miércoles, 16 de septiembre de 2015

MARCOS LA IGLESIA LE DEBE TANTO

VER VIDEO
https://youtu.be/5zdxJCXaPUE


 

Biografía

Marcos Witt.JPG
Jonathan Mark Witt Holder es el segundo de 8 hijos del matrimonio de Jerry Witt y Nola Holder, jóvenes misioneros estadounidenses, quienes en ese mismo año de 1962 se trasladaron a Durango, México en donde iniciaron una obra misionera. La misma, habiendo quedado inconclusa al poco tiempo debido a la trágica muerte de su padre Jerry Witt, continúa hoy en día siendo atendida por su madre Nola Holder. Su padre, Jerry Witt, falleció cuando Marcos cumplió los 2 años de edad.

Su madre, Nola Holder, contrajo segundas nupcias años después con Francisco Warren, misionero estadounidense que continuó la visión misionera de su difunto esposo.

Se quedó en Durango para fundar y desarrollar nuevas congregaciones y para acompañar a Nola. Lorena y Nolita Warren Holder nacieron años después de este segundo matrimonio.

Francisco Warren fue quien asumió el rol de padre adoptivo e inculcó en el pequeño Marcos el estilo de vida del cristianismo. De joven, Marcos fue designado como ministro y líder musical en una congregación cristiana de San Antonio y, tras realizar estudios básicos en el American School of Durango, México, estudió música en la Universidad Juárez de Durango. Paralelamente inició sus estudios de Teología en el Institute Bible College de la ciudad de San Antonio, Texas.

Luego avanzó en su preparación musical y ministerial en la Universidad de Nebraska y en un conservatorio privado.

En 1986 se casó con la canadiense Miriam Lee (n. 1963-), con quien tiene cuatro hijos: Elena Jannette (1987), Jonathan David (1990), Kristofer Marcos (1991) y Carlos Franklin (1994).

En 2014 tuvo un Accidente Que Lo dejo sin voz por 6 meses.

En su concierto en el Chaco de febrero de 2015 dijo que se habia recuperado y que fue gracias a Dios. Dijo Que Dios Sigue Siendo Dios Siempre y Presento

Su Ultimo album Actualmente "Sigues Siendo Dios".

Carrera

Marcos Witt fundó en el año de 1987 el Grupo CanZion, llamado en un principio: CanZion Producciones, una empresa mexicana productora de música cristiana moderna en español.

Su primer disco Canción a Dios, producido en 1986, interpretado por él mismo, marca el inicio formal de su carrera musical, un año más tarde ganaría su primer reconocimiento en toda su historia musical: como vocalista masculino del año en los Premios AMCL de 1987; pero fue en 1991 con el Disco Proyecto AA que proyectó su música al ámbito internacional (entre algunas canciones se destaca «Renuévame», ganadora como composición del año 1992 en los Premios AMCL.

Además de CanZion Producciones, Marcos fundó otras empresas como Pulso Records y Más Que Música. También es fundador del Instituto CanZion, que iniciara en 1994 como CCDMAC (Centro de Capacitaciones y Dinámicas Musicales, A.C.). El Instituto CanZion es una escuela de música que tiene como fin formar líderes de alabanza en todo el mundo, actualmente cuenta con más de 79 escuelas en América, Europa y África. En el área de literatura, Marcos ha escrito a la fecha 10 libros en español, uno de ellos traducido también al inglés. Despues en el 2000 Argentina se convierte en el país elegido para construir el Instituto CanZion Fuera de Mexico.

Durante su carrera ha realizado numerosos conciertos, como la celebración nocturna en Ciudad de México (llamado "Homenaje a Jesús" en el Estadio Azteca de la ciudad antes mencionada) y en otros lugares de Latinoamérica.

A partir del 15 de septiembre de 2002, Marcos pasó a ser líder de la comunidad hispana de la Iglesia Lakewood.[2] También ha ganado premios como Gente (en 2001) por Ritmo Latino y el Grammy Latino (en septiembre de 2003, 2004, noviembre de 2006 y 2007) por mejor álbum de música cristiana en español).
El 15 de noviembre del 2006 fue declarado Visita Ilustre de la ciudad de Rancagua (Chile), por el alcalde de la ciudad, Carlos Arellano Baeza.

El 19 de octubre de 2009, fue declarado "Visitante Ilustre" en la ciudad de Neuquén, Argentina, por el Gobernador de la provincia, Jorge Sapag.

El 11 de diciembre de ese mismo año fue declarado "Visitante distinguido" de la Ciudad de Tuxtepec, Oax., Méx. durante el concierto No. 92 del año, por el Presidente Municipal Lic. Gustavo Pacheco Villaseñor.

El 26 de junio de 2010 fue declarado "Visitante Distinguido" de la ciudad de Boca del Río, Ver., Méx. durante el concierto realizado en dicha ciudad, por el alcalde lic. Miguel Ángel Yunes Márquez y el 1º de diciembre de 2010 fue declarado "Hijo Distinguido" de la ciudad de Santiago de los Caballeros, República Dominicana.

A lo largo de su trayectoria Marcos Witt ha sido distinguido en ciudades de El Salvador; Argentina; Panamá; Viña del Mar, Chile; Belo Horizonte, Brasil; Torreón Coahuila; Monterrey; Nuevo León, México; Talcahuano, Chile; Cali, Colombia, Tegucigalpa y Guatemala, con las «Llaves de la Ciudad».

A pesar de que Marcos Witt no es un actor de doblaje profesional prestó su voz en la serie de televisión Angels Wars

«¿Con quién, pues, compararé a los hombres de esta generación?»

Contemplar el Evangelio de hoy


Día litúrgico: Miércoles XXIV del tiempo ordinario



Texto del Evangelio (Lc 7,31-35): En aquel tiempo, el Señor dijo: «¿Con quién, pues, compararé a los hombres de esta generación? Y

 ¿a quién se parecen? Se parecen a los chiquillos que están sentados en la plaza y se gritan unos a otros diciendo: ‘Os hemos tocado la flauta, y no habéis bailado, os hemos entonando endechas, y no habéis llorado’.

Porque ha venido Juan el Bautista, que no comía pan ni bebía vino, y decís: ‘Demonio tiene’.

Ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: ‘Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores’. Y la Sabiduría se ha acreditado por todos sus hijos».


