Cómo orar a través de la
Biblia
Las Escrituras fueron escritas
por personas que sintieron los mismos deseos y desalientos que enfrentamos
nosotros.
Ellos también desmayaron a veces debido a sus circunstancias. Sabían
lo que era clamar a un Dios silente, llegar al final de sus fuerzas y sentir
que sus emociones se descontrolaban.
No obstante, las personas de la Biblia son
importantes para nosotros porque vivieron lo suficiente como para recuperar su
gozo y confianza en Dios.
Cuando luchamos con nuestros propios temores y decepciones, podemos
renovar nuestras esperanzas si usamos sus pensamientos para encaminar nuestros
propios corazones y oraciones.
El Salmo 42 es un buen ejemplo. Con el alma
sedienta y abatida, el autor clamó al Señor y expresó las honestas emociones de
su corazón hasta que descubrió de nuevo las verdades que había olvidado.
Primero citaremos un versículo y luego mostraremos cómo podrías orar en
base de lo que dice el versículo:
«Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por
ti, oh Dios, el alma mía.
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿cuándo
vendré, y me presentaré delante de Dios?» (Sal. 42:1,2).
Señor, esas palabras
expresan lo vacío que me siento. Me siento tan seco, agotado y débil de tanto
correr. Ya no tengo fuerzas.
No sé cuánto más pueda soportar. Si no me ayudas
no llegaré hasta el final.
Sé que un día compareceré delante de Ti, pero anhelo escucharte ahora.
¿Qué quieres de mí? ¿Qué quieres que haga? «Fueron mis lágrimas mi pan de día y
de noche, mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?» (v.3).
Padre, me pregunto dónde estás y por qué no me ayudas.
He confiado tan
abiertamente en Ti en el pasado.
Sin embargo, ahora me siento avergonzado
delante de aquellos que me han escuchado hablar acerca de lo fiel y confiable
que eres. «... yo fui con la multitud ... entre voces de alegría y de alabanza
del pueblo en fiesta» (v.4).
¡Las cosas eran tan distintas!, Señor. Solía disfrutar de ti en la
presencia de tu pueblo.
Nos reíamos y orábamos juntos. Sin embargo, ahora me
siento solo. ¡Aquellos tiempos de gozo parecen tan lejanos!«?Por qué te abates,
oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de
alabarle...» (v.5).
Sí Padre, sé que no todo es como parece.
Al escuchar mi propia queja
sé, en lo más profundo de mi ser, que todavía puedo confiar en Ti.
Sé que lo
correcto es no darte la espalda. Como el salmista, hasta creo que en tu
sabiduría, y en el momento preciso, me ayudarás.
Sé que volveré a reír, sé que
llegará el día en que te alabaré. Oh, Señor, ¡cuánto anhelo ese día! «Pero de
día mandará Jehová su misericordia, y de noche su cántico estará conmigo, y mi
oración al Dios de mi vida» (v.8).
Creo que llegará el día en que de nuevo me dejarás experimentar tu
misericordia. Creo que una vez más me darás cánticos en la noche. «Diré a Dios:
Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí? ¿Por qué andaré yo enlutado por la
opresión del enemigo?» (v.9).
No obstante, Padre, aunque sé que me ayudarás, mis temores siguen
regresando como regresan las olas. A pesar de mi fe en Ti, a pesar de que sé
que eres mi roca y mi refugio, sigo sintiéndome olvidado y solo.
¿Por qué
tienes que permitir que yo, tu hijo, pase mi tiempo enlutado en lugar de
alabándote? «?Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío» (v.11).
Sí, te alabaré, Señor. Tú eres mi única esperanza. Te alabo por tu
bondad. Perdóname por dudar de Ti. Te esperaré. ¡Esperaré que restaures mi
gozo!
Tu próxima oración
Es momento de actuar. Pídele a Dios que te ayude a tomar la decisión de
quitar esas piedras del camino, superar esos obstáculos, y comenzar a orar como
te gustaría hacerlo. Los puritanos decían: «Ora hasta que ores.»
Sigue orando.
Pronto orarás con una confianza renovada.
Por otro lado, podría ser que necesites empezar con el paso más básico
de todos. Tal vez al leer este librito has sentido que no estás seguro de tener
una relación personal con Dios.
Sabes que eres pecador (Ro. 3,23), pero también
necesitas saber esto: No te puedes salvar a ti mismo (Ef. 2:8,9).
Jesús, el Hijo de Dios impecable, vivió la vida perfecta que nosotros
nunca podríamos vivir (1 P. 2,22).
Jesús murió en la cruz para pagar la pena por todos nuestros pecados (1
Co. 15,3,4).
La resurrección de Cristo es una prueba de que su sacrificio fue
aceptable a Dios (Ap. 1,4-6).
Recibimos al Señor como Salvador por fe (Jn. 3,16).
Pídele a Dios que te salve de la pena que mereces por tus propios
pecados.
Confía en Él para que te rescate. Descubrirás que esta petición será
la oración más importante que puedas hacer jamás.
Es esta oración de salvación
la que proporciona un cimiento inconmovible para todas las demás oraciones que
ofrecerás a Dios.
Pasajes Biblicos Para Orar cuando:
Estés en peligro: Salmo 91
Estés deprimido: Salmo 34, 139
Estés preocupado: Filipenses 4
Enfrentes una crisis: Salmo 121
Estés desalentado: Salmo 23, 42; Isaias 40
Te sientas tentado: Salmo 1; 1 Corintios 10
Te sientas solo: Salmo 27
Necesites valor: Josué 1
Busques perdón: Salmo 32, 51
Tengas dudas: Hebreos 11
Necesites serenidad: Romanos 8; 1 Juan 5
Estés agradecido: Salmo 136
Estés gozoso: Salmo 100
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