viernes, 4 de septiembre de 2015

SIRIA NOS PREOCUPA

Unidos por una misma preocupación

 


    Estos aportes de los Papas recogen la reflexión de innumerables científicos, filósofos, teólogos y organizaciones sociales que enriquecieron el pensamiento de la Iglesia sobre estas cuestiones.
    Pero no podemos ignorar que, también fuera de la Iglesia Católica, otras Iglesias y Comunidades cristianas –como también otras religiones– han desarrollado una amplia preocupación.
Es una valiosa reflexión sobre estos temas que nos preocupan a todos.

Para poner sólo un ejemplo destacable, quiero recoger brevemente parte del aporte del querido Patriarca Ecuménico Bartolomé, con el que compartimos la esperanza de la comunión eclesial plena.
 

    El Patriarca Bartolomé se ha referido particularmente a la necesidad de que cada uno se arrepienta de sus propias maneras de dañar el planeta, porque, « en la medida en que todos generamos pequeños daños ecológicos », estamos llamados a reconocer « nuestra contribución – pequeña o grande – a la desfiguración y destrucción de la creación
    Sobre este punto él se ha expresado repetidamente de una manera firme y estimulante, invitándonos a reconocer los pecados contra la creación: « Que los seres humanos destruyan la diversidad biológica en la creación divina; que los seres humanos degraden la integridad de la tierra y contribuyan al cambio climático, desnudando la tierra de sus bosques naturales o destruyendo sus zonas húmedas; que los seres humanos contaminen las aguas, el suelo, el aire.

    Todos estos son pecados ».

    Porque « un crimen contra la naturaleza es un crimen contra nosotros mismos y un pecado contra Dios ».
Al mismo tiempo, Bartolomé llamó la atención sobre las raíces éticas y espirituales de los problemas ambientales, que nos invitan a encontrar soluciones no sólo en la técnica sino en un cambio del ser humano, porque de otro modo afrontaríamos sólo los síntomas.

Nos propuso pasar del consumo al sacrificio, de la avidez a la generosidad, del desperdicio a la capacidad de compartir, en una ascesis que « significa aprender a dar, y no simplemente renunciar.

Es un modo de amar, de pasar poco a poco de lo que yo quiero a lo que necesita el mundo de Dios.

Es liberación del miedo, de la avidez, de la dependencia ».

Los cristianos, además, estamos llamados a « aceptar el mundo como sacramento de comunión, como modo de compartir con Dios y con el prójimo en una escala global.

Es nuestra humilde convicción que lo divino y lo humano se encuentran en el más pequeño detalle contenido en los vestidos sin costuras de la creación de Dios, hasta en el último grano de polvo de nuestro planeta ».

 
San Francisco de Asís

    No quiero desarrollar esta encíclica sin acudir a un modelo bello que puede motivarnos. Tomé su nombre como guía y como inspiración en el momento de mi elección como Obispo de Roma. Creo que Francisco es el ejemplo por
excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral, vivida con alegría y autenticidad. Es el santo patrono de todos los que estudian y trabajan en torno a la ecología, amado también por muchos que no son cristianos.

Él manifestó una atención particular hacia la creación de Dios y hacia los más pobres y abandonados.

Amaba y era amado por su alegría, su entrega generosa, su corazón universal.

Era un místico y un peregrino que vivía con simplicidad y en una maravillosa armonía con Dios, con los otros, con la naturaleza y consigo mismo.

En él se advierte hasta qué punto son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior.
 

    Su testimonio nos muestra también que una ecología integral requiere apertura hacia categorías que trascienden el lenguaje de las matemáticas o de la biología y nos conectan con la esencia de lo humano.
    Así como sucede cuando nos enamoramos de una persona, cada vez que él miraba el sol, la luna o los más pequeños animales, su reacción era cantar, incorporando en su alabanza a las demás criaturas.

    Él entraba en comunicación con todo lo creado, y hasta predicaba a las flores « invitándolas a alabar al Señor, como si gozaran del don de la razón ».

    Su reacción era mucho más que una valoración intelectual o un cálculo económico, porque para él cualquier criatura era
    su hermano. 

    FRANCISCO




 

1 comentario:

  1. Su reacción era mucho más que una valoración intelectual o un cálculo económico, porque para él cualquier criatura era
    su hermano

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