Hoy, Jesús constata la dureza de corazón de la gente de su tiempo, al menos de los fariseos, que están tan seguros de sí mismos que no hay quien les convierta. No se inmutan ni delante de Juan el Bautista, «que no comía pan ni bebía vino» (Lc 7,33), y le acusaban de tener un demonio; ni tampoco se inmutan ante el Hijo del hombre, «que come y bebe», y le acusan de “comilón” y “borracho”, es más, de ser «amigo de publicanos y pecadores» (Lc 7,34).

Detrás de estas acusaciones se esconden su orgullo y soberbia: nadie les ha de dar lecciones; no aceptan a Dios, sino que se hacen su Dios, un Dios que no les mueva de sus comodidades, privilegios e intereses.

Nosotros también tenemos este peligro. ¡Cuántas veces lo criticamos todo: si la Iglesia dice eso, porque dice aquello, si dice lo contrario...; y lo mismo podríamos criticar refiriéndonos a Dios o a los demás.

En el fondo, quizá inconscientemente, queremos justificar nuestra pereza y falta de deseo de una verdadera conversión, justificar nuestra comodidad y falta de docilidad. Dice san Bernardo: «¿Qué más lógico que no ver las propias llagas, especialmente si uno las ha tapado con el fin de no poderlas ver?

De esto se sigue que, ulteriormente, aunque se las descubra otro, defienda con tozudez que no son llagas, dejando que su corazón se abandone a palabras engañosas».

Hemos de dejar que la Palabra de Dios llegue a nuestro corazón y nos convierta, dejar cambiarnos, transformarnos con su fuerza.

Pero para eso hemos de pedir el don de la humildad. Solamente el humilde puede aceptar a Dios, y, por tanto, dejar que se acerque a nosotros, que como “publicanos” y “pecadores” necesitamos que nos cure.

¡Ay de aquél que crea que no necesita al médico! Lo peor para un enfermo es creerse que está bueno, porque entonces el mal avanzará y nunca pondrá remedio.

Todos estamos enfermos de muerte, y solamente Cristo nos puede salvar, tanto si somos conscientes de ello como si no. ¡Demos gracias al Salvador, acogiéndolo como tal!

Mentes Llenas de las Promesas Divinas

Mentes Llenas de las Promesas Divinas

Con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. (Romanos 10,10).



 


Según este pasaje, hay algo que creer y también algo que confesar.

El corazón debe aceptar primero la verdad como es en Jesús. Este es el fundamento de la verdadera religión.

La convicción de pecado comienza entonces a hacerse sentir; el alma enferma de pecado, siente su necesidad de un médico y viene a Jesús de Nazaret en busca de perdón. Alistándose en la guerra contra el enemigo, mira a Jesús en busca de fortaleza para resistir la tentación.

Persevera velando en oración y escudriña las Escrituras. Las verdades de la Biblia se ven iluminadas por una luz nueva e intensamente interesante, y el Espíritu de Dios le revela su solemne importancia. Estudia la vida de Cristo, y mientras más claramente discierne la pureza inmaculada del carácter del Salvador, menos confianza tiene en su propia justicia; mientras más de cerca y con mayor perseverancia fija su atención en Jesús, menos perfección descubre en sí mismo.

Su justicia propia desaparece, y cae, impoten! te y quebrantado, sobre la roca que es Cristo Jesús.

El tentador podrá acosarlo, y ocasionalmente puede sentir desánimo y ser tentado a pensar que Dios no lo aceptará; pero, aceptando implícitamente la Palabra de Dios, y rogando que se cumplan sus seguras promesas, se abre paso a través de las tinieblas hasta salir a la clara luz del amor de Cristo.
“Con la boca se confiesa para salvación”.

Si en verdad el corazón es el depósito de la gracia y el amor de Cristo, estos atributos serán expresados en las palabras y la conducta. El individuo se sentirá constantemente atraído a Cristo.

Todos seremos probados; por esto necesitamos la gracia divina, una sólida fe y principios religiosos. Los labios deben ser santificados, para que las palabras pronunciadas sean pocas y bien escogidas.

A menudo, los cristianos profesos hacen recaer sobre sí mismos profunda debilidad espiritual, al concentrar su atención en sus pruebas y quejas.

No sólo sus pruebas se magnifican con cada repetición, sino que al permitirse transgredir en este punto particular, se separan inevitablemente de Jesús.

Satanás procura atraer su atención hacia ellos mismos, y hacerlos aceptar la idea de que no son apreciados.

Comienzan a autocompadecerse y simpatizar consigo mismos, y a perder su confianza en Jesús.

Como resultado, caminan separados de Aquel que los invita a echar sus cargas sobre él.

A los tales deseamos decir: repase lo que Dios ha hecho por usted. Dígale a Satanás que usted no confía en su propia justicia, sino en la de Cristo.

Mantenga su mente llena de las preciosas promesas que se hallan en la Biblia, y cuando Satanás venga contra usted con sus numerosos ataques, esgrima contra él el arma que ha provisto la palabra de Dios: “Así esta escrito”.

Esto quebrantará su poder y le concederá a usted la victoria

martes, 15 de septiembre de 2015

Nunca antes hemos visto algo como esto

Detienen a un adolescente de 15 años sospechado de querer atentar contra el Papa en EE.UU.
                                                                              



      
 

El FBI arrestó a un adolescente de 15 años en las afueras de Filadelfia el mes pasado sospechado de planear un ataque inspirado en el Estado Islámico contra el Papa Francisco, que estará la semana próxima en Estados Unidos, informaron fuentes locales.
El caso, citado hoy por la cadena ABC News, subraya la efectividad de la organización terrorista islámica ISIS para radicalizar a jóvenes a través del uso de las redes sociales

"El menor había sido inspirado por el Estado Islámico y planeaba llevar a cabo un ataque a través del uso de armas de fuego y múltiples explosivos, tomando como blanco a un alto dignatario extranjero", indicó una fuente del FBI.

La visita del papa Francisco a Estados Unidos, especialmente en Nueva York donde tendrá una frenética agenda que coincide con la llegada de 170 líderes para la Asamblea General de la ONU, supone un desafío de seguridad inédito para las autoridades.

Los servicios secretos estadounidenses serán los responsables en primer lugar de la seguridad del Papa durante su estadía en el país entre el 22 y 27 de septiembre próximos, con escalas en Washington, Nueva York y Filadelfia.

Además de sus visitas a la Casa Blanca y el Congreso en Washington o la sede de Naciones Unidas en Nueva York, el Papa tiene previstas misas multitudinarias en las tres ciudades, la última de ellas en Filadelfia al aire libre y con una concurrencia estimada por los organizadores en dos millones de personas.

