreciendo el mensaje de la decisión de buscar la victoria, no pensaba nadie entonces, que Boca tendría al mismo Cata Díaz que venía desarrollando un gran torneo, esta vez en el partido más flojo de su vida, y que en una tarde de interminables obsequios, el auriazul terminaría siendo el más generoso.
Cuando Boca empato a tres con un gran gol de cabeza de Calleri, otra vez renació la expectativa de la victoria.
Iban 42 minutos del segundo tiempo y Unión, con un hombre más había desperdiciado varias situaciones que hubieran resuelto el pleito. Pero Boca con 10 conmovía a
La Bombonera. Un pase de Gago con los ojos bien abiertos fue conectado por su goleador con una palomita urgente y precisa. Pero el grito de empate, fue más que eso: fue un grito de “vamos a ganarlo”.
Es el problema del grande. Con un jugador menos, pudo sentirse satisfecho, replegarse y contraatacar.
Pero Boca no puede hacer eso y continuó pugnando por la victoria. Unión parecía estar de acuerdo en que el final sería ese, el del triunfo de Boca, porque poco aportaba salvo defender con fiereza.
Pero llegó lo impensado: el cuarto gol del Tatengue arribó con un doble cabezazo que tuvo nuevamente a Lucas Gamba como protagonista final, que puso en blanco sobre negro por enésima ven en 90 minutos la impericia casi absurda de la defensa xeneize.
Ya nada se podía hacer. Era una decisión que venía de arriba. Esta escrito. Dios no quiere cosas justas.
Todo eso se le ocurría pensar al hincha de Boca, que por grande, pero también por sus errores defensivos, se condenó a quedar igual que San Lorenzo, con 40 puntos y todos un poco más próximos.
Qué cerca están la justicia y la injusticia. La victoria y la derrota. La alegría y la rabia. Boca de ganar, como de perder. Unión de reprocharse una gran oportunidad perdida como de irse a Santa Fe con su mejor alegría del año.
Pero llegó lo impensado: el cuarto gol del Tatengue arribó con un doble cabezazo que tuvo nuevamente a Lucas Gamba como protagonista final, que puso en blanco sobre negro por enésima ven en 90 minutos la impericia casi absurda de la defensa xeneize.
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