LA ESPADA DEL SEÑOR
Estábamos preparando a la congregación para el día de jubilo y victoria.
La marcha del gimnasio al cine ya estaba organizada,
cánticos de gozo, pancartas, banderas, globos y la Iglesia lista para la
fiesta.
Pero el Señor sacó la espada de juicio (Ezequiel 21) y la
declaró: desenvainada, afilada y refulgente.
En vez de una reunión de victoria
fue un día de juicio. Al principio no entendíamos porque Dios nos enfrentaba
así. El esfuerzo había sido muy grande.
La Iglesia había sido con gran costo
emocional y eclesiástico convencida de la compra y ahora
El Juicio. El Señor
dijo que o le entregábamos el corazón o nos cortaba la cabeza y perdíamos
nuestro ministerio. 700 personas nos arrodillamos esa mañana entregándole el
corazón a Dios.
Pero una cosa es un acto de entrega y otra cosa una vida de
fidelidad. Salimos del gimnasio heridos pero también decididos y dimos Gloria a
DIOS ! Por el nuevo lugar.
El nuevo lugar hacia de puente uniendo las dos
ciudades y estábamos en Egipto (Este de la ciudad) y marchábamos a Asiria
(Oeste de la ciudad).
Un puente que nosotros entendíamos de amor,
reconciliación y unidad. Pero nosotros teníamos que vivir esta experiencia y la
espada continuo en juicio.
Durante 8 meses, queríamos predicar de otra cosa y
el Señor no nos dejaba. Tiempo más tarde entendimos el propósito de Dios.
El
nuevo lugar era como una vidriera. En la vidriera no se exponen objetos
cachados, sucios, no puede haber desorden ni polvo.
El señor nos estaba
preparando para mostrar a su Iglesia limpia y ordenada. Así lo pensábamos.
En realidad, más tarde aprendimos que era a causa del enemigo.
En realidad, más tarde aprendimos que era a causa del enemigo.
Para que el enemigo
tuviera menos posibilidades de trabajar el flanco interno. Cada pecado, cada
rebeldía es energía de maldad que agranda al enemigo y le da pistas de
aterrizaje.
Así como también cada acto de obediencia y sumisión le resta fuerza
y presencia al mundo demoníaco.
El tiempo de la espada al fin terminó y pensamos que
comenzaba el tiempo de la cosecha abundante. DIOS nos había dado el tiempo de
los primeros frutos, ahora deseábamos que la ciudad reaccionara.
El cine había
sido remodelado y era el comentario de la ciudad. Pero en ese tiempo y a pesar
de las actividades, sentíamos que teníamos menos visibilidad.
Parecía que la
ciudad no nos veía. Sabíamos que estábamos sentados en la montura del Leviatán
y que teníamos que aguantar él corcoveo. Sin embargo, todo estaba demasiado
calmo.
Dios nos preguntó si queríamos saber la razón y entonces él nos dio el
pasaje de Apocalipsis 17.
Dios nos reveló que cuando nos sentamos en la montura
del Leviatán, estaba sentada una figura sobre el Leviatán y por ignorancia no
habíamos tomado autoridad y presentado batalla y estábamos como escondidos
debajo de su vestido, esta mujer se describe así: sentada sobre una bestia
escarlata y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas y en su mano un
cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación.
Efectivamente, la potestad más fuerte de la ciudad es la riqueza que ya estaba
representada en una de las cabezas que eran siete pero el pasaje dice que uno
de los 7 es también el octavo que interpretamos, se refiere a la potestad
manifestada en la mujer.
Tomamos autoridad e inmediatamente el Señor nos inspiró a
buscar un estilo de vida que reflejase no a la Iglesia con sus particulares
intereses sino al reino.
Comenzó así la búsqueda, el Espíritu nos esta guiando paso a
paso y mientras tomamos autoridad contra toda oposición toda la semana la
ciudad es ocupada en sus lugares públicos por hermanos que toman contacto con
la necesidad de la gente, oran por ellos y los guían al Señor.
Ya no queremos
llenar el templo de gente, ahora sabemos que nuestra misión es llenar la ciudad
y llenarlo todo del evangelio de CRISTO.
Esa es nuestra razón de ser en la tierra: que el reino de los cielos se extienda desplazando al enemigo y liberando a los que están prisioneros en sus garras.
Tomad la espada del Espíritu, la palabra de Dios.
Dios nos dio la espada del Espíritu: nada iguala su exactitud, poder y alcance.
Oigamos lo que Dios dice, sobre su espada para que no dudemos al tomarla por fe en el poder de Dios.
El Espíritu Santo nos manda: “Tomad el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios.” (Ef. 6,17)
Dios utiliza la espada como figura de su palabra. “Tomen la espada (en griego: mácaira es una espada corta de 15 a 40 cm de largo de ataque para derrotar al enemigo en la lucha frente a frente).