En Nueva York, donde el sumo pontífice estará el jueves 24 a la tarde y todo el viernes 25, las autoridades no dudaron en calificar al evento como "el desafío en materia de seguridad más grande que jamás haya enfrentado el departamento de policía de la ciudad", según las palabras del jefe de la fuerza Bill Bratton.

El alcalde Bill de Blasio coincidió: "Nunca antes hemos visto algo como esto", al referirse a la visita del Papa y la presencia de 170 líderes mundiales para la Asamblea General de la ONU a partir del 25 y hasta el 6 de octubre.


 

MUY BELLO

VER VIDEO

Confiar en Jesús misericordioso

Mensaje del Papa por la XXIV Jornada Mundial del Enfermo
 
 
 
“Confiar en Jesús misericordioso como María; hagan lo que Él les diga”, es el título del Mensaje del Santo Padre para la XXIV Jornada Mundial del Enfermo (11 de febrero, memoria litúrgica de Nuestra Señora de Lourdes)


Este año la Jornada se celebrará solemnemente en Tierra Santa y el Papa, con ese motivo, reflexiona sobre el relato evangélico de las bodas de Caná, recordando que la enfermedad, sobre todo la grave, pone en crisis la existencia humana y trae consigo interrogantes que excavan en lo más profundo de la persona.
“Confiar en Jesús misericordioso como María; hagan lo que Él les diga”, es el título del Mensaje del Santo Padre para la XXIV Jornada Mundial del Enfermo (11 de febrero, memoria litúrgica de Nuestra Señora de Lourdes)
 
Este año la Jornada se celebrará solemnemente en Tierra Santa y el Papa, con ese motivo, reflexiona sobre el relato evangélico de las bodas de Caná, recordando que la enfermedad, sobre todo la grave, pone en crisis la existencia humana y trae consigo interrogantes que excavan en lo más profundo de la persona.

En el Mensaje, -fechado hoy, 15 de setiembre de 2015 memoria de la Bienaventurada Virgen María Dolorosa- el Papa explica que en Caná “se perfilan los rasgos característicos de Jesús y de su misión”. Y añade que la petición de María “hizo surgir no sólo el poder mesiánico de Jesús, sino también su misericordia”. En la “solicitud de María se refleja la ternura de Dios”.

El Mensaje del Santo Padre señala que para nuestros seres queridos que sufren debido a la enfermedad pedimos en primer lugar la salud, pero el amor animado por la fe “hace que pidamos para ellos algo más grande que la salud física: pedimos una paz, una serenidad de la vida que parte del corazón y que es don de Dios, fruto del Espíritu Santo que el Padre no niega nunca a los que le piden con confianza”.

De este modo, el Pontífice invita en su Mensaje a que en esta Jornada Mundial del Enfermo pidamos a Jesús misericordioso “que conceda a todos nosotros esta disponibilidad al servicio de los necesitados, y concretamente de nuestros hermanos y de nuestras hermanas enfermas”.
 
Y aunque este servicio puede resultar fatigoso, pesado, “estamos seguros que el Señor no dejará de transformar nuestro esfuerzo humano en algo divino”.
 
Por eso recuerda que también nosotros “podemos ser manos, brazos, corazones que ayudan a Dios a realizar sus prodigios, con frecuencia escondidos”, “podemos ofrecer nuestras fatigas y sufrimientos como el agua que llenó las tinajas en las bodas de Caná y fue transformada en el vino más bueno”.

Asimismo, el Santo Padre pide que “cada hospital o cada estructura de sanación sea signo visible y lugar para promover la cultura del encuentro y de la paz, donde la experiencia de la enfermedad y del sufrimiento, así como también la ayuda profesional y fraterna, contribuyan a superar todo límite y toda división”.

La enfermedad, especialmente aquella grave, recuerda el Papa, “pone siempre en crisis la existencia humana y trae consigo interrogantes que excavan en lo íntimo”.

En estas situaciones, precisa, “por un lado la fe en Dios es puesta a la prueba, pero al mismo tiempo revela toda su potencialidad positiva”.
 
La fe “ofrece una clave con la cual podemos descubrir el sentido más profundo de lo que estamos viviendo; una clave que nos ayuda a ver de qué modo la enfermedad puede ser el camino para llegar a una cercanía más estrecha con Jesús, que camina a nuestro lado, cargando la Cruz”, asegura el Pontífice. Y esta clave “nos la proporciona su Madre, María, experta de este camino”.

Tal y como recuerda el Santo Padre, en las bodas de Caná, “María es la mujer atenta que se da cuenta de un problema muy importante para los esposos”.

María -recuerda- descubre la dificultad, en cierto sentido la hace suya y, con discreción, actúa rápidamente.
 
De este modo, el Santo Padre se pregunta en el Mensaje “¿Qué enseñanza podemos obtener del misterio de las bodas de Caná para la Jornada Mundial del Enfermo?”

Así, explica que “el banquete de bodas de Caná es un icono de la Iglesia”: en el centro está Jesús misericordioso que realiza la señal; a su alrededor están los discípulos, las primicias de la nueva comunidad; y cerca a Jesús y a sus discípulos, está María, Madre previdente y orante. María “participa en el gozo de la gente común y contribuye a aumentarla; intercede ante su Hijo por el bien de los esposos y de todos los invitados”, asegura el Pontífice. Y Jesús -añade- no rechazó la petición de su Madre.

Al respecto, el Santo Padre recuerda que tenemos una Madre que “tiene sus ojos atentos y buenos”, “su corazón materno está lleno de misericordia, las manos que quieren ayudar”.
Y esto, explica Francisco, “nos llena de confianza y hace que nos abramos a la gracia y a la misericordia de Cristo”. Del mismo modo, afirma que “María es la Madre ‘consolada’ que consuela a sus hijos”.

A propósito de los “sirvientes” que reciben de María la indicación, el Papa indica que estos personajes anónimos del Evangelio nos enseñan mucho.
 
Porque no sólo obedecen, “sino que obedecen generosamente”. Si sabemos seguir la voz que dice ‘Hagan lo que Él les diga’, Jesús transformará siempre el agua de nuestra vida en vino apreciado.

Finalmente, pide para todos los que están al servicio de los enfermos y de los que sufren, “que sean animados por el espíritu de María, Madre de la Misericordia”.+
Texto completo del mensaje

MUY ILUSTRATIVO

VER VIDEO

SOS ESPECIAL

VER VIDEO
 
 

Una espada te atravesará el alma

Contemplar el Evangelio de hoy

Nuestra Señora de los Dolores

 

Texto del Evangelio (Lc 2,33-35): En aquel tiempo, el padre de Jesús y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones».
 
