sábado, 1 de agosto de 2015

El discipulado


La práctica del discipulado:

 
 
 
 



La comunidad posee como principio, preparar a las personas en el terreno, en la fragua, en la batalla, no separado del pueblo y las necesidades.

 

Significado de la palabra discípulo:

 

Persona que aprende una doctrina del maestro a cuya dirección se entrega. (Sinónimos: seguidor, aprendiz).

 

Discípulo es aquel que se somete a la disciplina del aprendizaje.

 

El alumno aprende una enseñanza. El discípulo aprende una vida.

Una de las verdades que se hizo clara, y que fue el germen de la práctica del discipulado, fue la cualidad de todos los seres vivos de reproducirse según su género.

 

Transmitido esto a lo espiritual, llegamos a la conclusión que Dios espera de cada creyente que se reproduzca o multiplique en otros.

 

La formación de los doce discípulos en el ministerio de Jesús cumple una función tan importante como su predicación a las multitudes y aún los milagros. Su agonía por los doce la observamos en su oración magistral.

 

De la misma manera que toda la familia humana, tiene la facultad de reproducirse, cuidar y críar a sus hijos hasta que sean hombres, cada miembro de la comunidad tiene que creer por los que Dios ha puesto a su lado.

 

Debe sembrar la semilla del servicio, debe creer que de allí Dios puede escoger siervos y siervas de Dios.

 

Nadie tiene toda la enseñanza que un hijo necesita, para eso existen escuelas y maestros.
 
 
Dios también ha puesto en la Iglesia, maestros y apóstoles que enseñan, confirman y animan, pero esto no exime a ninguno de creer por los que están a su lado.


Es la gran responsabilidad descubrir entre los que esta a tu lado, aquellas vidas sobre las cuales está el dedo de Dios, y brindar todas las oportunidades para que alcancen el propósito para el cual el Señor la llamó.

 

Algunos han tenido problemas con este punto. Alguien dijo: "...traté de practicarle y me cargué de mil problemas..." Jesús, en un momento, también se cansó (Mateo 17,14 al 21), pero continuó discipulando, y gracias a eso, el evangelio se afirmó, creció y llegó hasta nosotros.

 

¿Por qué discipular?

 

a) Porque es mandato de Jesús (Mateo 28,16 al 20).

 

b) Porque sus discípulos lo hicieron (Hechos 14,21).

 

c) Porque es la forma de multiplicación establecida desde la fundación del mundo (Génesis 1,28).

 

d) Porque si no se forman discípulos, la obra está condenada a estancarse. Si en esta hora asumimos a la responsabilidad que tenemos, en formar a aquellas personas que Dios puso a nuestro lado, habrá un ensanche y crecimiento muy grande de la obra de Dios.

 

Hay diversas categorías de discípulos. Los tres, los doce, los setenta, los cientoveinte, los quinientos y la multitud. Todos eran discípulos, pero había doce que estaban con él.

 

Son los que dijeron: «...nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido...» (Mateo 19:27).
 
 
 
Estos son aquellos que hoy en día, vienen y nos dicen: ".estoy dispuesto a dejar todo para servir al Señor..."

 

A veces no se sabe bien que decirles, y en algunos casos, por no actuar bien, ha habido problemas.

 

Hay cuatro requisitos fundamentales que se tienen que cumplir en alguien que está dispuesto a dar ese paso:

 

a) Debe tener un llamado. Si no lo tiene, no soportará la disciplina y será un tropiezo.

 

b) Debe tener buen testimonio de vida.. Traerlo para sacarlo del mundo no funciona. Si no puede ser buen cristiano, tampoco será un buen discípulo.

 

c) Debe ser fiel a la Iglesia y a los responsables. Si ha de someterse a la disciplina de un discipulador, debe quererlo, respetarlo y serle fiel.

 

d) Debe invertir todo y hacerse útil. El que no puede poner al Señor en primer lugar y hacerse útil, no sirve para un servicio mayor.

 

¿Donde vive el discípulo?

 

El discípulo entra a un lugar en donde lo primero es la obra de Dios. Deja de ser un espectador para luchar desde adentro para el crecimiento de la obra.

 

Empieza a compartir con su maestro la tarea diaria, las alegrías y los sufrimientos. Aprende la vida de fe. Aprende a buscar la guía del Espíritu Santo, y tiene la oportunidad de aprender no solo lecciones teóricas, sino la vida en forma bien práctica.

 

¿Que hace el discípulo?

 

El servicio del discípulo.

 

El discípulo no viene para ser servido, sino para servir. Abundan en la Biblia, ejemplos de esto. Desde Josué «...pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor...» (Exodo 33,11), hasta Jesús y sus discípulos. Sus tareas van desde lo material y doméstico, hasta lo espiritual.

 

Si la comunidad es pequeña debe colaborar como todo hijo en las tareas de la casa.

 

Si la comunidad es grande, discípulos y discípulas colaboran por igual conforme a la necesidad, y sin tenerle miedo al servicio personal.

 

El discípulo debe aprender a servir y colaborar en todas las cosas y de esta forma estar preparado para toda buena obra. En todo momento no debe constituir una carga sino una ayuda.

 

A través de discípulos fieles, está la posibilidad de ampliar muchísimo la obra.

 

Los discípulos colaboran en escuelas para niños, tareas evangelísticas, tareas con la juventud, visitación a enfermos y necesitados y toda otra tarea espiritual y/o material que la comunidad emprenda.

 

La disciplina y el crecimiento del discípulo.

 

No puede haber discipulado sin disciplina. Lo primero que tiene que aprender un discípulo es someter su voluntad. Sin un actitud obediente de alma, no existe discipulado.

 

El éxito de un ministerio consiste en haber obedecido a un llamado y en haber hecho la voluntad de Dios. El discípulo de éxito es aquel que tiene una actitud sumisa al que lo instruye, porque mañana no tendrá problemas en tener la misma actitud hacia todo lo que Dios le guíe. Jesús dijo: «...vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando...» (San Juan 15,14).

 

Un semillero.

 

El semillero es aquella porción chica y bien protegida de tierra donde el agricultor siembra las semillas, que al germinar y crecer serán los plantines que estarán listos para ser puestos en los surcos.

 

Este es un ejemplo para apreciar lo que es el discipulado. Los discípulos se van formando al calor y abrigo de la comunidad.

 

El tiempo de todos no es el mismo. Es como el trabajo de un artesano, pieza por pieza. Cuando están listos van saliendo al campo misionero. Algunos irán a obras nuevas, otros a cubrir distintas necesidades. Lo importante es que el semillero no se vacíe para que siempre haya discípulos en la obra del Señor.

 

5) El sentido de cuerpo:

 

Queremos ser una comunidad de siervos del Señor, que con una visión en su alma, se unen, para caminar juntos en este camino de fe, como un cuerpo, una familia, como ministerios interdependientes, marchando unidos en la conquista.

 

Respeto y apoyo recíproco de los ministerios.

 

Desde el principio se ha enseñado a respetar a los compañeros en la obra, considerando a cada uno compañero y amigo, sea grande o chiquito.

 

Se nos ha enseñado a apoyarnos mutuamente.  

 

1 comentario:

  1. Empieza a compartir con su maestro la tarea diaria, las alegrías y los sufrimientos. Aprende la vida de fe. Aprende a buscar la guía del Espíritu Santo, y tiene la oportunidad de aprender no solo lecciones teóricas, sino la vida en forma bien práctica.

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