La espada es la única arma ofensiva necesaria, porque es poderosa en Dios para la destrucción de cualquier fortaleza humana, o del maligno. Esta espada nos fue dada por el Espíritu Santo y escrita por los santos hombres de Dios. (2 P. 1,21)
Textualmente dice: “La espada del Espíritu que es palabra de Dios... tomad” “Recibid esa espada del Espíritu, esa palabra específica (esa rhëma que se les está hablando en este tiempo) recibidla mediante toda oración y petición orando en todo tiempo en el Espíritu.” (Ef. 6,18)
El Señor Jesús cuando estaba en la carne, en el desierto ante el tentador, nos dio ejemplo de cómo tomar esta espada: la palabra de Dios, a la cual el maligno no pudo contradecir ni resistir, pues le respondía con la palabra como estaba escrita.
El maligno también citaba la palabra de Dios, pero al decirla la cambiaba, le añadía o quitaba y adulteraba. (Mt. 4,4,7,10)
“El Logos: el Verbo de Dios: la palabra de Dios es viva y eficaz (es Vida, energía divina, precisión y poder, que va en pos del propósito de Dios y es suficiente para cumplir plenamente la obra y el plan de Dios)
La palabra de Dios es viva y eficaz, y más aguda y cortante que cualquier espada de dos filos (macaira) y penetra hasta lo más profundo”
En griego, quiere decir que como espada, entra, atraviesa y llega hasta... y penetra hasta la división del alma y el espíritu hasta donde es imposible discernir al hombre, por que es invisible... imperceptible.
Y penetra hasta partir las coyunturas y los tuétanos (llegando hasta lo más profundo del cuerpo) y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón.” (Heb. 4,12) El Señor Jesús dice: “No crean que he venido para traer paz a la tierra.
No vine a traer paz, sino espada (macaira). (El Señor Jesús usa la espada como figura de la palabra de Dios, diciendo que vino para causar con su palabra una tajante diferencia y división entre los que son del Diablo y los que son de Cristo… un conflicto cósmico entre el reino de las tinieblas y el reino de los cielos)
He venido a poner al hombre contra su padre, a enfrentar, a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra de modo que los enemigos de cada cual serán los de su propia familia.” (Mt. 10,34-36)
Juan vio a Jesús resucitado y glorificado y dice (Ap. 1,16b) “De su boca salía una espada larga y aguda de dos filos” (rompháia en griego, que es diferente a la otra espada corta y liviana: macaira; esta espada, rompháia, espada tracia, larga, pesada, usada para romper, aniquilar y destruir).
Esta gran espada divina representa el instrumento del juicio venidero de Dios. A su regreso el Cristo glorificado viene como un guerrero invencible que lucha y vence con la espada aguzada de su palabra.
Para los infieles, la palabra de Cristo será como espada de dos filos y es usada por Dios como figura legal del poder de la justicia divina que discierne, juzga, hiere y aniquila. “Escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada larga y aguda de dos filos dice…” (Ap. 2,12,16)
Dice Juan: “Vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco; y el que estaba sentado sobre él, (Jesús) era llamado Fiel y Verdadero,el cual en justicia juzga y pelea. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: el Verbo de Dios: la Palabra de Dios.
Y de su boca sale una espada larga, aguda y filosa para herir con ella las naciones…” (Ap. 19,11,13,15 y 21) Dios dice a su pueblo escogido: “El Señor y su Palabra... es tu espada victoriosa: es la espada de tu triunfo.” (Deut. 33,29) Ahora, “muy cerca de ti está la palabra, en tu boca...” (Deut. 30,14) El profeta dice: “El Señor puso mi boca como espada aguda.” (Is. 49,2)
Dios ahora, puso en tu boca su palabra, como espada aguda. Tú, ¡oh hombre de Dios, mujer de Dios! No menosprecies esta arma perfecta que Dios te dio para que pelees la buena batalla de la fe.
La Palabra que sale de la boca de Dios, (su espada) hará lo que Dios quiere, y no volverá a Él vacía, sino cumplirá con el propósito para el cual Dios la envió, y establecerá finalmente el reino de su Cristo en la tierra. (Is. 55:11)
El Señor dice: “Despertaré a los hijos de Sión, (hijos de la sabiduría de Dios revelada) contra los hijos de Grecia, (hijos e hijas de la sabiduría intelectual humana) y levantaré a los hijos de Sión y los pondré y los usaré como espada de valiente” (Zac. 9:13b).
Si tomamos la espada del Espíritu, como nuestra única arma en la lucha espiritual y la aplicamos con respeto, justicia, destreza y precisión,
Dios nos asegura la victoria contra los enemigos de su doctrina y de su iglesia. Y nos profetizó que nos usará como espada de valiente contra toda soberbia y altanería humana que se levanta contra Él y su palabra.
Nosotros, blandimos esta arma poderosa en Dios: la espada del Espíritu, su palabra, para la destrucción de fortalezas que levantan los hombres, derribando con la palabra de Dios, argumentos, opiniones y toda altivez intelectual que se levanta contra el conocimiento de Dios, llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo. (2 Co. 10,4,5)
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Nosotros, blandimos esta arma poderosa en Dios: la espada del Espíritu, su palabra, para la destrucción de fortalezas que levantan los hombres, derribando con la palabra de Dios, argumentos, opiniones y toda altivez intelectual que se levanta contra el conocimiento de Dios, llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo. (2 Co. 10,4,5)
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