 
Hoy, en la fiesta de Nuestra Señora, la Virgen de los Dolores, escuchamos unas palabras punzantes en boca del anciano Simeón: «¡Y a ti misma una espada te atravesará el alma!» (Lc 2,35).
 
Afirmación que, en su contexto, no apunta únicamente a la pasión de Jesucristo, sino a su ministerio, que provocará una división en el pueblo de Israel, y por lo tanto un dolor interno en María.
 
A lo largo de la vida pública de Jesús, María experimentó el sufrimiento por el hecho de ver a Jesús rechazado por las autoridades del pueblo y amenazado de muerte.

María, como todo discípulo de Jesús, ha de aprender a situar las relaciones familiares en otro contexto. También Ella, por causa del Evangelio, tiene que dejar al Hijo (cf. Mt 19,29), y ha de aprender a no valorar a Cristo según la carne, aun cuando había nacido de Ella según la carne.
 
También Ella ha de crucificar su carne (cf. Ga 5,24) para poder ir transformándose a imagen de Jesucristo. Pero el momento fuerte del sufrimiento de María, en el que Ella vive más intensamente la cruz es el momento de la crucifixión y la muerte de Jesús.

También en el dolor, María es el modelo de perseverancia en la doctrina evangélica al participar en los sufrimientos de Cristo con paciencia (cf. Regla de san Benito, Prólogo 50).
 
Así ha sido durante toda su vida, y, sobre todo, en el momento del Calvario. De esta manera, María se convierte en figura y modelo para todo cristiano. Por haber estado estrechamente unida a la muerte de Cristo, también está unida a su resurrección (cf. Rm 6,5).
 
La perseverancia de María en el dolor, realizando la voluntad del Padre, le proporciona una nueva irradiación en bien de la Iglesia y de la Humanidad. María nos precede en el camino de la fe y del seguimiento de Cristo.
 
Cuánto admiramos a la Virgen dolorosa por haber sufrido como sufrió, por haber amado como amó. ¡Cómo quisiéramos ser como Ella!                 












Y el Espíritu Santo nos conduce a nosotros a participar con Ella en esta gran aventura.

María, la Virgen dolorosa
 
El dolor, desde que entró el pecado en el mundo, se ha aficionado a nosotros. Es compañero inseparable de nuestro peregrinar por esta vida terrena. Antes o después aparece por el camino de nuestra existencia y se pone a nuestro lado. Tarde o temprano toca a nuestras puertas. Y no nos pide permiso para pasar. Entra y sale como si fuese uno más de casa.

El sufrimiento parece que se aficiona a algunas personas de un modo especial. La vida de la Santísima Virgen estuvo profundamente marcada por el dolor. Dios quiso probar a su Madre, nuestra Madre, en el crisol del sacrificio. Y la probó como a pocos. María padeció mucho. Pero fue capaz de hacerlo con entereza y con amor. Ella es para nosotros un precioso ejemplo también ante el dolor. Sí, Ella es la Virgen dolorosa.

Asomémonos de nuevo a la vida de María. Descubramos y repasemos algunos de sus padecimientos. Y sobre todo, apreciemos detrás de cada sufrimiento el amor que le permitió vivirlos como lo hizo.

El dolor ante las palabras de Simeón.

El anciano profeta no le predijo grandes alegrías y consuelos a nivel humano. Al contrario: “este niño será puesto como signo de contradicción, -le aseguró-. Y a ti una espada de dolor te atravesará el alma”.
María, a esas alturas, sabía de sobra que todo lo que se le dijese con relación a su Hijo iba muy en serio. Ya bastantes signos había tenido que admirar y no pocos acontecimientos asombrosos se habían verificado, como para tomarse a la ligera las palabras inspiradas del sabio Simeón.

Seguramente María tuvo esa sensación que nos asalta cuando se nos pronostica algo que nos va a costar horrores. Como cuando nos anuncian un sufrimiento, un dolor, una enfermedad terrible, o la muerte cercana... Algo similar debió sentir María ante semejantes presagios.

Pero en su corazón no acampó la desconfianza, el desasosiego, la desesperación. En lo profundo de su alma seguía reinando la paz y la confianza en Dios. Y en su interior volvería a resonar con fuerza y seguridad el fiat aquel lleno de amor de la anunciación.

Para nosotros Cristo mismo predijo no pocos males, dolores y sufrimientos. Cristo nos pidió como condición de su seguimiento el negarse a uno mismo y el tomar la propia cruz cada día. Nos prometió persecuciones por causa suya. Nos aseguró que seríamos objeto de todo género de mal por ser sus discípulos; que nos llevarían ante los tribunales; que nos insultarían y despreciarían; que nos darían muerte. ¡Qué importante es, ante estas exigencias, recordar el ejemplo de nuestra Madre! El verdadero cristiano, el buen hijo de María, no se amedrenta ni se echa atrás ante la cruz. Demuestra su amor acogiendo la voluntad de Dios con decisión y entereza, con amor.

El dolor ante la matanza de los inocentes por Herodes.

María debió sufrir mucho al enterarse de la barbarie perpetrada por el rey Herodes. La matanza de los inocentes. ¿Qué corazón con un mínimo de sensibilidad no sufriría ante esa monstruosidad? Ella también era madre. Y ¡qué Madre! ¡con qué corazón! ¡con qué sensibilidad! ¿Cómo no le iba a doler a María el asesinato de esos niños indefensos? Además, seguramente, María conocía a muchos de esos pequeñines. Conocía a sus madres... Sí, es muy diverso cuando te dicen que murieron X personas en un atentado en Medio Oriente, a cuando te comunican que han matado a uno o varios amigos y conocidos tuyos... Entonces la cosa cambia.

A lo mejor hasta María se sintió un poco culpable por lo ocurrido. Y eso agudizaría su dolor. Quizá comprendió que aún no había llegado el momento de ofrecer a su Jesús en rescate por aquellos pequeñines (Dios no lo dispuso así). Quizá también en la mente de María surgió la eterna pregunta: ¿por qué el mal, el sufrimiento, la muerte de los inocentes? Sabemos que en este caso la respuesta podría ser otra pregunta: ¿porqué la prepotencia, maldad y crueldad demoniaca de Herodes...?

Ciertamente rezaría por ellos y, sobre todo por sus inconsolables madres. Se unió a su sufrimiento, que no le era ajeno (eran quizá los primeros mártires de Cristo), e hizo así fecundo su propio padecer.

