miércoles, 5 de agosto de 2015

Venid a mi todos los que estáis fatigados...


DESCANSO PARA EL HOMBRE

 
 
 
 
 




Venid a mi todos los que estáis fatigados y sobrecargados y yo os daré descanso
(Mt 11,28-29)

La fatiga, la sobrecarga, el cansancio, son términos que cualquier persona adulta conoce, porque ¿quién no se ha sentido alguna vez cansado, fatigado o sobrecargado?
 
Cuando oímos la palabra ‘cansancio’ normalmente pensamos inmediatamente en el cansancio físico que es el que más nos suele preocupar y al que más atención le prestamos, en el sentido de que intentamos eliminar o paliar este tipo de cansancio lo más pronto posible.
 
Tampoco le resulta extraño al ser humano el cansancio psíquico, especialmente el mental, en el que incurren los hombres que desarrollan una actividad intelectual más o menos intensa.
 
Pero hay otro tipo de cansancio, que es el más importante porque tiene efectos de mayor relevancia para su vida, ya que son efectos que se proyectan en la vida eterna: es el cansancio espiritual.
 
Cuando el Señor dice “Venid a mi los cansados” (Mt 11,28) no especifica el tipo o clase de cansancio y, por tanto, podemos deducir que es aplicable a todos, aunque especialmente al cansancio espiritual, por la razón ya indicada.

Creo que este versículo del Evangelio de Mateo es especialmente aplicable a la adoración.

De hecho, la experiencia nos enseña que, cuando nos rendimos en adoración ante el Señor, hay un descanso espiritual para el hombre, pero también psíquico y físico.

El hombre siempre ha buscado y continúa buscando el descanso en muchos lugares y de muchas formas, pero sólo hay una fuente verdadera de descanso para su espíritu y está en el Señor.

Quien escribió el Salmo 23 afirma haber encontrado ese descanso cuando dice: “El Señor es mi pastor, nada me falta, por prados de fresca hierba me apacienta y conforta mi alma” (Sal 23,1-2); y en otro salmo escribió su autor: “Vuelve, alma mía, a tu reposo, porque el Señor te ha hecho bien. Ha guardado mi alma de la muerte, mis ojos de las lágrimas, y mis pies de mal paso” (Sal 116,7-8).

La experiencia les lleva en ambos casos a no apartarse del Señor en quien han encontrado descanso y seguridad. Por eso el primero dice: “Aunque pase por valle tenebroso, ningún mal temeré, porque tú vas conmigo; tu vara y tu cayado, ellos me sosiegan” (Sal 23,4).

Y el segundo dice algo parecido: “Caminaré en la presencia de Yahveh por la tierra de los vivos” (Sal 116,9).

Un buen adorador es el que vive sus días en actitud de adoración, mientras busca sin descanso el rostro del Señor y trata de servirle con todas su fuerzas.

Cuando camina de este modo, se mueve dentro de un área fija de descanso, como corresponde a quien ha escuchado la llamada con la que el Señor invita a todos los hombres: “Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mt 11,29).

Este descanso es anticipo de lo que será, en un plano superior, el descanso definitivo y eterno que tendrá lugar en el cielo, para aquellos que mueren en el Señor: “Oí una voz que decía desde el cielo: ‘Escribe: Dichosos los muertos que mueren en el Señor. Desde ahora sí –dice el Espíritu-, que descansen de sus fatigas, porque sus obras los acompañan’”” (Ap 14,13).

El descanso parcial es para los adoradores de la tierra, mientras el definitivo está reservado a los adoradores del cielo.

Palabra profética

·         Una vez más, hijos míos, os invito a descansar en mi, a venir a mi. Te invito a ti, que andas cojo porque no crees en mi palabra; a ti, que estás ciego porque te falta fe; a ti, que tienes los oídos cerrados a mi voz; y a ti, que crees que no me necesitas porque tienes otras seguridades. Yo os amo y quiero lo mejor para vosotros.

·       Venid a mí. descansad en mí los que estáis sufriendo. los que estáis cansados. los que dudáis. los que estáis apáticos. Venid a mí, en mi encontraréis el descanso, la paz, la alegría, el gozo. Mí corazón os espera a todos, mi corazón os acoge a todos. mi amor quiere envolveros a todos. Venid a Mí.

1 comentario:

  1. Una vez más, hijos míos, os invito a descansar en mi, a venir a mi. Te invito a ti, que andas cojo porque no crees en mi palabra; a ti, que estás ciego porque te falta fe; a ti, que tienes los oídos cerrados a mi voz; y a ti, que crees que no me necesitas porque tienes otras seguridades. Yo os amo y quiero lo mejor para vosotros.


    · Venid a mí. descansad en mí los que estáis sufriendo. los que estáis cansados. los que dudáis. los que estáis apáticos. Venid a mí, en mi encontraréis el descanso, la paz, la alegría, el gozo. Mí corazón os espera a todos, mi corazón os acoge a todos. mi amor quiere envolveros a todos. Venid a Mí.

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