También nuestro corazón cristiano ha de mostrarse sensible al sufrimiento ajeno. Compadecerse. Socorrer. O al menos, consolar. Como alguien dijo -y con razón- “si podéis curar, curad; si no podéis curar, calmad; si no podéis calmar, consolad”. Siempre estaremos en grado de ofrecer un poco de consuelo y también de rezar por los que sufren.

El dolor de haber perdido al Niño.

¡Cómo sufre una madre cuando se le ha perdido su niño! Sufre angustiada por la incertidumbre. ¿Dónde estará? ¿cómo estará? ¿le habrá pasado algo? ¿estará en peligro? ¿le habrá atropellado un coche? ¿lo habrán raptado? ¿estará llorado desconsolado porque no nos encuentra? Todo eso pasaría por la mente de María. Y más cosas aún: ¿y si lo ha atrapado algún pariente de Herodes que lo buscaba para matarlo? Así son las madres y su amor por sus hijos...

Pues imaginemos a María. La más sensible de la madres, la más responsable, la más cuidadosa... Y resulta que no encuentra a su Hijo. Es motivo más que suficiente para angustiarla terriblemente. Aparte de que no era un hijo cualquiera. A María se le ha extraviado el Mesías. Se le ha perdido Dios... ¡Qué apuro el de María!

¡Qué tres días de angustiosa incertidumbre, de verdadera congoja! ¿Habrá dormido María esos días? Seguro que no. Desde luego que no durmió. ¿Cómo va a dormir una madre que tiene perdido a su hijo? Pero sí rezó y mucho. Sí confió en Dios. Sí ofreció su sufrimiento con amor porque era Dios el que permitía esa situación.

No termina todo aquí. A todo esto siguió otro dolor, y quizá aún mayor que el anterior. La incompresible e inesperada respuesta de Jesús: “¿porqué me buscabais...?” ¡Qué efecto habrán causado esas palabras en el corazón de su Madre, María...!

Tratemos de meternos en el corazón de una madre o de un padre en esas circunstancias. Llevan tres días y tres noches buscando angustiados a su Hijo. Temiéndose lo peor. Y de repente, lo encuentran tan contento, sentadito en medio de la flor y nata intelectual de Jerusalén, dándoles unas lecciones de catecismo y de Sagrada Escritura... Y además, les responde de esa manera...

Es verdad, por una parte, sentirían un gran alivio: “¡ahí está! ¡está bien! ¡por fin lo hemos encontrado!” Pero, acto seguido, cuenta el evangelio, María tuvo la reacción normal de una madre: “Hijo, mío. ¿Por qué nos has hecho esto?” (se merecía una regañina, aunque fuera leve).Y por otra parte, asegura el evangelista que “ellos no comprendieron la respuesta que les dio”. El dolor de esa incomprensión calaría hondo en el alma de sus padres.

Y María, en vez de enfadarse con el crío (con perdón y todo respeto), no dijo nada. Lo sufrió todo en su corazón y lo llevó todo a la oración. Quién sabe si en la intimidad de su alma ya comenzaría a comprender que Cristo no iba a poder estar siempre con Ella. Que su misión requeriría un día la inevitable separación...

A veces en nuestra vida puede sucedernos algo parecido. De repente Cristo se nos esconde. “Desaparece”. Y entonces puede invadirnos la angustia y el desasosiego. Sí, a veces Dios nos prueba. Se nos pierde de vista. ¿Qué hacer entonces? Lo mismo que María. Buscarlo sin descanso. Sufrir con paciencia y confianza. Orar. Actuar nuestra fe y amor. Esperar la hora de Dios. Él no falla, volverá a aparecer.

Otras veces el problema es que nosotros olvidamos con quién deberíamos ir. Dejamos de lado a Cristo. Nos escondemos de El. Nos sorprendemos buscándonos sólo a nosotros mismos y nuestras cosillas. Y, claro, nos perdemos. Incluso nos atrevemos a echárselo en cara a Cristo, teniendo nosotros la culpa. Aquí la solución es otra. Hay que salir de sí mismo. Volver a buscar a Cristo. Volver a mirarlo y ponerse a amarlo de nuevo.

El dolor de la separación y la primera soledad.

Llegó el día. Después de pasar treinta años juntos. Treinta años de experiencias inolvidables, vividos en ese ambiente tan increíblemente divino y a la vez tan increíblemente humano de Nazaret. Treinta años de silencio, trabajo, oración, alegría, entrega mutua, amor. Treinta años de familia unida y maravillosa.

¡Qué momento aquel! ¡Lástima de video para volver a verlo enterito ahora...! Fue temprano. Muy de mañana. En el pueblo, dormido aún, nadie se enteró de lo que estaba ocurriendo. Pocas palabras. Abundantes e intensos sentimientos. “Adiós, Hijo. Adiós, madre...”

Todos hemos intuido lo que pasa por el corazón de una madre en una despedida así. Lo hemos visto quizá en los ojos de nuestra madre en alguna ocasión...

María volvió a casa con el corazón oprimiéndosele un poco a cada paso. Y al entrar, fue la primera vez que sintió que la casa estaba sola. Experimentó esa terrible sensación de saber que ya no se oirían en la casa otros pasos que suyos; que ningún objeto cambiaría de sitio, a menos que Ella misma lo moviese.

La soledad es una de las penas más profundas de los seres humanos, pues hemos nacido para vivir en compañía de los demás. ¡Qué dura fue la soledad de María, después de estar con quien estuvo y por tanto tiempo! Sí, la soledad de la Virgen comenzó mucho antes del Viernes Santo y duró mucho más...

María también supo vivir ese sufrimiento de la separación y de la soledad con amor, con fe, con serenidad interior. Adhiriéndose obediente a la voluntad de Dios. Ofreciéndolo por ese Hijo suyo que comenzaba su vida pública y que tanto iba a necesitar del sostén de sus oraciones y sacrificios.

Necesitamos, como María, ser fuertes en la soledad y en las despedidas. Fuertes por el amor que hace llevadero todo sacrificio y renuncia. Fuertes por la fe y la confianza en Dios. Fuertes por la oración y el ofrecimiento.


El dolor del vía crucis y la pasión junto a su Hijo.

La tradición del viacrucis recoge una escena sobrecogedora: Jesús camino del calvario, con la cruz a cuestas, se encuentra con su Madre. ¡Qué momento tan extraordinariamente duro para una madre! ¿Lo habremos meditado y contemplado lo suficiente?

¡Que fortaleza interior la de María! ¡Qué temple el de su delicada alma de mujer fuerte! ¡Qué locura de amor la suya! Sabía de lo duro que sería seguir de cerca a su Jesús camino del calvario (eso hubiera quebrado el ánimo a muchas madres). Pero decide hacerlo. Y lo hace. Su amor era más fuerte que el miedo al dolor atroz que le producía presenciar la suerte ignominiosa de Jesús. Ella tenía conciencia de que había llegado el momento en el que la espada de dolor se hendiría despiadada en su corazón. Era contemplar la pasión y muerte de su propio Hijo. No se esconde para no verlo. Ahí estaba. Muy cerca y en pie.

Contemplemos por un instante ese encuentro entre Hijo y Madre. Ese cruzarse silencioso de miradas. Ese vaivén intensísimo de dolor y amor mutuo. Qué insondables sentimientos inundarían esos dos corazones igualmente insondables. Ambos salieron confirmados en el querer de Dios con una confianza en Él tan infinita y profunda como su mismo dolor.

Nuestra vida a veces también es un duro viacrucis. No suframos sin sentido, con mera resignación. Busquemos, por la cuesta de nuestro calvario, esa mirada amorosa y confortante de María, nuestra Madre. Ahí estará Ella siempre que queramos encontrarla. Ahí estará acompañándonos y dispuesta a consolarnos y a compartir nuestros padecimientos. Mirémosla. “La suave Madre -afirma Luis M. Grignion de Montfort- nos consuela, transforma nuestra tristeza en alegría y nos fortalece para llevar cruces aún más pesadas y amargas”.

María en la pasión y junto a la cruz de su Hijo se sintió crucificar con Él. Así describe Atilano Alaiz los sentimientos de la Madre ante el Hijo: “Los latigazos que se abatían chasqueando sobre el cuerpo del Hijo flagelado, flagelaban en el mismo instante el alma de la Madre; los clavos que penetraban cruelmente en los pies y en las manos del Hijo, atravesaban al mismo tiempo el corazón de la Madre; las espinas de la corona que se enterraban en las sienes del Hijo, se clavaban también agudamente en las entrañas de la Madre. Los salivazos, los sarcasmos, el vinagre y la hiel atormentaban simultáneamente al Hijo y a la Madre”.

El dolor de la muerte de su Hijo.

Terrible episodio. Una madre que ve morir a su Hijo. Que lo ve morir de esa manera. Que lo ve morir en esas circunstancias...

Nunca podremos ni remotamente sospechar lo que significó de dolor para su corazón de Madre el contemplar, en silencio, la pasión y muerte de su Hijo. Ella, su Madre. Ella, que sabía perfectamente quién era Él. Ella que humanamente habría querido anunciar a voz en grito la nefanda tragedia de aquel gesto deicida, en un intento de arrancar a su Hijo de la manos de sus verdugos. Ella, que en último término habría preferido suplantar a su Jesús... Ella tuvo que callar, y sufrir, y obedecer. Esa era la voluntad de Dios. Y con el corazón sangrante y desgarrado, de pie ante la cruz, María repitió una vez más, sin palabras, en la más pura de las obediencias, “hágase tu voluntad”.

¡Hasta dónde tuvo que llegar María en su amor de Madre! ¿De verdad no habrá amor más grande que el de dar la propia vida? Alguien se ha atrevido a decir que sí; que sí hay un amor más grande. Casi como corrigiendo al mismo Cristo, alguien ha osado afirmar que sí lo hay y ha escrito esto:

“... porque el padecer, el morir, no son la cumbre del amor, porque no son el colmo del sacrificio. El colmo del sacrificio está en ver morir a los seres amados. La más alta cumbre del amor, cuando, por ejemplo, se trata de una madre, no está en dar la propia vida a Jesucristo, sino en darle la vida del hijo. Lo que una mujer, una madre debe padecer en un caso semejante, jamás lengua humana podrá decirlo; compréndese únicamente que, para recompensar sacrificios tales, no será demasiado darles una dicha eterna, con sus hijos en sus brazos” (Mons. Bougaud).

Son una y la misma la cumbre del amor y la cumbre del dolor. Y en lo alto de esa cumbre, el ejemplo de nuestra Madre brilla ahora más luminoso aún. ¡Qué pequeños somos a su lado! ¿Qué son nuestras ridículas cruces frente a ese colmo de su sacrificio? ¡Qué raquítico es tantas veces nuestro amor ante esa cima de su amor! ¡Quién supiera amar así!


Dolor ante el descendimiento de la cruz y la sepultura de Jesús.

Otra escena conmovedora. Jesús muerto en los brazos de su Madre que lloraba su muerte. No cabe duda, aunque cueste creerlo. Está muerto. Él, que era el Hijo del Altísimo. Él, que era el Salvador de Israel. Él, cuyo reino no tendría fin. Él, que era la Vida. Él está muerto.

Dura prueba para la fe de María. Su Hijo, el destinatario de todas esas promesas, yace ahora cadáver en su regazo. En el alma de María se irguió una oscura borrasca que amenazaba apagar la llama de su fe aún palpitante. Pero su fe no se extinguió. Siguió encendida y luminosa.

¡Qué fuerte es María! Es la única que ha sostenido en sus brazos todo el peso de un Dios vivo y todo el peso de un Dios muerto (que era su Hijo). Hemos de pedirle a Ella que aumenta nuestra fe. Que la proteja para que no sucumba ante las tempestades que nos asaltan en la vida amenazando aniquilarla.

El dolor de una nueva soledad.

¡Qué días también aquellos antes de la resurrección! Su Hijo entonces no estaba perdido. Estaba muerto ¡Qué soledad tan diversa de aquella, tras la despedida de Nazaret, hacía tres años! Es la soledad tremenda que deja la muerte del último ser querido que quedada a nuestro lado.

Así la describía Lope de Vega con gran realismo: “Sin esposo, porque estaba José / de la muerte preso; / sin Padre, porque se esconde; / sin Hijo, porque está muerto; / sin luz, porque llora el sol; / sin voz, porque muere el Verbo; / sin alma, ausente la suya; / sin cuerpo, enterrado el cuerpo; / sin tierra, que todo es sangre; / sin aire, que todo es fuego; / sin fuego, que todo es agua; / sin agua, que todo es hielo...”

Pero ni la fe, ni la confianza, ni el amor de María se vinieron abajo ante esa nueva manifestación incomprensible de la voluntad de Dios. Creyendo, confiando y amando Ella supo esperar la mayor alegría de su vida: recuperar a su Jesús para siempre tras la resurrección.

Aprendamos de María a llenar el vacío de la soledad que nos invade tras la muerte de nuestros seres queridos. Llenarlo con lo único que puede llenarlo: el amor, la fe y la esperanza de la vida futura.

 

lunes, 14 de septiembre de 2015

La causa es un sistema socioeconómico malo e injusto

Las causas de la migración son sistemas económicos injustos, afirmó el Papa
 
 
Con motivo de la reciente visita “ad Limina” de los obispos portugueses, el papa Francisco concedió una entrevista a la emisora Radio Renascenca de Portugal.
 
En referencia al fenómeno migratorio hacia Europa el Pontífice afirmó: “Es la punta de un iceberg. Vemos estos refugiados, esta pobre gente, que escapa de la guerra, que escapa del hambre. Pero debajo de eso, está la causa, y la causa es un sistema socioeconómico malo e injusto”.
Con motivo de la reciente visita “ad Limina” de los obispos portugueses, el papa Francisco concedió una entrevista a la emisora Radio Renascenca de Portugal.
 
En referencia al fenómeno migratorio hacia Europa el Pontífice afirmó: “Es la punta de un iceberg. Vemos estos refugiados, esta pobre gente, que escapa de la guerra, que escapa del hambre. Pero debajo de eso, está la causa, y la causa es un sistema socioeconómico malo e injusto”.

Con motivo de la reciente visita “ad Límina” de los obispos portugueses, el papa Francisco concedió una entrevista a la emisora Radio Renascenca de Portugal.

Respondiendo a su posible visita a Portugal con motivo del centenario de las apariciones de la Virgen en Fátima, Francisco manifestó su deseo de ir a ese país y añadió que “la Virgen lo que pide siempre es que recemos, que cuidemos la familia, los mandamientos.
 
No pide cosas raras. Y se manifiesta a los niños. Es curioso, siempre busca almas muy sencillas”.

En referencia al fenómeno migratorio hacia Europa el Pontífice afirmó: “Es la punta de un iceberg.
 
Vemos estos refugiados, esta pobre gente, que escapa de la guerra, que escapa del hambre. Pero debajo de eso, está la causa, y la causa es un sistema socioeconómico malo e injusto”.

“Hablando del problema ecológico, dentro de la sociedad socioeconómica, dentro de la política, el centro siempre tiene que ser la persona. Y el sistema económico dominante hoy descentró a la persona y en el centro está el dios dinero, es el ídolo de moda”.
 
Por eso, precisó, hay que ir a las causas. “Donde las causas son el hambre, poner fuentes de trabajo, inversiones. Donde la causa es la guerra, buscar la paz, el trabajo por la paz. Hoy el mundo está en guerra, está en guerra contra sí mismo”.

En este ámbito, el Papa reafirma la importancia de la hospitalidad. “Recibir a la gente, y recibirla como venga.”
 
Y precisó el llamamiento que dirigió a todas las parroquias de Europa para dar alojamiento a una familia de refugiados. “Cuando hablo de que una parroquia reciba a una familia, no digo que vayan a vivir a la canónica, a la casa parroquial, sino que toda la comunidad parroquial vea si hay un lugar, un rincón de un colegio para hacer un ‘departamentito’ o, en el peor de los casos, que alquile un modesto departamento para esa familia, pero que tengan techo, que sean acogidos, y que se los integre dentro de la comunidad”.

También toca el tema de la cultura del bienestar, recordando que la tasa de natalidad es muy baja en países como Italia, Portugal y España. “Cuando hay un espacio vacío, la gente busca de llenarlo.
 
Si un país no tiene hijos, vienen migrantes a ocupar el lugar. O sea, ese no querer tener hijos, que, en parte -es una interpretación mía, no sé si es correcta-, es un poco la cultura del ‘bienestar’. Y entonces, los ancianos quedan solos.

Creo que el gran desafío de Europa es volver a ser la madre Europa, y no la abuela Europa.
 
Hay que reconocer que Europa tiene una cultura excepcional. Realmente, son siglos de cultura. Y eso da también un bienestar intelectual y en todo caso, lo que yo diría de Europa es su capacidad de retomar un liderazgo en el concierto de las naciones.
 
O sea, que vuelva a ser la Europa que marca rumbos, pues tiene la cultura para hacerlo. Europa tiene que tomar su papel, o sea, recuperar su identidad.

Es verdad que Europa se equivocó. No se lo echo en cara, lo recuerdo no más. Cuando quiso hablar de su identidad, no quiso reconocer, quizá lo más hondo de su identidad, que es su raíz cristiana.
 
Ahí se equivocó. Bueno, pero todos en la vida nos equivocamos. Está a tiempo de volver”.

En otra parte de su conversación con la periodista Aura Miguel, el Pontífice se refirió a las dos preocupaciones que manifestó a los obispos portugueses, a saber los jóvenes y la catequesis. De los jóvenes el Santo Padre afirmó que es necesario hacerlos crecer y, sobre todo, acompañarlos “con prudencia, hablando en el momento oportuno, por lo que es importante que la catequesis no sea puramente teórica”.

“La catequesis –subrayó el Papa– es una doctrina para la vida y, por tanto, debe tener tres lenguajes: el de la cabeza, el del corazón y el de las manos”, de modo que el joven “piense y sepa cuál es la fe, pero al mismo tiempo, sienta en su corazón lo que es la fe y, en consecuencia, se organice para hacer cosas concretas”.
 
De modo que los tres lenguajes son: “Pensar lo que se siente y lo que se hace, sentir lo que se piensa y lo que se hace, hacer lo que se siente y lo que se piensa”.

Sobre la Iglesia, el Pontífice hizo hincapié en que debe salir, debe arriesgarse. “Si una iglesia, una parroquia, una diócesis, un instituto, vive encerrado en sí mismo, se enferma.
 
Le pasa lo mismo que a la habitación cerrada. Y tenemos una Iglesia raquítica, con normas fijas, sin creatividad, segura, más que segura, no, asegurada, con una compañía de seguros, pero no segura.
 
En cambio, si uno sale -una iglesia, una parroquia- sale hacia afuera a evangelizar, le puede pasar lo mismo que le pasa a cualquier persona que sale a la calle: tener un accidente. Entonces, entre una Iglesia enferma y una Iglesia accidentada, prefiero la accidentada porque, por lo menos, salió”.

Refiriéndose a sus expectativas sobre el Jubileo de la Misericordia, expresó su deseo de que “vengan todos.
 
Que vengan y sientan el amor, el perdón de Dios” y respecto a su carta al arzobispo Fisichella en que solicita el perdón durante el Jubileo para los casos más difíciles y a sus dos motus proprios sobre la reforma del proceso canónico de nulidad matrimonial, explicó que su intención era, “simplificar” “facilitar” la fe a la gente. Y que la Iglesia sea madre”.+

LESUS ESTA PRESENTE EN TU HERMANO

ver video

Para que todo el que crea en Él tenga vida eterna

          Contemplar el Evangelio de hoy



VER VIDEO
 
               https://youtu.be/AO2OI54Ofh0

Texto del Evangelio (Jn 3,13-17): En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: «Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.

Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna.

Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna.

Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él».

Hoy, el Evangelio es una profecía, es decir, una mirada en el espejo de la realidad que nos introduce en su verdad más allá de lo que nos dicen nuestros sentidos: la Cruz, la Santa Cruz de Jesucristo, es el Trono del Salvador. Por esto, Jesús afirma que «tiene que ser levantado el Hijo del hombre» (Jn 3,14).

Bien sabemos que la cruz era el suplicio más atroz y vergonzoso de su tiempo.


Exaltar la Santa Cruz no dejaría de ser un cinismo si no fuera porque allí cuelga el Crucificado.


La cruz, sin el Redentor, es puro cinismo; con el Hijo del Hombre es el nuevo árbol de la Sabiduría. Jesucristo, «ofreciéndose libremente a la pasión» de la Cruz ha abierto el sentido y el destino de nuestro vivir: subir con Él a la Santa Cruz para abrir los brazos y el corazón al Don de Dios, en un intercambio admirable.


También aquí nos conviene escuchar la voz del Padre desde el cielo: «Éste es mi Hijo (...), en quien me he complacido» (Mc 1,11).


Encontrarnos crucificados con Jesús y resucitar con Él: ¡he aquí el porqué de todo! ¡Hay esperanza, hay sentido, hay eternidad, hay vida!


No estamos locos los cristianos cuando en la Vigilia Pascual, de manera solemne, es decir, en el Pregón pascual, cantamos alabanza del pecado original: «¡Oh!, feliz culpa, que nos has merecido tan gran Redentor», que con su dolor ha impreso “sentido” al dolor.

«Mirad el árbol de la cruz, donde colgó el Salvador del mundo: venid y adorémosle» (Liturgia del Viernes Santo).


Si conseguimos superar el escándalo y la locura de Cristo crucificado, no hay más que adorarlo y agradecerle su Don.


Y buscar decididamente la Santa Cruz en nuestra vida, para llenarnos de la certeza de que, «por Él, con Él y en Él», nuestra donación será transformada, en manos del Padre, por el Espíritu Santo, en vida eterna: «Derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados».

domingo, 13 de septiembre de 2015

EL PAPA

ver video

Preocuparse de la relación entre la economía y la justicia social, manteniendo al centro la dignidad y el valor de las personas

El papa Francisco pidió a los bancarios promover el uso solidario del dinero

El Mundo
 
"Es necesaria más economía de la honestidad, en este tiempo que el aire de la corrupción llega de todas partes"; exhortó el Sumo Pontífice durante una audiencia con miembros del Banco de Crédito Cooperativo de Roma
                

El papa Francisco recomendó hoy "hacer crecer la economía de la honestidad" y "promover el uso solidario del dinero" para que "no mande el capital sobre los hombres sino los hombres sobre el capital".

Lo dijo durante una audiencia ante una repleta sala Pablo VI al miembros del Banco de Crédito Cooperativo de Roma.

"A ustedes se les pide no sólo ser honestos, ésto es normal, pero de difundir y radicar la honestidad en todo el ambiente", aseveró el Pontífice.

"Mas economía de la honestidad: en este tiempo que el aire de la corrupción llega de todas partes", dijo el Papa, agregando algunas palabras improvisadas a su discurso. "Batalla a la corrupción", exhortó Francisco.

Francisco recibió esta mañana a dirigentes y empleados, con los familiares, del Banco de Crédito Cooperativo de Roma: los alrededor de 7 mil presentes en la Sala recibieron al Pontífice con una ovación.

"La Iglesia conoce bien el valor de las cooperativas", subrayó el máximo líder de la Iglesia Católica.

"En los orígenes de muchas de éstas -agregó- hay sacerdotes, fieles laicos empeñados, de las comunidades animadas por el espíritu de solidaridad cristiana.

Y este movimiento nunca se agotó". "En los documentos sociales de la Iglesia, las referencias a las cooperativas son frecuentes.

También en la encíclica Laudato si (Loado seas) subrayé su valor en el campo de las energías renovables y en la agricultura", recordó.

Nuevas empresas corporativas

"Seguir siendo un motor que desarrolla la parte más débil de las comunidades locales y de la sociedad civil, pensando sobre todo en los jóvenes sin trabajo y apuntando al nacimiento de nuevas empresas cooperativas", fue una de las recomendaciones dirigidas por el Papa al mundo de las cooperativas. "Ser protagonistas en proponer y realizar nuevas soluciones de welfare (asistencia social, ndr), a partir del campo de la sanidad", agregó.

"Preocuparse de la relación entre la economía y la justicia social, manteniendo al centro la dignidad y el valor de las personas", exhortó Jorge Bergoglio.

"Al centro siempre la persona, no el dios dinero, siempre la persona", dijo improvisando. "Facilitar y alentar la vida de las familias y proponer soluciones cooperativas para la gestión de los bienes comunes, que no pueden convertirse en propiedad de pocos ni objeto de especulación", prosiguió.

"Promover un uso solidario y social del dinero, en el estilo de la verdadera cooperativa, donde no comanda el capital sobre los hombres, sino los hombres sobre el capital", remarcó aún más enfático Francisco.
Por último, llamó a participar "activamente en la globalización, para que sea globalización de la solidaridad".

"Naturalmente la sana y prudente gestión vale siempre y para todos.

Hacer un banco es un trabajo delicado, que exige gran rigor. Pero un banco Cooperativo debe tener algo más: tratar de humanizar la economía, unir la eficiencia con la solidaridad", afirmó.

"Ustedes son una cooperativa de crédito, y son el más grande Banco cooperativo en Italia, subrayó el Papa, puede suceder que una cooperativa se convierta en una grande empresa; pero éste no es el desafío más importante.

El desafío más importante es crecer, siendo siempre una verdadera cooperativa, cada vez más. Significa favorecer la participación activa de los socios .Hacer juntos y hacer para los otros", insistió luego.

"Que quede claro: no les pido dinero, les pido oraciones para mí", concluyó Francisco..